Eccediciones

Tragedia y farsa

En las primeras líneas de El 18 brumario de Luis Bonaparte, Karl Marx recordaba la teoría de Georg Hegel según la cual “los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces”; pero inmediatamente a continuación enmendaba el aforismo: “Se olvidó de agregar que una vez como tragedia y la otra como farsa”. Grant Morrison (Glasgow, Escocia; 1960) recurre a esa frase no para reflexionar acerca del materialismo histórico, la lucha de clases o la dictadura del proletariado, sino para llamar la atención sobre cómo ¡Batman y Robin deben morir! es en realidad el eco distorsionado de un arco argumental precedente.

Siendo la intertextualidad una característica omnipresente en su etapa de largo recorrido al frente de las aventuras del Hombre Murciélago, el guionista escocés aborda los cómics contenidos en este tomo “como si de una farsa de Batman R.I.P. se tratara”. Toma, pues, elementos de dicha historia para reinterpretarlos en la clave cómica y extravagante de Batman y Robin, logrando “que la farsa resulte incluso más aterradora que la tragedia”. A ello contribuye un Joker que propicia la reacción en cadena de las fichas de dominó hasta ahora alineadas, permitiendo de paso que los dos secundarios por excelencia de esta etapa dispongan de una clausura argumental por todo lo alto. En palabras de Morrison: “Sabía que el Joker regresaría, ya que prometió matar a todos los miembros del Guante Negro y al propio Doctor Hurt. Inmediatamente pensé: ‘Esto se parece mucho a R.I.P., pero de todos modos, juguemos con los elementos más absurdos de Batman y Robin’. Así que en esta historia está todo del revés: más que el Caballero Oscuro, el protagonista es el Joker”.

Centrada la atención en los antagonistas, se hace evidente que ambos tienen en común el aura de misterio insondable que les rodea, rebelión frente a la tendencia generalizada en la ficción de ofrecer demasiada información. “¿Quién es el Doctor Hurt? ¿Es el Demonio? ¿Es el padre de Bruce? ¿Es otra persona? Cada lector llegó a su propia conclusión, y eso es lo que me encanta del personaje: es una especie de espacio vacío en la historia, que la gente llena con su imaginación. Ahora tiene un desenlace que nos permite conocer mucho más acerca de él... pero al mismo tiempo, quise mantener parte de esa ambigüedad, porque en eso consiste Hurt”.

Una naturaleza que encaja a la perfección con la vocación del guionista de fomentar el papel activo del lector, a quien invita a desarrollar sus propias teorías a partir de las pistas sembradas. Como, por ejemplo, la nada inocente decisión de tomar prestado el nombre de cuadros ilustres para titular cada capítulo –El jardín de la muerte, de Hugo Simberg (1896), El triunfo de la muerte, de Pieter Brueghel “El Viejo” (1562) y El Caballero, la Muerte y el Diablo, de Alberto Durero (1513)–; el homenaje a una secuencia clásica implícito en el enfrentamiento entre Damian y el Joker –reminiscente de Una muerte en la familia, de Jim Starlin y Jim Aparo (Batman núms. 426-429, 1988 y 1989)–; el paralelismo establecido con el revelador Batman núm. 666 (2007); o la interrelación existente con El regreso de Bruce Wayne, apasionante reverso de la historia que el lector está a punto de disfrutar...

David Fernández