Tal y como acredita el volumen Grandes autores de Batman: Alan Davis — Mi principio... y mi probable fin, la etapa de Detective Comics comandada por Mike W. Barr y el mítico dibujante que centra esta antología se caracterizó por ser “ligeramente extravagante”, deudora de los cuentos de los Hermanos Grimm y del imaginario de Lewis Carroll. Un tono empleado para relatar lo que el propio Davis describió como “un cuento de hadas onírico y surrealista”. Todo un ejercicio de valentía, teniendo en cuenta que por aquel entonces el éxito cosechado por Frank Miller con Batman: El regreso del Caballero Oscuro (1986) popularizó el viraje hacia un violento realismo que ejerció una influencia mayúscula en el cómic americano.
Aunque inicialmente Barr y Davis permanecieron ajenos a esta tendencia, la situación cambió con la publicación de Batman: Año uno (1986-1987), del propio Miller y David Mazzucchelli. Por muchos considerado como el origen definitivo del personaje, este inolvidable relato ahondó en el enfoque realista, ganándose el favor indiscutido de lectores y críticos. Así que, como era de esperar, los editores de DC Comics buscaron emular semejante éxito con una secuela, serializada en las páginas de Detective Comics por el equipo creativo de la colección: nos referimos a Batman: Año dos (1987), primera de las historias recopiladas en el presente tomo, que pretendía profundizar en los traumas primigenios de Bruce Wayne. Pero cuando apenas había entregado un número y medio, Davis decidió abandonar el proyecto. La razón: su negativa a redibujar la portada y las viñetas en las que Batman sostenía el arma con la que Joe Chill mató a sus padres para adecuarla a la mostrada en Año uno. Antes de comenzar a trabajar en la obra, el historietista británico alertó a los editores sobre dicha incoherencia, y ante las instrucciones de dibujar la pistola descrita en el guion de Barr —un modelo de la marca germana Mauser—, sobreentendió que Mazzucchelli corregiría la secuencia disonante. De ahí su malestar. Dick Giordano realizó los cambios oportunos sobre el material ya entregado, y el elegido para sustituir a Davis fue el emergente Todd McFarlane, que no tardaría en convertirse en una estrella del medio.
El enfado de Davis remitió con el tiempo, de modo que en 1991 aceptó una oferta de DC Comics para volver a formar equipo con Barr en Batman: Full Circle: especial que retomaba el hilo argumental desplegado en Año dos que nuestro protagonista definió como “una buena historia que contiene las mejoras páginas de Batman que he dibujado en mi vida”. Para deleite de los lectores, este equipo creativo decidió visitar una vez más Gotham City para cerrar el ciclo iniciado tanto tiempo atrás: así, las ocho páginas de Última ronda en McSurley’s se publicaron en Batman: Gotham Knights núm. 25 (2002), siendo posteriormente recuperadas en el tercer volumen de la antología Batman: Black and White (2007). Teniendo en cuenta que el antro regentado por McSurley ya aparecía en ¡Quien ríe el último…! (Grandes autores de Batman: Alan Davis — Mi principio... y mi probable fin), el auto-homenaje parece tan evidente como merecido. Porque las tres piezas mencionadas, incluidas en este recopilatorio, atestiguan que Alan Davis estuvo a la altura de sus admirados Neal Adams, Jim Aparo y Don Newton, logrando trascender la fugacidad de una industria en constante movimiento para dejar una huella indeleble en la mitología del Caballero Oscuro.
David Fernández
Artículo originalmente publicado como introducción de Grandes autores de Batman: Alan Davis - Batman: Año dos.
Aunque inicialmente Barr y Davis permanecieron ajenos a esta tendencia, la situación cambió con la publicación de Batman: Año uno (1986-1987), del propio Miller y David Mazzucchelli. Por muchos considerado como el origen definitivo del personaje, este inolvidable relato ahondó en el enfoque realista, ganándose el favor indiscutido de lectores y críticos. Así que, como era de esperar, los editores de DC Comics buscaron emular semejante éxito con una secuela, serializada en las páginas de Detective Comics por el equipo creativo de la colección: nos referimos a Batman: Año dos (1987), primera de las historias recopiladas en el presente tomo, que pretendía profundizar en los traumas primigenios de Bruce Wayne. Pero cuando apenas había entregado un número y medio, Davis decidió abandonar el proyecto. La razón: su negativa a redibujar la portada y las viñetas en las que Batman sostenía el arma con la que Joe Chill mató a sus padres para adecuarla a la mostrada en Año uno. Antes de comenzar a trabajar en la obra, el historietista británico alertó a los editores sobre dicha incoherencia, y ante las instrucciones de dibujar la pistola descrita en el guion de Barr —un modelo de la marca germana Mauser—, sobreentendió que Mazzucchelli corregiría la secuencia disonante. De ahí su malestar. Dick Giordano realizó los cambios oportunos sobre el material ya entregado, y el elegido para sustituir a Davis fue el emergente Todd McFarlane, que no tardaría en convertirse en una estrella del medio.
El enfado de Davis remitió con el tiempo, de modo que en 1991 aceptó una oferta de DC Comics para volver a formar equipo con Barr en Batman: Full Circle: especial que retomaba el hilo argumental desplegado en Año dos que nuestro protagonista definió como “una buena historia que contiene las mejoras páginas de Batman que he dibujado en mi vida”. Para deleite de los lectores, este equipo creativo decidió visitar una vez más Gotham City para cerrar el ciclo iniciado tanto tiempo atrás: así, las ocho páginas de Última ronda en McSurley’s se publicaron en Batman: Gotham Knights núm. 25 (2002), siendo posteriormente recuperadas en el tercer volumen de la antología Batman: Black and White (2007). Teniendo en cuenta que el antro regentado por McSurley ya aparecía en ¡Quien ríe el último…! (Grandes autores de Batman: Alan Davis — Mi principio... y mi probable fin), el auto-homenaje parece tan evidente como merecido. Porque las tres piezas mencionadas, incluidas en este recopilatorio, atestiguan que Alan Davis estuvo a la altura de sus admirados Neal Adams, Jim Aparo y Don Newton, logrando trascender la fugacidad de una industria en constante movimiento para dejar una huella indeleble en la mitología del Caballero Oscuro.
David Fernández
Artículo originalmente publicado como introducción de Grandes autores de Batman: Alan Davis - Batman: Año dos.