Seis meses después de hacerse cargo de Green Arrow, el guionista canadiense Jeff Lemire y el dibujante italiano Andrea Sorrentino han remodelado completamente la serie alterando el carácter del protagonista, renovando su galería de secundarios, modernizando su tono e imprimiendo un ritmo dinámico a la historia mediante el recurso de trasladar constantemente la acción en el espacio y en el tiempo. Pero, entre las novedades que este equipo creativo ha introducido en la colección, destaca el perverso atractivo de los villanos. En el volumen anterior asistimos a la irrupción de Komodo, antiguo protegido del padre de Oliver Queen y ahora enemigo declarado de su hijo. En el presente volumen, el protagonismo (o, mejor dicho, el “antagonismo”) recae sobre uno de los rivales más antiguos y pintorescos de Green Arrow: el Conde Vértigo.
Creado por el legendario guionista Gerry Conway y por el extraordinario artista Trevor von Eeden, el Conde Vértigo debutó enfrentándose a Canario Negro en las páginas de World’s Finest en julio de 1978. Originalmente, se trataba de un aristócrata europeo llamado Werner Zytle que padecía un defecto congénito en el oído interno que le causaba una sensación de desequilibrio permanente. Para librarse de esa zozobra, se hacía implantar un dispositivo que, mediante el envío de señales eléctricas a su cerebro, le devolvía la estabilidad. Percatándose del potencial delictivo del artefacto, Zytle lo modificaba para proyectar en la mente de sus víctimas los síntomas de la acrofobia. Armado con ese aparato y vestido con un traje colorido, el Conde Vértigo no tardó en enfrentarse a Green Arrow, convirtiéndose en uno de los pocos villanos con uniforme con que el arquero se ha tropezado a lo largo de su carrera.
Aunque sus primeras intervenciones fueron anodinas, se beneficiaron de un tratamiento gráfico muy sugestivo. Y es que Trevor von Eeden era una de las grandes promesas del dibujo a fines de los setenta y comienzos de los ochenta. Artista consumado, fue el primer dibujante de color contratado por DC Comics. Era dueño de una estética estilizada y de un sentido de la composición tan experimental e innovador que convirtió sus páginas en un auténtico desafío a la agudeza visual de sus lectores. Durante años, dibujó las historias de complemento que, sobre Green Arrow, se publicaron en la revista World’s Finest. Su familiaridad con el universo del Arquero Esmeralda y su obvio talento artístico le valieron el encargo de ilustrar la primera serie en solitario del enmascarado (¡desde la génesis del héroe en 1941!).

Corría el año 1983 y se trataba de cuatro episodios escritos por Mike W. Barr (a quien los lectores de ECC recordarán por su labor en Grandes autores de Batman: Alan Davis). En la segunda entrega, el Conde Vértigo reapareció para medirse con Green Arrow ataviado con sus mejores galas y sus peores intenciones. En tanto que creador gráfico del personaje, Von Eeden sentía debilidad por un villano cuyos poderes desencadenaban en él un torrente de creatividad y le inspiraban las composiciones más extravagantes (cercanas, incluso, a las figuras imposibles del pintor M.C. Escher). En términos artísticos, aquella confrontación entre el Arquero Esmeralda y su némesis aristocrático se saldó con un éxito rotundo. Pero hubo que esperar casi dos décadas para asistir a un nuevo combate entre ambos. Este paréntesis requiere una explicación.
A finales de los ochenta, el historietista Mike Grell redefinió a Green Arrow para adaptarlo a una audiencia más adulta, primero en la serie limitada The Longbow Hunters (1987) y un año después, en su propia cabecera mensual. Durante 80 episodios, el creador de Warlord impuso un tono amargo y realista a las aventuras del justiciero, manteniéndolo celosamente apartado de la injerencia de cualquier enmascarado que pudiera desbaratar con su presencia la ilusión de realismo. Cuando Grell abandonó el título, sus sucesores se apresuraron a reintegrar al protagonista en el universo superheroico de DC. Pero, en realidad, Oliver Queen no disfrutó apenas de su nuevo statu quo porque, muy pronto, el guionista Chuck Dixon decidió aniquilarlo y sustituirlo por un nuevo Green Arrow encarnado en su hijo Connor Hawke. En el año 2000, el escritor y cineasta Kevin Smith resucitó con éxito a Oliver Queen en la tercera cabecera mensual dedicada al personaje. Fue allí, en 2002, cuando el Conde Vértigo se enfrentó de nuevo al Arquero Esmeralda en un espectacular combate cuerpo a cuerpo que, durante años, zanjó la rivalidad existente entre ambos.
Hoy, Jeff Lemire ha despertado esa enemistad con objeto de crear una mitología reconocible en torno a Green Arrow. Para acomodar al Conde Vértigo en el tenso drama de aventura e intriga en que se ha convertido Green Arrow, el guionista canadiense ha introducido algunas variaciones en la figura del villano. En resumidas cuentas, esta encarnación de Werner Zytle es más letal y despiadada que cualquiera de las anteriores. Legítimo heredero al trono de Vlatava, abandonó su patria siendo apenas un recién nacido. Había estallado una revolución en el interior del país y su familia consideró oportuno que tomase el camino del exilio guiado por su madre. La pareja se instaló en Canadá, donde arrastró una existencia miserable que culminó con la venta de Werner a una corporación que lo sometió a una serie de experimentos y lo convirtió en un arma viviente. El origen de sus poderes no es, por tanto, una prótesis destinada a curar dolencia alguna, sino el resultado de años y años en el interior de un laboratorio. Aunque el joven aristócrata consiguió liberarse de su cautiverio y reconquistar el trono de Vlatava, el resentimiento acumulado cristalizó en un temperamento inflamable y cruel. En estas páginas, reaparece con una nueva y moderna indumentaria diseñada por Andrea Sorrentino. Con su llegada, el universo de Green Arrow se tambalea. Pero ¿qué cabía esperar de alguien con semejantes poderes?
