Eccediciones
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Un plato frío

 La venganza es un tema recurrente en la historia de la literatura. Pensemos en Orestes, asesinando a su madre para vengar la muerte de su padre. En Hamlet conspirando contra su padrastro (que había envenado a su progenitor). O en el Conde de Montecristo urdiendo una compleja intriga para acabar con quienes lo traicionaron y lo encarcelaron. En estos tres casos, el relato concluye una vez consumada la venganza. En cambio, los héroes de la cultura popular -sujetos a las leyes del mercado- no tienen descanso y continúan sus andanzas aun habiendo ajustado las cuentas con quien arruinó su vida. Es el caso de Batman, de Punisher y, por supuesto, de Dago, obra maestra del guionista Robin Wood y del dibujante Alberto Salinas.

En el primer volumen de Dago asistimos al desarrollo de una conspiración para acabar con el linaje veneciano de los Renzi. Sólo César -primogénito de la familia- escapa milagrosamente a la masacre hundiéndose en las aguas del canal y emergiendo en la cubierta de un navío turco. Allí cae prisionero y adquiere una nueva identidad: Dago, el esclavo. A partir de entonces, inicia una segunda existencia en la que se endurece bajo el látigo de mil amos distintos. Esta servidumbre le fuerza a desarrollar un instinto infalible para leer en el corazón de las personas y le obliga a madurar la astucia necesaria para sobrevivir a las intrigas de sus enemigos y para vengar el asesinato de su familia.

En este segundo volumen, Dago continúa el aprendizaje que lo transforma en un justiciero severo, eficaz e incorruptible. Su progresión lo lleva, incluso, a mudar su condición de cautivo por la de miembro del exclusivo cuerpo de Jenízaros, la guardia imperial turca. En teoría, esta nueva posición lo sitúa más cerca de cumplir su objetivo. Pero, en realidad, lo enreda en un enmarañado juego de complots y maniobras políticas cuyo tablero abarca la totalidad del mundo mediterráneo. Y es que el personaje gozaba de un éxito tan abrumador que Wood se vio obligado a diferir el momento de la venganza en aras del disfrute de sus lectores, encandilados por el repertorio de estrategia y brutalidad que Dago desplegaba en cada nueva aventura.

Dago de Wood y Salinas es una obra maestra del entretenimiento que se lee con avidez por saber qué pasará a continuación y con temor porque la historia acabe finalmente. Sabemos que, tarde o temprano, Dago tendrá su revancha. Pero no nos importa esperar si ello nos depara historias tan trepidantes como las de este volumen. Al fin y al cabo, la venganza es un plato que se sirve frío.

Jorge García