Los dibujantes habituales de Green Lantern se toman un merecido descanso este mes del que volverán ya en la próxima entrega de la serie. Por una parte, en el capítulo correspondiente a New Guardians, el brasileño Andrei Bressan enmienda la plana a Brad Walker. No es la primera vez que vemos a este autor en dicho título ni tampoco en otros del Universo DC, ya que lleva unos cuantos años cumpliendo encargos puntuales para colecciones como, por ejemplo, Batman and Robin. Y seguro que lo volveremos a ver en breve.
No obstante, y sin desmerecer a Bressan, la verdadera estrella de este número es Dale Eaglesham, que sustituye a Billy Tan en el episodio extraído de Green Lantern, la serie madre. Este canadiense nacido en 1962 es actualmente uno de los referentes del género superheroico en estado puro, un estatus que se ha ganado paso a paso desde que comenzara su carrera a mediados de los años ochenta. Y lo hizo cumpliendo el sueño de aquel niño que hizo sus primeros garabatos en la casa familiar de Québec: con Conan el Bárbaro. Las aventuras del cimmerio le abrieron de par en par las puertas de Marvel, para la que realizó numerosas encargos (entre ellos, las aventuras de Punisher) mientras aceptaba trabajos para editoriales independientes como Acclaim o Dark Horse.
No obstante, sería a finales de los años noventa, al iniciar una colaboración habitual con DC Comics, cuando se convertiría en una estrella. Su nueva casa le encomendó títulos tan importantes como Batman: Gotham Knights o Green Lantern en la época de máximo esplendor de Kyle Rayner. Su estancia en esta última serie le sirvió para ganarse a numerosos seguidores que, a partir de entonces, lo seguirían a todas partes. Uno de sus destinos era CrossGen, otra independiente, en este caso de vida efímera a pesar del indudable talento de los autores que trabajaron para ella, incluidos Greg Land, Brandon Peterson o el mismísimo George Pérez.
Terminadas sus andanzas en el mercado ajeno a las grandes, Eaglesham regresó a DC en 2005 por todo lo alto: con un contrato en exclusiva. Fruto de este fueron dos de las obras que más se recuerdan de aquella época. La primera fue Villanos unidos, miniserie relacionada con Crisis Infinita y escrita por Gail Simone que presentó a los Seis Secretos contemporáneos con un tono más cercano al del Escuadrón Suicida, esto es, con villanos reconvertidos en héroes debido a las circunstancias y, en muchas ocasiones, sin ningunas ganas. El canadiense solo se ocupó de aquella miniserie inaugural, y cedió los lápices a Brad Walker y Nicola Scott para encargarse de JSA entre 2007 y 2008. Se trataba del relanzamiento del grupo en la que fuera la segunda etapa de Geoff Johns al frente de sus vicisitudes, que incluían el retorno del Superman afligido pero imponente de Kingdom Come. Allí, Eaglesham tuvo ocasión de lucir versatilidad con un reparto muy numeroso que, además, abarcaba varias generaciones y presentaba poderes de todo tipo. Incluso tuvo ocasión de presentar a algunos nuevos, en muchos casos con diseños de Alex Ross, si bien la versión que quedó para la posteridad fue la suya.
Es curioso que la Sociedad de la Justicia, en otros tiempos un grupo nada comercial, se hubiera convertido en uno de los referentes de DC Comics. El dibujante supo aprovechar la oportunidad y los ingredientes que le ofrecían el guionista y el variopinto relato para realizar una labor encomiable. Así, a pesar de ausencias en que lo sustituyeron Jerry Ordway y Fernando Pasarín, realizó los episodios suficientes para llamar la atención del jurado de los premios Joe Shuster, que le otorgaron el galardón al mejor dibujante por las aventuras de Jay Garrick, Alan Scott y compañía. No era el primer premio que recibía ni mucho menos, ya que también había obtenido un merecido reconocimiento por, por ejemplo, la mencionada Villanos unidos (premio Wizard Fan a la mejor serie limitada).