Jorge García
Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Arrow: Vértigo.
Creado por el legendario guionista Gerry Conway y por el extraordinario artista Trevor von Eeden, el Conde Vértigo debutó enfrentándose a Canario Negro en las páginas de World’s Finest en julio de 1978. Originalmente, se trataba de un aristócrata europeo llamado Werner Zytle que padecía un defecto congénito en el oído interno que le causaba una sensación de desequilibrio permanente. Para librarse de esa zozobra, se hacía implantar un dispositivo que, mediante el envío de señales eléctricas a su cerebro, le devolvía la estabilidad. Percatándose del potencial delictivo del artefacto, Zytle lo modificaba para proyectar en la mente de sus víctimas los síntomas de la acrofobia. Armado con ese aparato y vestido con un traje colorido, el Conde Vértigo no tardó en enfrentarse a Green Arrow, convirtiéndose en uno de los pocos villanos con uniforme con que el arquero se ha tropezado a lo largo de su carrera.
Aunque sus primeras intervenciones fueron anodinas, se beneficiaron de un tratamiento gráfico muy sugestivo. Y es que Trevor von Eeden era una de las grandes promesas del dibujo a fines de los setenta y comienzos de los ochenta. Artista consumado, fue el primer dibujante de color contratado por DC Comics. Era dueño de una estética estilizada y de un sentido de la composición tan experimental e innovador que convirtió sus páginas en un auténtico desafío a la agudeza visual de sus lectores. Durante años, dibujó las historias de complemento que, sobre Green Arrow, se publicaron en la revista World’s Finest. Su familiaridad con el universo del Arquero Esmeralda y su obvio talento artístico le valieron el encargo de ilustrar la primera serie en solitario del enmascarado (¡desde la génesis del héroe en 1941!).

Corría el año 1983 y se trataba de cuatro episodios escritos por Mike W. Barr (a quien los lectores de ECC recordarán por su labor en Grandes autores de Batman: Alan Davis). En la segunda entrega, el Conde Vértigo reapareció para medirse con Green Arrow ataviado con sus mejores galas y sus peores intenciones. En tanto que creador gráfico del personaje, Von Eeden sentía debilidad por un villano cuyos poderes desencadenaban en él un torrente de creatividad y le inspiraban las composiciones más extravagantes (cercanas, incluso, a las figuras imposibles del pintor M.C. Escher). En términos artísticos, aquella confrontación entre el Arquero Esmeralda y su némesis aristocrático se saldó con un éxito rotundo. Pero hubo que esperar casi dos décadas para asistir a un nuevo combate entre ambos. Este paréntesis requiere una explicación.
A finales de los ochenta, el historietista Mike Grell redefinió a Green Arrow para adaptarlo a una audiencia más adulta, primero en la serie limitada The Longbow Hunters (1987) y un año después, en su propia cabecera mensual. Durante 80 episodios, el creador de Warlord impuso un tono amargo y realista a las aventuras del justiciero, manteniéndolo celosamente apartado de la injerencia de cualquier enmascarado que pudiera desbaratar con su presencia la ilusión de realismo. Cuando Grell abandonó el título, sus sucesores se apresuraron a reintegrar al protagonista en el universo superheroico de DC. Pero, en realidad, Oliver Queen no disfrutó apenas de su nuevo statu quo porque, muy pronto, el guionista Chuck Dixon decidió aniquilarlo y sustituirlo por un nuevo Green Arrow encarnado en su hijo Connor Hawke. En el año 2000, el escritor y cineasta Kevin Smith resucitó con éxito a Oliver Queen en la tercera cabecera mensual dedicada al personaje. Fue allí, en 2002, cuando el Conde Vértigo se enfrentó de nuevo al Arquero Esmeralda en un espectacular combate cuerpo a cuerpo que, durante años, zanjó la rivalidad existente entre ambos.
Hoy, Jeff Lemire ha despertado esa enemistad con objeto de crear una mitología reconocible en torno a Green Arrow. Para acomodar al Conde Vértigo en el tenso drama de aventura e intriga en que se ha convertido Green Arrow, el guionista canadiense ha introducido algunas variaciones en la figura del villano. En resumidas cuentas, esta encarnación de Werner Zytle es más letal y despiadada que cualquiera de las anteriores. Legítimo heredero al trono de Vlatava, abandonó su patria siendo apenas un recién nacido. Había estallado una revolución en el interior del país y su familia consideró oportuno que tomase el camino del exilio guiado por su madre. La pareja se instaló en Canadá, donde arrastró una existencia miserable que culminó con la venta de Werner a una corporación que lo sometió a una serie de experimentos y lo convirtió en un arma viviente. El origen de sus poderes no es, por tanto, una prótesis destinada a curar dolencia alguna, sino el resultado de años y años en el interior de un laboratorio. Aunque el joven aristócrata consiguió liberarse de su cautiverio y reconquistar el trono de Vlatava, el resentimiento acumulado cristalizó en un temperamento inflamable y cruel. En estas páginas, reaparece con una nueva y moderna indumentaria diseñada por Andrea Sorrentino. Con su llegada, el universo de Green Arrow se tambalea. Pero ¿qué cabía esperar de alguien con semejantes poderes?
Jorge García
Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Arrow: Vértigo.