Artículo publicado originalmente en las páginas de Animal Man núm. 3. Atención: contiene spoilers relativos a entregas anteriores de la colección y a la saga Mundo Putrefacto.
Creado en 1965 por el guionista Dave Wood y por el dibujante Carmine Infantino para el número 180 de la revista Strange Adventures, Animal Man parecía un héroe condenado a la marginalidad. En su primera encarnación, era un especialista de cine que, alcanzado por la explosión de una nave espacial, adquiría el don de absorber las habilidades de los animales situados a su alrededor. Durante media docena de episodios, dedicaba esos poderes a impedir invasiones alienígenas y a combatir pintorescos villanos.
Pero sus virtudes no bastaron para ganarle el aprecio del público y, prácticamente, desapareció de la circulación durante casi dos décadas. En 1983, reapareció en las páginas de Action Comics junto a un puñado de personajes poco memorables (como el Hombre Inmortal, Congorila o Dane Dorrance) con quienes fundó los Héroes Olvidados. Aunque este grupo vivió una aventura bellamente dibujada por el gran Gil Kane, limitó su precaria existencia a aquella historia y a una breve intervención posterior en el desenlace de Crisis en Tierras Infinitas. Cuando Marv Wolfman y George Perez restauraron el orden en el enjambre de universos paralelos de DC Comics, el hombre con poderes animales se sumió en un nuevo letargo del que despertó definitivamente gracias al escocés Grant Morrison.
La incorporación de este autor a la nómina de colaboradores de la editorial neoyorquina obedecía a una estrategia específica: reproducir el fenómeno de Alan Moore mediante la contratación de escritores británicos. En consecuencia, una nueva hornada de guionistas sucedió al creador de Watchmen a finales de los ochenta. De todos ellos, Morrison era quizá el más insolente, atrevido y ambicioso. Esa combinación de audacia, frescura y talento (que ya había cristalizado en Zenith, una serie para el semanario británico 2000 A.D. sobre un cantante de pop ególatra y superpoderoso) culminó en Animal Man, posiblemente su mejor obra de aquel período.
Desde septiembre de 1988 hasta agosto de 1990, y durante 26 entregas (más un inserto en la serie Secret Origins), Morrison remodeló completamente a Buddy Baker. De entrada, lo convirtió en un moderno padre de familia que retomaba su carrera de superhéroe para amortizar económicamente sus poderes. A continuación, Animal Man experimentaba toda clase de vuelcos en su vida: asumía la defensa de los derechos de los animales, descubría el verdadero origen de sus habilidades, afrontaba el asesinato de su familia, tomaba conciencia de su condición de personaje de cómic y, finalmente, se reunía con su Hacedor —el propio Morrison— para solicitar la resurrección de su esposa y de sus hijos. El resultado fue una obra inspirada, brillante e imaginativa que puso a sus continuadores en el apuro de mantenerse a la altura. ¿Qué guionista podría repetir la fórmula del escocés?
La respuesta a esta pregunta tardó dos años en llegar. Tras un intervalo de 24 episodios (escritos con esmero por el británico Peter Milligan y por el estadounidense Tom Veitch sucesivamente), Jamie Delano desembarcó en las páginas de Animal Man. A priori tenía el perfil requerido. No solo era un escritor habilidoso e inteligente, sino que había heredado con anterioridad otros personajes lastrados por el peso de una herencia abrumadora. Sin ir más lejos, su amigo Alan Moore lo había propuesto para inaugurar las aventuras de John Constantine en Hellblazer. Tras modelar a su antojo al mago de Liverpool, Delano se propuso alcanzar el mismo objetivo en la cabecera del hombre con poderes animales. Para sentar los cimientos de esta nueva etapa, empleó recursos propios del género de horror, de la mitología y de la ciencia ficción. Pero, sobre todo, edificó su relato sobre los huesos del protagonista.
En efecto, Buddy Baker moría arrollado por un camión en el número 51 de Animal Man. Acto seguido emprendía una odisea fúnebre que le conducía a un lugar más allá de la muerte llamado el Rojo, un espacio inmaterial habitado por la esencia de los animales pasados y presentes. Una vez instalado en ese territorio fantasmagórico —doblemente espectral gracias al trazo de Steve Pugh—, decidía volver a la vida. Para ello, se apoderaba del alma de pequeñas bestias ascendiendo penosamente en la escala evolutiva hasta alcanzar la forma humana en una espectacular resurrección. Tras su renacimiento, Animal Man asumía un nuevo papel como personificación del Rojo en la Tierra. Convertido en un mesías animal, instauraba un culto religioso en torno a sí mismo y a su hija Maxine, que, en el transcurso de la historia, desarrollaba habilidades similares a las suyas. A la altura del número 79 —el último escrito por Delano—, el protagonista llevaba las implicaciones bíblicas de sus actos a sus últimas consecuencias y moría definitivamente en un sacrificio ritual que combinaba sexo, necrofagia y mitología.