Terminada aquella época crucial de su carrera, Eaglesham decidió volver a su primer hogar, Marvel Comics. Allí, pudo seguir cumpliendo sueños de infancia, ya que se encargó de las aventuras de los Cuatro Fantásticos y el Capitán América (o mejor dicho, de Steve Rogers), todo un regalo para un seguidor de Jack Kirby como él. Pero lejos de conformarse con eso, también pasó por una fase experimental en que prescindió de entintadores para realizar lápices muy detallados que se coloreaban directamente, una técnica que no está al alcance de todos los autores aunque, eso sí, el resultado sea tan atractivo como el que vemos en Flash de la mano de Francis Manapul. Y por si todo lo anterior fuera poco, también tuvo ocasión de ilustrar las nuevas andanzas de Alpha Flight, el grupo de superhéroes oriundo de su país, Canadá. Y quién mejor que un compatriota para plasmar los suntuosos paisajes del vasto país norteamericano.
Terminado su compromiso con la Casa de las Ideas, Eaglesham volvió a coquetear con DC Entertainment en un terreno que le resultaba tan familiar como seguro: el de Green Lantern. Hace apenas unas entregas, se encargó de uno de los episodios relacionados con el “Mes de los villanos” que vimos en esta misma colección, y en este cuaderno regresa a casa para narrar un capítulo que será crucial a corto plazo. Por suerte, no será su última aportación a la franquicia. Después de estos trabajos puntuales, Eaglesham pasará a ocuparse todos los meses de Sinestro, una nueva colección de próxima aparición en Estados Unidos. Escrita por Cullen Bunn (The Damned, Deadpool Kills the Marvel Universe), promete ser uno de los éxitos de la editorial en 2014 de cara a la inminente conclusión de Maldad eterna. No en vano, y a pesar de las historias que se han escrito sobre él, Sinestro aún tiene mucho que contar, sobre todo ahora que Hal Jordan y Kilowog se han empeñado en restringir el uso de los anillos de colores. Y es obvio que nuestro korugariano preferido no aceptará quedarse sin sus queridos poderes así como así.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Lantern núm. 27.
No obstante, y sin desmerecer a Bressan, la verdadera estrella de este número es Dale Eaglesham, que sustituye a Billy Tan en el episodio extraído de Green Lantern, la serie madre. Este canadiense nacido en 1962 es actualmente uno de los referentes del género superheroico en estado puro, un estatus que se ha ganado paso a paso desde que comenzara su carrera a mediados de los años ochenta. Y lo hizo cumpliendo el sueño de aquel niño que hizo sus primeros garabatos en la casa familiar de Québec: con Conan el Bárbaro. Las aventuras del cimmerio le abrieron de par en par las puertas de Marvel, para la que realizó numerosas encargos (entre ellos, las aventuras de Punisher) mientras aceptaba trabajos para editoriales independientes como Acclaim o Dark Horse.
No obstante, sería a finales de los años noventa, al iniciar una colaboración habitual con DC Comics, cuando se convertiría en una estrella. Su nueva casa le encomendó títulos tan importantes como Batman: Gotham Knights o Green Lantern en la época de máximo esplendor de Kyle Rayner. Su estancia en esta última serie le sirvió para ganarse a numerosos seguidores que, a partir de entonces, lo seguirían a todas partes. Uno de sus destinos era CrossGen, otra independiente, en este caso de vida efímera a pesar del indudable talento de los autores que trabajaron para ella, incluidos Greg Land, Brandon Peterson o el mismísimo George Pérez.
