Eccediciones

¡Shazam!

 La historia de Shazam se remonta a una época repleta de ideas, ilusión y, por qué no, afán de aprovechar el tirón comercial inaugurado con Superman y Batman por la editorial que hoy conocemos como DC Entertainment. Uno de los mayores visionarios de la época fue Wilford Hamilton Fawcett, antiguo oficial del ejército de Estados Unidos, por lo cual había recibido el apodo de Capitán Billy. Aunque en principio su objetivo era publicar panfletos que encendieran a otros veteranos de guerra, no tardó en darse cuenta de que los superhéroes eran un negocio seguro, de ahí que contratase al guionista Bill Parker para que creara a personajes tales como Ibis el Invencible o Spy Smasher.

Pero el principal acierto de Fawcett, el que estaba llamado a convertirse en su particular gallina de los huevos de oro, llegó en 1940, año en que Parker y el dibujante C.C. Beck crearon al Capitán Marvel en el número 2 de la flamante revista Whiz Comics. Aunque su aspecto físico, basado en el actor Fred McMurray, recordara a Superman por aquello de las botas, la capa, el rostro descubierto y el símbolo del pecho, aquel justiciero era muy distinto de los demás porque apelaba a los anhelos de sus principales lectores potenciales. Y es que aquel fortachón vestido de rojo y amarillo era en realidad Billy Batson, un chaval de 12 años, huérfano para más señas, que llegaba en metro a la guarida de Shazam, un poderoso mago cuyo nombre, una vez pronunciado en voz alta, lo convertía en un adulto con increíbles poderes propios de los dioses de la mitología grecolatina. Así, Billy poseía la sabiduría de Salomón, la fuerza de Hércules, la resistencia de Atlas, el poder de Zeus, el valor de Aquiles y la velocidad de Mercurio, a los cuales se uniría la capacidad de volar. En su primera aventura, Billy se veía las caras con el Doctor Sivana, un científico loco que se convertiría en su archienemigo durante buena parte de la Edad de Oro.

Con todos los ingredientes anteriores, Whiz Comics núm. 2 vendió más de medio millón de copias, lo cual animó a Fawcett a aprovechar al máximo el potencial de su nuevo personaje. Así, Beck y Parker pronto contaron con la colaboración de muchos más autores, algo imprescindible dada la multiplicación de títulos del Capitán Marvel. No tardaron en aparecer nuevos enemigos como Black Adam, el hombre que fuera acólito de Shazam durante el Antiguo Egipto antes de corromperse y de que el hechicero lo desterrara a la estrella más remota del universo, de la que tardaría 5.000 años en volver... justo a tiempo de enfrentarse a Billy Batson. Además, en lo que supuso toda una revolución, el Capitán se rodeó de toda una familia, un elenco de secundarios con poderes (o no) que le apoyaban en sus numerosas andanzas. Entre ellos, destacaron dos. Una era Mary Marvel, una muchacha cuyo aspecto se inspiraba en la actriz Judy Garland y que, en realidad, era la hermana perdida del protagonista. El otro era el Capitán Marvel Jr., esto es, Freddy Freeman, un muchacho cuyo abuelo murió durante un combate entre Batson y uno de sus adversarios, el Capitán Nazi. El propio Freddy estuvo a punto de morir después de la trifulca, de ahí que el protagonista decidiera pedir ayuda a Shazam, que le salvó la vida dándole superpoderes similares a los de su pupilo.

El origen del Capitán Marvel y el tono de sus aventuras en general lo distanciaban mucho de Superman, pero había ciertas similitudes que DC no pasó por alto a la hora de presentar una demanda por plagio. No era la primera vez que lo hacía, y el éxito comercial de la franquicia de Fawcett, que llegó a superar a los títulos del Hombre de Acero, fue un incentivo más para que la cosa terminara en los juzgados. En principio, el Capitán Billy decidió dejar de publicar las aventuras de los Marvel por precaución, pero no tardó en darse cuenta de que las cuentas dependían demasiado de aquellos personajes y volvió a ponerlos en los kioscos. El litigio se convirtió en toda una pesadilla para ambas partes, que batallaron durante años hasta que, en 1954, Fawcett tiró la toalla.

Para entonces, el cómic de superhéroes ya no estaba de moda, y las ganancias que obtenía con el género no compensaban lo que gastaba en abogados. Así pues, aquel año, pagó 400.000 dólares al demandante y se comprometió a no publicar nunca más ninguna historieta donde aparecieran Billy, Mary ni Freddy.