“Definitivamente” es, sin embargo, un término demasiado rotundo para la naturaleza mensual de una serie de cómic. Mientras haya público suficiente, un editor jamás cancelará un título por motivos artísticos. Esta regla tiene contadas excepciones y Animal Man no es una de ellas. Una vez concluido su ciclo narrativo, Delano y Pugh fueron reemplazados por el escritor Jerry Prosser y por el artista Fred Harper. Este equipo trató de galvanizar el cadáver de Buddy Baker durante 10 episodios. Pero se esforzaron en vano. En noviembre de 1995 llegó la clausura “definitiva” de la serie con 89 números a sus espaldas.
Pese a la cancelación de su cabecera, la popularidad del protagonista impidió que su figura cayera en el olvido. En años sucesivos, apareció con regularidad en los títulos de la editorial y participó activamente en los apocalipsis que —como Crisis Infinita, La noche más oscura o 52— sacudieron el panteón superheroico de la compañía. Incluso disfrutó de la serie limitada Los últimos días de Animal Man publicada en mayo de 2009. Durante seis entregas, el veterano guionista Gerry Conway y el joven dibujante Chris Batista relataron el ocaso de Buddy Baker en el año 2024. En ese futuro venidero, el héroe con poderes animales afrontaba el peso creciente de la edad, la pérdida paulatina de sus poderes y la irrupción brutal de una nueva generación de villanos más feroces y crueles que nunca. Pero, antes de confrontar los peligros de ese porvenir imaginario, Buddy Baker debía hacer frente a un desafío inmediato: el lanzamiento de su nueva cabecera mensual en noviembre de 2011.
Inserta en el Nuevo Universo DC, esta nueva etapa de Animal Man ha revivido los éxitos de Morrison y Delano. Al frente de la colección, un equipo creativo joven y fresco compuesto por el guionista Jeff Lemire y el dibujante Travel Foreman (asistido por el espléndido colorista Lovern Kindzierski). Lemire aprovechó elementos establecidos en etapas anteriores para redefinir al personaje y acomodarlo al gusto del público del siglo XXI. Entre otros cambios significativos, alteró el origen de sus poderes subordinándolo a una maniobra estratégica del Rojo. Tal como quedó establecido en el episodio cero de la serie (incluido en el indispensable volumen La oscuridad: Año cero), el Rojo ha forjado desde los tiempos prehistóricos una larga lista de campeones destinados a proteger la vida en la Tierra. Buddy Baker es, por tanto, el último eslabón de una larga cadena de “Hombres Animales”. Sin embargo, presenta una singularidad respecto a sus antecesores: ejerce interinamente ese puesto porque la verdadera destinataria del cargo, su hija Maxine, aún no ha alcanzado la madurez. Entretanto, Buddy Baker lleva una existencia apacible y sin demasiados sobresaltos como superhéroe en San Diego. Pero cuando descubre la verdadera fuente de sus habilidades, la incertidumbre se instala en su vida y en la de su familia.
Para empezar, el abyecto Anton Arcane (liderando las fuerzas de la Putrefacción en la Tierra) encarga la captura de Maxine a los Cazadores. Durante 18 episodios, este trío espeluznante acosa sin tregua a la familia de Animal Man. Finalmente, la persecución desemboca en la muerte del joven Cliff Baker y en la separación del matrimonio formado por Ellen y Buddy. Los cinco episodios reunidos en este tercer volumen de Animal Man se enmarcan, pues, en un contexto de luto y de crisis familiar. Escritos por Lemire y dibujados por un espléndido ramillete de artistas (que incluye al español Francis Portela), estos capítulos inician un nuevo arco argumental titulado “Especie disidente”. En sus páginas, el hombre con poderes animales sobrelleva como puede el peso de la pena y las molestias derivadas de su reciente fama como actor. Al mismo tiempo, lucha contra una secta de maníacos dominados por el vicio de sustituir quirúrgicamente sus propios órganos por los de las bestias más peregrinas. Tras estos “disidentes” se esconde la mano del Hermano Sangre, un antiguo rival de los Nuevos Titanes que aquí se muestra en todo su siniestro y sombrío esplendor.
A punto de cumplir 50 años desde su creación, Buddy Baker ha dejado de ser un marginado en el cosmos DC. En verdad, ha recorrido un largo camino desde su génesis en Strange Adventures hasta su última encarnación en Animal Man. Una odisea por la senda de los héroes. Y un paseo por el lado salvaje.
