Eccediciones
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Un universo oscuro y nuevo

Son tiempos difíciles para el mundo real, duros: los espejismos económicos de la última década han estallado uno tras otro, rociándonos a todos con esquirlas y fragmentos como metralla. La historia nos demuestra una y otra vez que la cultura no es impermeable a la realidad que se vive en el día a día; todo lo contrario, se empapa de ella y la refleja de múltiples formas: para propiciar reflexiones, para retratarla desde la distorsión o el realismo, incluso para proporcionar un refugio ficticio de las miserias cotidianas. Cada época viene marcada por una tendencia que puede ir desde el optimismo exuberante de los años cincuenta a la preocupación por el realismo que marcó la década de los ochenta para luego corromperse durante los años noventa.

Las épocas duras –como esta segunda década del nuevo milenio– vienen asociadas a tendencias claras, entre las cuales encontramos el uso de clásicos renovados –¿cuántas películas con ver- siones adultas de cuentos infantiles y figuras mitológicas llevamos en lo que va de lustro?– y la utilización de personajes protagonistas con los que el lector medio pueda empatizar e incluso verse reflejado en ellos, gente corriente con problemas corrientes que consigue hacer cosas extraordinarias. El Nuevo Universo DC bebe de ambas tendencias y este tomo es un muy buen ejemplo de ello.

John Constantine ha sido uno de los personajes favoritos de los lectores pertenecientes a la década de los noventa y el segundo milenio ya desde sus primeras apariciones. ¿Cómo va a sorprendernos tal éxito? Su carácter socarrón, su actitud cargada de insensato coraje y el misterioso mundo en el que vive sumergido lo convierten en una figura atractiva, pero lo que lo hace distinto a cualquier otro hechicero moderno es hasta qué punto podemos sentirnos identificados con él. ¿Con quién preferirías ir de cañas, con el Doctor Destino o con John Constantine? ¿Que qué hay del Capitán Marvel? ¡Si ni siquiera tiene edad para beber! El Nuevo Universo DC necesitaba dar a John Constantine un papel clave, transformarlo de personaje secundario a líder de la Liga de la Justicia Oscura para que reclamase el papel protagonista que siempre ha merecido.

El segundo gran personaje con el que es imposible no empatizar es Animal Man. Cuando Batman termina su trabajo, se pone la máscara de Bruce Wayne y dirige un conglomerado de empresas. Cuando Superman termina su trabajo... espera, el trabajo de Superman nunca termina. Lo que quiero decir es que no son muchos los héroes que, una vez terminada su tarea, regresen a casa para llevar una vida tranquila en pareja mientras intentan educar a sus hijos. Animal Man es un héroe en el que podemos vernos reflejados en tiempos “de guerra” y también de paz. Su origen puramente humano, la naturaleza inhóspita e impredecible de sus poderes y la vida doméstica que persigue lo separan de la gran mayoría de justicieros, dándole una personalidad propia que lo hace muy atractivo en estos tiempos en los que el heroísmo demuestra que puede surgir de lo cotidiano.

Los mitos clásicos tienen un valor imperecedero, además de ofrecer una ventaja clara para los autores: el poder optar por el enfoque deseado con la seguridad de que nunca dejará de resonar en el lector. Así, figuras como el monstruo de Frankenstein, los vampiros o los demonios son omnipresentes en la cultura occidental, por lo que su presen- cia en esta nueva DC es tan comprensible como prometedora. Sin embargo, es importante señalar que quien espere una visión fiel al concepto clásico de estos personajes va a llevarse un chasco: Frankenstein es una criatura apartada del resto de la sociedad por su naturaleza antinatural, pero en ningún caso es el personaje original ideado por Mary Shelley, y mucho menos el marginado torpe popularizado en las películas.

¿Qué decir del vampiro? Desde Nosferatu hasta el polifacético monstruo encarnado por Gary Oldman, pasando por el Drácula de Bram Stoker y el chupasangres de exquisito acento que retrató Bela Lugosi, no existen dos vampiros completamente iguales. Desde DC se nos ofrece una nueva versión, asociada a la nigromancia y los poderes oscuros, que añade matices a una figura tan versátil como atractiva. En unos tiempos en los que se llama “vampiro” a un conquistador fluorescente, era necesario.
Los demonios, como criaturas puramente ultraterrenas, también tienen lugar en un universo como el que nos ocupa, en el que la magia juega un papel tan importante: desde las más altas oficinas de la editorial se viene avisando desde hace ya tiempo que el peso de lo esotérico iba a aumentar de forma considerable, y las advertencias se han hecho realidad. Además, DC ya tiene su propio demonio con una dilatada trayectoria a sus espaldas: vamos a descubrir el nuevo rostro del infierno de la mano de Etrigan y conocer los orígenes de su posición. Ojalá no seáis escrupulosos, porque no será agradable.

Pero no hace falta irse a los clásicos o a formulas probadas para encontrar personajes dignos de un cambio significativo, de un enfoque que por un lado les aporte matices distintivos y, por otro, los integre en un universo coherente. Es el caso de OMAC, Mister Terrific, el cuerpo de Blackhawks, Deadman y los héroes Halcón y Paloma. Procedentes de trasfondos, autores y hasta atmósferas distintas –OMAC bebe de la ciencia ficción pura, Deadman cabalga entre lo esotérico y el terror, Mister Terrific es un justiciero que utiliza su ingenio para desenvolverse en un entorno superheróico, mientras que Halcón y Paloma se ajustan al arquetipo de superhéroe–, en todos ellos queda patente que ahora forman parte de un mundo nuevo en el que van a tener un papel clave.

Este tomo es un excepcional vistazo a la nueva DC para conocer a fondo la vertiente más vinculada a los géneros de terror y ciencia ficción, elementos de permanente presencia en el mundo de los superhéroes: desde clásicos renovados hasta elementos traídos del pasado para un nuevo asalto; desde viejos conocidos convertidos en personajes fundamentales a favoritos de los aficionados. En el Universo DC hay sitio para todas las ideas, ¿subes?

Alberto Morán Roa

- Previa (portada y cinco páginas interiores) de La Oscuridad: Año Cero.