Nada más se supo de ellos durante dos décadas, pero en 1973 el destino puso en práctica su famoso sentido de la ironía. Para entonces, Fawcett Publications había dejado de publicar cómics, y los derechos de la Familia Marvel los había comprado la propia DC. Esta última optó por ubicar a sus “nuevos” personajes en una dimensión alternativa llamada Tierra S, un ejemplo más del partido que se llegó a sacar del concepto de multiverso. Billy, Sivana y sus respectivos aliados se habían pasado todo aquel tiempo en animación suspendida después de un accidente y, cuando por fin despertaron, volvieron a enfrentarse como si no hubiera pasado nada. El único problema era que, en el mundo real, había transcurrido mucho tiempo desde su última aparición, y habían pasado muchas cosas. Una de ellas era que había nacido una nueva editorial, Marvel Comics, que había creado a su propio Capitán Marvel, con lo cual DC no podía utilizar el nombre en la cabecera de su nueva serie. Así, las aventuras de los héroes de Tierra S se publicarían a partir de entonces con el título de Shazam!

Pero las cosas nunca fueron como en los buenos tiempos. La nueva colección no duró demasiado a pesar de contar con autores tan solventes como Dennis O’Neil o Kurt Schaffenberger, y los protagonistas terminaron engrosando antologías como World’s Finest Comics o Adventure Comics. También aparecieron puntualmente en otras series como Justice League of America o DC Comics Presents, donde los lectores tuvieron el placer de ver intercambiar tortazos a Superman y al Capitán Marvel en lo que parecía un experimento metatextual que recordaba a la larga disputa legal que habían mantenido en el pasado.
La situación podría haber cambiado después de la celebérrima Crisis en Tierras Infinitas, saga que integró a Billy en el Universo DC convencional. A partir de entonces, el Capitán Marvel, cuyo origen se modificó levemente para la ocasión, conservaba la personalidad juvenil de Billy Batson cuando se transformaba, lo cual lo convirtió en un gran recurso humorístico durante los primeros números de la Liga de la Justicia Internacional de Keith Giffen. Pero la promoción recibida como miembro de este grupo no despertó el interés en unas futuribles aventuras en solitario del personaje, que, igual que Superman, se vio despojado de su elenco de secundarios clónicos con el objetivo de hacerlo más “especial”. Por suerte, DC terminó comprando al resto de personajes de Fawcett y, en consecuencia, necesitó un título donde ubicarlos.

Fue así como, aprovechando la saga Hora cero, el origen de Billy sufrió una nueva vuelta de tuerca que se materializó en 1994 en forma de la inolvidable novela gráfica El poder de Shazam. Escrita y dibujada por Jerry Ordway, autor de corte clásico y gran amante del personaje, aquella aventura prescindía de Sivana como enemigo jurado del protagonista para otorgar tal honor a Black Adam, lo cual se confirmó en la serie regular que vio la luz poco después. Ordway devolvió a la palestra al Capitán Marvel Jr., a Mary Marvel y a otras antiguas propiedades de Fawcett, y utilizó para ello un tono tradicional que no terminó de cuajar entre unos lectores acostumbrados a cómics mucho más violentos y maduros. Aun así, la cabecera aguantó cuatro años en las librerías estadounidenses, tras lo cual Batson retomó aquel papel secundario que parecía condenado a asumir.

Una de aquellas apariciones se produjo durante Crisis Infinita, saga que supuso la muerte del hechicero Shazam, al que tuvo que sustituir el propio Billy. Pero ¿quién ocuparía el manto del Capitán? La respuesta llegó en la miniserie Las pruebas de Shazam, obra de Judd Winick, Howard Porter y otros autores que terminó con Freddy Freeman convertido en héroe principal de la franquicia. Eso sí, para equiparar título y protagonista, a partir de entonces se hizo llamar Shazam, nombre con que apareció aquí y allá durante una breve temporada.

Llegamos así a 2011 y al anuncio del Nuevo Universo DC, una nueva continuidad en la que, en principio, no iban a aparecer Billy, Freddy, Mary ni ningún personaje que recordara a las creaciones de Beck y Parker. No obstante, se trata de una franquicia con tanto potencial que era cuestión de tiempo que se presentaran ante los lectores con una nueva historia y un nuevo diseño. Y a falta de confianza para otorgarles un título propio, ¿qué mejor plataforma de lanzamiento que como complemento de Liga de la Justicia? Así pues, durante los próximos meses, vamos a asistir a la renovación de uno de los conceptos más aclamados de la Edad de Oro de la mano de un equipo creativo de lujo formado por Geoff Johns y Gary Frank, que prometen muchas novedades y sorpresas para los próximos meses.

Fran San Rafael