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Un dulce, dulce vampiro

 La piedra angular de las historias de vampiros, tal y como las conocemos hoy en día, es la novela escrita en 1897 por el autor irlandés Bram Stoker, bajo el título Drácula. En este libro, Stoker aunaba buena parte de los elementos que habían dado forma a las obras escritas durante el siglo XIX. El erotismo, la sangre y la muerte se convierten así en piezas fundamentales del género, a las que también hay que añadir las figuras del experimentado cazador –Abraham Van Helsing– y las seductoras vampiresas –como es el caso de Lucy Westenra–.

Poco después de su publicación, y tras convertirse en un éxito literario, Drácula fue adaptada al teatro. Gracias a la popularidad que alcanzó la obra en los escenarios, la figura del vampiro se convirtió en uno de los temas recurrentes de la literatura de terror, llegando incluso a trascender hacia otros géneros como la ciencia ficción y la fantasía.

Es, sin embargo, en el género de terror donde los vampiros han recibido un trato acorde a sus orígenes y donde se han empleado con mayor acierto. Esto es así debido a que buena parte de los escritores de terror más importantes de los últimos siglos los han incluido en sus relatos. Tal es el caso de H.P. Lovecraft, quien escribió gran cantidad de historias en las que introducía elementos vinculados al vampirismo, atribuyéndolos a características de criaturas provenientes de otros mundos o como rituales de magia negra. A este respecto podemos encontrar obras como El caso de Charles Dexter Ward, La tumba o El intruso, que fue el primer relato en el que el vampiro es tanto protagonista como narrador.

Algunas de las novelas sobre vampiros más destacadas son: Soy leyenda, escrita en 1954 por Richard Matheson; El misterio de Salem´s Lot, obra de Stephen King y publicada en 1975; El ansia, escrita por Whitley Strieber en 1981; o El alma del vampiro, de la autora Poppy Z. Brite, editado en 1992.

La saga Las crónicas vampíricas, escrita entre 1976 y 2003 por Anne Rice, supone un punto y aparte con respecto a las obras anteriormente mencionadas. En sus páginas, la autora lleva a cabo una humanización del vampiro, en la que explora la psicología de estos personajes, sus miedos, sus motivaciones y, principalmente, las consecuencias de su inmortalidad. El éxito de estas novelas ha supuesto un precedente dentro del género, convirtiendo a los vampiros en seres de gran moralidad, algo muy alejado del concepto inicial.

Durante los últimos años, muchos escritores –principalmente mujeres– han seguido los pasos de Anne Rice, lo cual ha dado como resultado un conjunto de sagas literarias muy marcadas por una fuerte temática romántica y adolescente. La principal exponente de esta corriente es Stephenie Meyer, autora de la exitosa saga Crepúsculo, iniciada en 2005. Junto a ella se encuentran otros autores como Ellen Schreiber, con su saga Vampire Kisses, también escrita en 2005; o Claudia Gray, quien en 2008 inició la saga Medianoche.

Paralelamente a estas obras, en algunos medios han permanecido en activo una serie de vampiros más monstruosos y transgresores que los surgidos tras el éxito de Anne Rice. Novelas como La historiadora, escrita por Elizabeth Kostova en 2005; Tierra de vampiros, obra de John Marks, publicada en 2007; o Drácula, el no muerto, coescrita por Dacre Stoker –descendiente de Bram Stoker– e Ian Holt, en 2009, suponen un regreso a la esencia de estos personajes.

Por otra parte, los cómics sobre vampiros que no están directamente inspirados en productos procedentes de otros medios han ido cobrando fuerza durante los últimos 10 años, ya que editoriales norteamericanas, europeas y asiáticas han publicado historias de gran trascendencia e importancia dentro del género. Así, podemos encontrar propuestas como 30 días de noche, trilogía firmada por Steve Niles y Ben Templesmith; Impaler, miniserie escrita por William Harms y el dibujante Matt Timson; o Rapaces, serie francesa creada por Jean Dufaux y Enrico Marini.

En consonancia con este movimiento, el 17 de marzo de 2010, la línea Vertigo de DC Entertainment publicó el primer número de American Vampire, obra escrita por Scott Snyder y dibujada por Rafael Albuquerque, quienes se adentran en el mundo de los vampiros para ofrecer al lector algo fresco y completamente nuevo: una criatura como no se había visto hasta ahora, llamada Skinner Sweet. Este personaje, a diferencia de la mayoría, no abraza la oscuridad después de su transformación, sino que ya era conocido como uno de los psicópatas y asesinos más peligrosos del Lejano Oeste incluso antes de convertirse en vampiro.

El primer tomo de esta serie contó con la colaboración de Stephen King, un invitado de excepción que tuvo en sus manos la responsabilidad de dar forma, antes incluso que el propio Scott Snyder, a la personalidad de Skinner Sweet. “Me encantan los vampiros, y la idea de seguir las oscuras hazañas de un vampiro americano único enciende verdaderamente mi imaginación. La oportunidad de hacer la historia del origen, de estar presente en el momento de la creación, ha sido emocionante. Le debo un montón de gracias a Scott Snyder por dejarme compartir su visión y sorber de su cubo de sangre.”

La historia del primer vampiro americano es también la historia de Estados Unidos. Ambas están entrelazadas e intrínsecamente unidas por un fuerte vínculo. De esta manera, el lector recorre junto a Skinner Sweet aquellos acontecimientos y lugares que en los últimos 130 años han forjado la historia de este país.

Pese a que Skinner no está siempre presente durante la serie, él es el protagonista principal de forma directa o indirecta. Pero ¿qué es el “vampiro americano”? A este respecto, Snyder explica: “Skinner Sweet tiene poderes completamente nuevos y también debilidades totalmente genuinas. Esta raza de vampiros es más feroz, más fuerte y más efectiva. Se encuentra en el desierto y se expone a la luz constantemente. Es más musculada, animal y fiera. No es educada. Es una criatura más ligada a los desiertos de Las Vegas y California que a lo urbano, escenarios más elegantes donde puedes operar de noche y ocultarte durante el día. Sus colmillos son más largos y propios de una serpiente, y posee una cualidad ofidia en la forma en la que ensancha sus mandíbulas. Y sus uñas son más largas que las de los vampiros europeos. Así que es algo más propio del Oeste americano, del paisaje americano, que cualquier otra cosa que haya visto antes”.

Tras los hechos ocurridos en Nevada durante el tomo anterior, este tercer volumen se inicia con Frontera extraña, una historia autoconclusiva en la que somos testigos de un fragmento de la vida de Sweet.

A continuación nos adentramos en Guerra fantasma, donde el inexorable paso del tiempo convierte en frustración la vida de Henry Preston, quien ve cómo Pearl se mantiene joven y guapa mientras él va envejeciendo. Es en ese momento cuando los Vasallos del Lucero del Alba acuden al músico para que lidere un escuadrón hasta el corazón de Taipan, donde deberán proteger a las tropas norteamericanas destacadas allí durante la Segunda Guerra Mundial frente a un grupo de vampiros autóctonos.

En definitiva, una interesante y trepidante historia que ahonda un poco más en la vida del primer vampiro americano y en la de su vástago.

Miguel Rodríguez Robles
Artículo incluido en el volumen American Vampire Nº 3