Jorge García
Creado en 1965 por el guionista Dave Wood y por el dibujante Carmine Infantino para el número 180 de la revista Strange Adventures, Animal Man parecía un héroe condenado a la marginalidad. En su primera encarnación, era un especialista de cine que, alcanzado por la explosión de una nave espacial, adquiría el don de absorber las habilidades de los animales situados a su alrededor. Durante media docena de episodios, dedicaba esos poderes a impedir invasiones alienígenas y a combatir pintorescos villanos.
Pero sus virtudes no bastaron para ganarle el aprecio del público y, prácticamente, desapareció de la circulación durante casi dos décadas. En 1983, reapareció en las páginas de Action Comics junto a un puñado de personajes poco memorables (como el Hombre Inmortal, Congorila o Dane Dorrance) con quienes fundó los Héroes Olvidados. Aunque este grupo vivió una aventura bellamente dibujada por el gran Gil Kane, limitó su precaria existencia a aquella historia y a una breve intervención posterior en el desenlace de Crisis en Tierras Infinitas. Cuando Marv Wolfman y George Perez restauraron el orden en el enjambre de universos paralelos de DC Comics, el hombre con poderes animales se sumió en un nuevo letargo del que despertó definitivamente gracias al escocés Grant Morrison.
La incorporación de este autor a la nómina de colaboradores de la editorial neoyorquina obedecía a una estrategia específica: reproducir el fenómeno de Alan Moore mediante la contratación de escritores británicos. En consecuencia, una nueva hornada de guionistas sucedió al creador de Watchmen a finales de los ochenta. De todos ellos, Morrison era quizá el más insolente, atrevido y ambicioso. Esa combinación de audacia, frescura y talento (que ya había cristalizado en Zenith, una serie para el semanario británico 2000 A.D. sobre un cantante de pop ególatra y superpoderoso) culminó en Animal Man, posiblemente su mejor obra de aquel período.
Desde septiembre de 1988 hasta agosto de 1990, y durante 26 entregas (más un inserto en la serie Secret Origins), Morrison remodeló completamente a Buddy Baker. De entrada, lo convirtió en un moderno padre de familia que retomaba su carrera de superhéroe para amortizar económicamente sus poderes. A continuación, Animal Man experimentaba toda clase de vuelcos en su vida: asumía la defensa de los derechos de los animales, descubría el verdadero origen de sus habilidades, afrontaba el asesinato de su familia, tomaba conciencia de su condición de personaje de cómic y, finalmente, se reunía con su Hacedor —el propio Morrison— para solicitar la resurrección de su esposa y de sus hijos. El resultado fue una obra inspirada, brillante e imaginativa que puso a sus continuadores en el apuro de mantenerse a la altura. ¿Qué guionista podría repetir la fórmula del escocés?
La respuesta a esta pregunta tardó dos años en llegar. Tras un intervalo de 24 episodios (escritos con esmero por el británico Peter Milligan y por el estadounidense Tom Veitch sucesivamente), Jamie Delano desembarcó en las páginas de Animal Man. A priori tenía el perfil requerido. No solo era un escritor habilidoso e inteligente, sino que había heredado con anterioridad otros personajes lastrados por el peso de una herencia abrumadora. Sin ir más lejos, su amigo Alan Moore lo había propuesto para inaugurar las aventuras de John Constantine en Hellblazer. Tras modelar a su antojo al mago de Liverpool, Delano se propuso alcanzar el mismo objetivo en la cabecera del hombre con poderes animales. Para sentar los cimientos de esta nueva etapa, empleó recursos propios del género de horror, de la mitología y de la ciencia ficción. Pero, sobre todo, edificó su relato sobre los huesos del protagonista.
En efecto, Buddy Baker moría arrollado por un camión en el número 51 de Animal Man. Acto seguido emprendía una odisea fúnebre que le conducía a un lugar más allá de la muerte llamado el Rojo, un espacio inmaterial habitado por la esencia de los animales pasados y presentes. Una vez instalado en ese territorio fantasmagórico —doblemente espectral gracias al trazo de Steve Pugh—, decidía volver a la vida. Para ello, se apoderaba del alma de pequeñas bestias ascendiendo penosamente en la escala evolutiva hasta alcanzar la forma humana en una espectacular resurrección. Tras su renacimiento, Animal Man asumía un nuevo papel como personificación del Rojo en la Tierra. Convertido en un mesías animal, instauraba un culto religioso en torno a sí mismo y a su hija Maxine, que, en el transcurso de la historia, desarrollaba habilidades similares a las suyas. A la altura del número 79 —el último escrito por Delano—, el protagonista llevaba las implicaciones bíblicas de sus actos a sus últimas consecuencias y moría definitivamente en un sacrificio ritual que combinaba sexo, necrofagia y mitología.
