Eccediciones

Tigre al acecho

La primera entrega de Button Man apareció en el número 780 de la legendaria revista británica 2000AD, con fecha de portada de 25 de abril de 1992. A lo largo de 12 entregas publicadas con cadencia semanal, John Wagner (Pensilvania, 1949) firmó uno de sus guiones más inspirados y encontró en el dibujante Arthur Ranson (Essex, 1939) al cómplice ideal para plasmar en imágenes una intriga cuyo protagonista —un sicario infalible y despiadado— se ganaba la vida participando en un juego mortal.

En las páginas de 2000AD, Button Man competía con creaciones tan populares como Judge Dredd, Rogue Trooper o Zenith. Sin embargo, alcanzó un éxito rotundo y gozó de tres secuelas sucesivas firmadas por el mismo equipo creativo (salvo la cuarta, dibujada por Frazer Irving). Incluso se especuló largamente con una adaptación cinematográfica de la mano de DreamWorks (aunque en la actualidad los derechos obran en poder de la productora RingTheJing Entertainment). Todo un logro para un cómic que fue rechazado en su día por la publicación que lo había solicitado.

Como contaron Wagner y Ranson en sus respectivas introducciones al primer volumen, Button Man estaba destinada a las páginas de la revista Toxic!. Este semanario había nacido para rivalizar con 2000AD. Sus historietas eran tan truculentas y satíricas como las de su rival, pero sus páginas impresas a todo color resultaban aún más llamativas. El guionista Pat Mills impuso un tono satírico y violento a la revista con seriales como Marshall Law, Accident Man o Muto Maniac. En medio de esa atmósfera desenfrenada, el clima tenso y contenido de Button Man estaba fuera de lugar. O, al menos, eso estimó la editorial Apocalypse al revocar la publicación de la serie en las páginas de Toxic! (cuyo primer número apareció en octubre de 1991). Afortunadamente, Richard Burton —editor de 2000AD— apreciaba el valor de la obra y decidió incluirla en el sumario de la revista que dirigía.

En verdad, Button Man era una obra mayor firmada por dos autores en estado de gracia. John Wagner había comenzado su trayectoria profesional a principios de los setenta firmando —junto a su colega Pat Mills— el guion de decenas de historietas humorísticas, sentimentales o detectivescas. Durante la segunda mitad de los setenta, este dúo creativo revitalizó la industria británica de los cómics colmando de imaginación, aventura, humor y gozosas truculencias las páginas de Battle (1975), Action (1976) y, sobre todo, 2000AD (1977). En los ochenta, Wagner formó equipo con el guionista Alan Grant, cimentando una sólida reputación de profesional prolífico y exitoso en series como Judge Dredd o The Bogie Man, para el mercado británico, y The Last American o Detective Comics, para el estadounidense. A principios de los noventa, atravesaba un gran momento creativo del que Button Man fue la constatación palpable.

Por su parte, el dibujante Arthur Ranson era dueño de una sólida formación artística. Había estudiado pintura e impresión en la Escuela de Arte de Walthamstow en su Essex natal. Amante de la historieta desde niño, admiraba la obra del británico Frank Hampson y, sobre todo, del estadounidense Al Williamson. Como ellos, lucía una estética formalmente impecable, fotográfica y académica, que explotó a fines de los setenta y principios de los ochenta en las páginas de la revista Look-In (donde, aparte de ilustrar portadas, dibujó cómics biográficos sobre la carrera de los Beatles o los Sex Pistols). A fines de los ochenta, comenzó a trabajar para la revista 2000AD en la serie Judge Anderson (escrita por Alan Grant). Y a comienzos de los noventa se encontraba a la busca de un desafío que le permitiera madurar como narrador. Con Button Man, Wagner le proporcionó un reto a su altura.

Button Man es una obra de intriga cuyo protagonista —un soldado veterano— se ve envuelto en un juego mortal que traslada al presente los combates de gladiadores. El suspense es un ingrediente fundamental de la trama. Wagner construye el argumento del primer volumen sobre la técnica las “cajas chinas” (es decir, una historia dentro de otra). El asesino Harry Exton se presenta inesperadamente en la mansión de un psiquiatra a quien —de una forma nada inocente— expone la cadena de asesinatos que lo ha conducido hasta allí. Su confesión tiene un ritmo pausado que prolonga artificialmente la resolución de la obra, aumentando la incertidumbre y espoleando la curiosidad del lector.

Influido por la serie televisiva Twin Peaks, Ranson sumergió a Exton en una atmósfera de peligro constante aplicando una estética sombría y un ritmo preciso y crecientemente acelerado hacia el desenlace. Aparte, en la primera entrega realizaba un espectacular despliegue narrativo que culminó en unos espléndidos encadenados de secuencia donde una imagen se fundía con otra. Por ejemplo, el perfil de una sota de picas se transformaba en el perfil del protagonista, y una mancha de sangre se confundía con el dibujo de las escamas de un pez escorpión. En esta segunda entrega, Ranson se muestra formalmente más comedido. No obstante, la obra mantiene la atmósfera de inquietud y zozobra que presidía la primera parte (trasladándola en esta ocasión a la geografía de los Estados Unidos). Y es que ese clima de peligro deviene esencial para su desarrollo, ya que Button Man recrea en clave de thriller el tópico de la presa convertida en cazador. Un cazador magnético, despiadado, infalible. Un tigre al acecho.

Jorge García 

Artículo publicado en las páginas de Button Man: La confesión de Harry Exton ¡Ya disponible en vuestro punto de venta habitual! ¡Y también disponible el primer tomo de la serie, Button Man: El juego de la muerte!