Terminadas sus andanzas en el mercado ajeno a las grandes, Eaglesham regresó a DC en 2005 por todo lo alto: con un contrato en exclusiva. Fruto de este fueron dos de las obras que más se recuerdan de aquella época. La primera fue Villanos unidos, miniserie relacionada con Crisis Infinita y escrita por Gail Simone que presentó a los Seis Secretos contemporáneos con un tono más cercano al del Escuadrón Suicida, esto es, con villanos reconvertidos en héroes debido a las circunstancias y, en muchas ocasiones, sin ningunas ganas. El canadiense solo se ocupó de aquella miniserie inaugural, y cedió los lápices a Brad Walker y Nicola Scott para encargarse de JSA entre 2007 y 2008. Se trataba del relanzamiento del grupo en la que fuera la segunda etapa de Geoff Johns al frente de sus vicisitudes, que incluían el retorno del Superman afligido pero imponente de Kingdom Come. Allí, Eaglesham tuvo ocasión de lucir versatilidad con un reparto muy numeroso que, además, abarcaba varias generaciones y presentaba poderes de todo tipo. Incluso tuvo ocasión de presentar a algunos nuevos, en muchos casos con diseños de Alex Ross, si bien la versión que quedó para la posteridad fue la suya.
Es curioso que la Sociedad de la Justicia, en otros tiempos un grupo nada comercial, se hubiera convertido en uno de los referentes de DC Comics. El dibujante supo aprovechar la oportunidad y los ingredientes que le ofrecían el guionista y el variopinto relato para realizar una labor encomiable. Así, a pesar de ausencias en que lo sustituyeron Jerry Ordway y Fernando Pasarín, realizó los episodios suficientes para llamar la atención del jurado de los premios Joe Shuster, que le otorgaron el galardón al mejor dibujante por las aventuras de Jay Garrick, Alan Scott y compañía. No era el primer premio que recibía ni mucho menos, ya que también había obtenido un merecido reconocimiento por, por ejemplo, la mencionada Villanos unidos (premio Wizard Fan a la mejor serie limitada).
Terminada aquella época crucial de su carrera, Eaglesham decidió volver a su primer hogar, Marvel Comics. Allí, pudo seguir cumpliendo sueños de infancia, ya que se encargó de las aventuras de los Cuatro Fantásticos y el Capitán América (o mejor dicho, de Steve Rogers), todo un regalo para un seguidor de Jack Kirby como él. Pero lejos de conformarse con eso, también pasó por una fase experimental en que prescindió de entintadores para realizar lápices muy detallados que se coloreaban directamente, una técnica que no está al alcance de todos los autores aunque, eso sí, el resultado sea tan atractivo como el que vemos en Flash de la mano de Francis Manapul. Y por si todo lo anterior fuera poco, también tuvo ocasión de ilustrar las nuevas andanzas de Alpha Flight, el grupo de superhéroes oriundo de su país, Canadá. Y quién mejor que un compatriota para plasmar los suntuosos paisajes del vasto país norteamericano.
Terminado su compromiso con la Casa de las Ideas, Eaglesham volvió a coquetear con DC Entertainment en un terreno que le resultaba tan familiar como seguro: el de Green Lantern. Hace apenas unas entregas, se encargó de uno de los episodios relacionados con el “Mes de los villanos” que vimos en esta misma colección, y en este cuaderno regresa a casa para narrar un capítulo que será crucial a corto plazo. Por suerte, no será su última aportación a la franquicia. Después de estos trabajos puntuales, Eaglesham pasará a ocuparse todos los meses de Sinestro, una nueva colección de próxima aparición en Estados Unidos. Escrita por Cullen Bunn (The Damned, Deadpool Kills the Marvel Universe), promete ser uno de los éxitos de la editorial en 2014 de cara a la inminente conclusión de Maldad eterna. No en vano, y a pesar de las historias que se han escrito sobre él, Sinestro aún tiene mucho que contar, sobre todo ahora que Hal Jordan y Kilowog se han empeñado en restringir el uso de los anillos de colores. Y es obvio que nuestro korugariano preferido no aceptará quedarse sin sus queridos poderes así como así.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Green Lantern núm. 27.