“Definitivamente” es, sin embargo, un término demasiado rotundo para la naturaleza mensual de una serie de cómic. Mientras haya público suficiente, un editor jamás cancelará un título por motivos artísticos. Esta regla tiene contadas excepciones y Animal Man no es una de ellas. Una vez concluido su ciclo narrativo, Delano y Pugh fueron reemplazados por el escritor Jerry Prosser y por el artista Fred Harper. Este equipo trató de galvanizar el cadáver de Buddy Baker durante 10 episodios. Pero se esforzaron en vano. En noviembre de 1995 llegó la clausura “definitiva” de la serie con 89 números a sus espaldas.
Pese a la cancelación de su cabecera, la popularidad del protagonista impidió que su figura cayera en el olvido. En años sucesivos, apareció con regularidad en los títulos de la editorial y participó activamente en los apocalipsis que —como Crisis Infinita, La noche más oscura o 52— sacudieron el panteón superheroico de la compañía. Incluso disfrutó de la serie limitada Los últimos días de Animal Man publicada en mayo de 2009. Durante seis entregas, el veterano guionista Gerry Conway y el joven dibujante Chris Batista relataron el ocaso de Buddy Baker en el año 2024. En ese futuro venidero, el héroe con poderes animales afrontaba el peso creciente de la edad, la pérdida paulatina de sus poderes y la irrupción brutal de una nueva generación de villanos más feroces y crueles que nunca. Pero, antes de confrontar los peligros de ese porvenir imaginario, Buddy Baker debía hacer frente a un desafío inmediato: el lanzamiento de su nueva cabecera mensual en noviembre de 2011.
Inserta en el Nuevo Universo DC, esta nueva etapa de Animal Man ha revivido los éxitos de Morrison y Delano. Al frente de la colección, un equipo creativo joven y fresco compuesto por el guionista Jeff Lemire y el dibujante Travel Foreman (asistido por el espléndido colorista Lovern Kindzierski). Lemire aprovechó elementos establecidos en etapas anteriores para redefinir al personaje y acomodarlo al gusto del público del siglo XXI. Entre otros cambios significativos, alteró el origen de sus poderes subordinándolo a una maniobra estratégica del Rojo. Tal como quedó establecido en el episodio cero de la serie (incluido en el indispensable volumen La oscuridad: Año cero), el Rojo ha forjado desde los tiempos prehistóricos una larga lista de campeones destinados a proteger la vida en la Tierra. Buddy Baker es, por tanto, el último eslabón de una larga cadena de “Hombres Animales”. Sin embargo, presenta una singularidad respecto a sus antecesores: ejerce interinamente ese puesto porque la verdadera destinataria del cargo, su hija Maxine, aún no ha alcanzado la madurez. Entretanto, Buddy Baker lleva una existencia apacible y sin demasiados sobresaltos como superhéroe en San Diego. Pero cuando descubre la verdadera fuente de sus habilidades, la incertidumbre se instala en su vida y en la de su familia.
Para empezar, el abyecto Anton Arcane (liderando las fuerzas de la Putrefacción en la Tierra) encarga la captura de Maxine a los Cazadores. Durante 18 episodios, este trío espeluznante acosa sin tregua a la familia de Animal Man. Finalmente, la persecución desemboca en la muerte del joven Cliff Baker y en la separación del matrimonio formado por Ellen y Buddy. Los cinco episodios reunidos en este tercer volumen de Animal Man se enmarcan, pues, en un contexto de luto y de crisis familiar. Escritos por Lemire y dibujados por un espléndido ramillete de artistas (que incluye al español Francis Portela), estos capítulos inician un nuevo arco argumental titulado “Especie disidente”. En sus páginas, el hombre con poderes animales sobrelleva como puede el peso de la pena y las molestias derivadas de su reciente fama como actor. Al mismo tiempo, lucha contra una secta de maníacos dominados por el vicio de sustituir quirúrgicamente sus propios órganos por los de las bestias más peregrinas. Tras estos “disidentes” se esconde la mano del Hermano Sangre, un antiguo rival de los Nuevos Titanes que aquí se muestra en todo su siniestro y sombrío esplendor.
A punto de cumplir 50 años desde su creación, Buddy Baker ha dejado de ser un marginado en el cosmos DC. En verdad, ha recorrido un largo camino desde su génesis en Strange Adventures hasta su última encarnación en Animal Man. Una odisea por la senda de los héroes. Y un paseo por el lado salvaje.
Jorge García