La Liga de la Justicia necesita un elemento de épica para funcionar, para poner en perspectiva cuál es su lugar dentro del panteón del Universo DC: los Jóvenes Titanes transmiten camaradería; la Sociedad de la Justicia, un paternal sentido de lo que es correcto. Podría decirse que cada grupo tiene unas señas de identidad, un “aura” incluso que lo defifine y lo diferencia de todos los demás. A la Liga de la Justicia le bastaría el nombre para sobresalir por encima de cualquier otro conjunto de héroes, sin embargo el guionista avispado sabrá que si tienes entre manos un legado semejante, hay que tratarlo con respeto: conducir al grupo a través de la épica, el riesgo, relatos en los que toda esperanza parezca a punto de desvanecerse solo para que vuelva a brillar cuando todo parece perdido con más fuerza que nunca. Decisiones in extremis, imágenes de las que se quedan grabadas en la retina, líneas de diálogo memorables. Joe Kelly lo entendía y fue preparando las piezas para la conclusión de la Edad de Obsidiana. Así es: todo cuanto ha ido ocurriendo hasta ahora –los personajes, los giros– ha sido la paulatina construcción de un choque defifinitivo cuyas consecuencias tuvieron repercusiones en todo el Universo DC de la época.

Pero ¿en qué consiste la épica? El elenco de personajes más grandes que la vida ya está creado, engrandecido y perfilado con el respaldo de pesos pesados como Grant Morrison y Mark Waid. Hace falta un enemigo a la altura de estos: en una época en la que el medio ha alcanzado una evidente madurez y en la que colecciones como The Authority –por la que han pasado las creativas plumas de Warren Ellis y Mark Waid– han llevado el género superheroico al extremo, esto no es tarea fácil. De ahí que Kelly tejiese un tapiz en el que se mezclan una amenaza global –las consecuencias ecológicas a nivel planetario siempre son una apuesta segura–, un villano implacable de poderes divinos y la desaparición de Aquaman, de modo que todo lo relativo al antagonista tocase varios palos de igual importancia sin que resultase confuso o disperso.
Por otra parte, hacen falta situaciones límite en las que los valores como la camaradería y la confianza –denostados o marginados durante el reinado del grim & gritty mal entendido– se erijan en únicos elementos capaces de arrancar una victoria de las fauces de la derrota. Kelly pareció haberse propuesto restaurar algo que se había visto afectado de forma quizá irreparable tras los acontecimientos de Torre de Babel: la confianza. La Liga de la Justicia se ha visto forzada a confiar por partida doble durante este arco argumental: en la Liga configurada por Batman para reemplazar a la “titular” y entre los propios miembros del equipo. No revelaremos aquí ningún acontecimiento, pero preparaos para ser testigos de uno de los mayores saltos de fe en esta colección.
Los combates, piedra de toque del género, no podían faltar: ampliados, enriquecidos con conceptos creativos y con una perspectiva más cinematográfica que nunca. En una época en la que los efectos especiales llevan años llevando al cine a nuevas cotas de espectacularidad, el cómic decidió que no iba a quedarse atrás e introdujo tanto a nivel gráfico como de guion elementos que capturasen la atención de un público nuevo, criado con Internet, los videojuegos y habituado a 15 secuencias de acción por segundo en la gran pantalla. No se trataba ni mucho menos de una pugna, sino de incorporar elementos de otros medios para adecuarse al perfil del lector.
La amenaza ecológica, el grupo de héroes, el enemigo que siempre parece tener un as en la manga... Y por último, ¿qué es la épica sin un caballero de brillante armadura que se enfrente al dragón? No, no se trata de un deus ex machina. Joe Kelly tiene más estilo que eso y, sobre todo, sabe escribir una buena entrada. Así que poneos cómodos, como quien encuentra la postura en una butaca de cine, porque vais a presenciar el cierre de un arco argumental por todo lo alto.
Alberto Morán Roa
Artículo incluido en las págonas de Liga de la Justicia de América: Élites núm. 3.


Pero ¿en qué consiste la épica? El elenco de personajes más grandes que la vida ya está creado, engrandecido y perfilado con el respaldo de pesos pesados como Grant Morrison y Mark Waid. Hace falta un enemigo a la altura de estos: en una época en la que el medio ha alcanzado una evidente madurez y en la que colecciones como The Authority –por la que han pasado las creativas plumas de Warren Ellis y Mark Waid– han llevado el género superheroico al extremo, esto no es tarea fácil. De ahí que Kelly tejiese un tapiz en el que se mezclan una amenaza global –las consecuencias ecológicas a nivel planetario siempre son una apuesta segura–, un villano implacable de poderes divinos y la desaparición de Aquaman, de modo que todo lo relativo al antagonista tocase varios palos de igual importancia sin que resultase confuso o disperso.
Por otra parte, hacen falta situaciones límite en las que los valores como la camaradería y la confianza –denostados o marginados durante el reinado del grim & gritty mal entendido– se erijan en únicos elementos capaces de arrancar una victoria de las fauces de la derrota. Kelly pareció haberse propuesto restaurar algo que se había visto afectado de forma quizá irreparable tras los acontecimientos de Torre de Babel: la confianza. La Liga de la Justicia se ha visto forzada a confiar por partida doble durante este arco argumental: en la Liga configurada por Batman para reemplazar a la “titular” y entre los propios miembros del equipo. No revelaremos aquí ningún acontecimiento, pero preparaos para ser testigos de uno de los mayores saltos de fe en esta colección.
Los combates, piedra de toque del género, no podían faltar: ampliados, enriquecidos con conceptos creativos y con una perspectiva más cinematográfica que nunca. En una época en la que los efectos especiales llevan años llevando al cine a nuevas cotas de espectacularidad, el cómic decidió que no iba a quedarse atrás e introdujo tanto a nivel gráfico como de guion elementos que capturasen la atención de un público nuevo, criado con Internet, los videojuegos y habituado a 15 secuencias de acción por segundo en la gran pantalla. No se trataba ni mucho menos de una pugna, sino de incorporar elementos de otros medios para adecuarse al perfil del lector.
La amenaza ecológica, el grupo de héroes, el enemigo que siempre parece tener un as en la manga... Y por último, ¿qué es la épica sin un caballero de brillante armadura que se enfrente al dragón? No, no se trata de un deus ex machina. Joe Kelly tiene más estilo que eso y, sobre todo, sabe escribir una buena entrada. Así que poneos cómodos, como quien encuentra la postura en una butaca de cine, porque vais a presenciar el cierre de un arco argumental por todo lo alto.
Alberto Morán Roa
Artículo incluido en las págonas de Liga de la Justicia de América: Élites núm. 3.