Nunca han sido los personajes más populares de DC Entertainment, pero sí conforman uno de los legados más antiguos de la casa. Todo comenzó en 1940, cuando un boxeador menudo llamado Al Pratt se enfundó un colorido uniforme para luchar contra el crimen con el nombre de Átomo. Con el paso de las décadas, la editorial renovó el concepto en varias ocasiones, aunque siempre dentro de un marco más propio de la ciencia ficción.
Así, Ray Palmer (1961) era un científico que intentaba dominar la energía de las estrellas enanas blancas para encogerse hasta tamaño subatómico. Profesor de universidad, fue el mentor de su sustituto, Ryan Choi (2006), que heredó el cinturón que le daba los poderes. Y no son los únicos, ya que también hubo “átomos menores” como Paul Hoben (1983) o Adam Cray (1990), que pasaron sin pena ni gloria.
Esa sensación de legado se perdió con la llegada del Nuevo Universo DC. De todos los representantes de la saga tradicional, el único que conserva el nombre es Al Pratt, una de las maravillas al servicio del orden establecido que aparecen en Tierra 2. Eso sí, poco tiene que ver con su encarnación original. Ahora es un soldado que adquirió vastos superpoderes durante la guerra contra Apokolips. Palmer, por su parte, quedó relegado a personaje secundario de las aventuras de Frankenstein, como pudimos ver en el volumen Frankenstein, agente de S.H.A.D.E.: La guerra de los monstruos. Allí aparecía como enlace científico de tan peculiar organización con la ONU, que le había encomendado el control de la tecnología de teletransporte y reducción de tamaño que él mismo había diseñado. Por su parte, de Choi se dijo en alguna ocasión que sería el Átomo oficial de la Liga de la Justicia. Es por esto por lo que Geoff Johns lo mencionó en el número 4 de esta misma serie como estudiante de posgrado y cocreador del estabilizador de enana blanca, uno de los artefactos utilizados por el Dr. Stone para convertir a su hijo en Ciborg y salvarle la vida. Por el momento, nada más se ha sabido de él, y parece que su posible presencia en el grupo no llegará a producirse.
Esto último se debe a que la Liga ya cuenta desde el mes pasado con un miembro llamado Átomo. Se trata de Rhonda Pineda, la primera representante de este “no legado” que es mujer. Sus poderes son muy similares a los mostrados por Palmer y Choi en encarnaciones anteriores y, como vemos en este cuaderno, le resultan muy útiles para desarrollar una de sus principales aficiones: los videojuegos de rol para varios jugadores. Tras debutar en plena saga El trono de Atlantis y tener una participación discreta pero esencial en la conclusión de la misma (véase Aquaman núm. 5), el mes pasado ingresó por derecho propio en la Liga junto a Firestorm y Element Woman. Ahora, Rhonda tiene que demostrar que está a la altura de veteranos como Flash o Wonder Woman, tarea nada sencilla. Y su bautismo de fuego, y también el de sus nuevos compañeros, será contra uno de los villanos con más solera de la historia del grupo. No os perdáis la épica batalla en la próxima entrega de Liga de la Justicia.

Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente como introducción de Liga de la Justicia núm. 18.
Así, Ray Palmer (1961) era un científico que intentaba dominar la energía de las estrellas enanas blancas para encogerse hasta tamaño subatómico. Profesor de universidad, fue el mentor de su sustituto, Ryan Choi (2006), que heredó el cinturón que le daba los poderes. Y no son los únicos, ya que también hubo “átomos menores” como Paul Hoben (1983) o Adam Cray (1990), que pasaron sin pena ni gloria.
Esa sensación de legado se perdió con la llegada del Nuevo Universo DC. De todos los representantes de la saga tradicional, el único que conserva el nombre es Al Pratt, una de las maravillas al servicio del orden establecido que aparecen en Tierra 2. Eso sí, poco tiene que ver con su encarnación original. Ahora es un soldado que adquirió vastos superpoderes durante la guerra contra Apokolips. Palmer, por su parte, quedó relegado a personaje secundario de las aventuras de Frankenstein, como pudimos ver en el volumen Frankenstein, agente de S.H.A.D.E.: La guerra de los monstruos. Allí aparecía como enlace científico de tan peculiar organización con la ONU, que le había encomendado el control de la tecnología de teletransporte y reducción de tamaño que él mismo había diseñado. Por su parte, de Choi se dijo en alguna ocasión que sería el Átomo oficial de la Liga de la Justicia. Es por esto por lo que Geoff Johns lo mencionó en el número 4 de esta misma serie como estudiante de posgrado y cocreador del estabilizador de enana blanca, uno de los artefactos utilizados por el Dr. Stone para convertir a su hijo en Ciborg y salvarle la vida. Por el momento, nada más se ha sabido de él, y parece que su posible presencia en el grupo no llegará a producirse.
Esto último se debe a que la Liga ya cuenta desde el mes pasado con un miembro llamado Átomo. Se trata de Rhonda Pineda, la primera representante de este “no legado” que es mujer. Sus poderes son muy similares a los mostrados por Palmer y Choi en encarnaciones anteriores y, como vemos en este cuaderno, le resultan muy útiles para desarrollar una de sus principales aficiones: los videojuegos de rol para varios jugadores. Tras debutar en plena saga El trono de Atlantis y tener una participación discreta pero esencial en la conclusión de la misma (véase Aquaman núm. 5), el mes pasado ingresó por derecho propio en la Liga junto a Firestorm y Element Woman. Ahora, Rhonda tiene que demostrar que está a la altura de veteranos como Flash o Wonder Woman, tarea nada sencilla. Y su bautismo de fuego, y también el de sus nuevos compañeros, será contra uno de los villanos con más solera de la historia del grupo. No os perdáis la épica batalla en la próxima entrega de Liga de la Justicia.

Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente como introducción de Liga de la Justicia núm. 18.