Eccediciones

The Stonewall Inn

Este volumen de Batgirl tiene tantos momentos memorables que hace difícil decantarse por uno. ¿La boda del primer episodio? ¿La polémica referencia a La broma asesina del quinto? ¿La última doble página, que muestra el cambio de statu quo de la protagonista respecto a Burnside y Gotham City? Quizá para muchos sea eso del final, sí, pero no porque ensombrezca lo anterior, sino porque lo engloba y lo justifica a la perfección.

Cuando empezó la etapa de Cameron Stewart y Brenden Fletcher, con dibujo principalmente de Babs Tarr, se ganó tantos seguidores entusiastas como detractores que veían en ella una moda volátil. Esta etapa es la que ECC ha publicado íntegramente en tres tomos: La Chica Murciélago de Burnside, Interferenciay este mismo. A lo largo de sus páginas hemos asistido a la ascensión de nuevos villanos, y aquí descubrimos en todo su esplendor al críptico la Fuga y a las Rompemandíbulas, por mencionar solo un par de ejemplos. También vemos a heroínas como Canario Negro, la Operadora y el dúo formado por Spoiler y Bluebird. Esta última, Harper Row, aparece al principio de modo más jovial para resurgir en el desenlace con otra actitud, ¿no? En fin, quienes hayan leído Batman y Robin eternos sabrán por qué. El caso es que ese clímax afecta a muchos personajes más, incluso a Vixen y la Academia Gotham, pero lo que subraya el sentido de toda esta etapa y la cierra es algo posterior y mucho más tranquilo: esa doble página.

Es como si los autores nos dijeran, en su fiesta de despedida, que nunca se trató de hacer un cómic para ser los primeros en nada. De hecho, ya hubo una boda entre dos mujeres en el núm. 48 de la serie digital Sensation Comics Featuring Wonder Woman, oficiada en Nueva York por Diana, que pronunciaba unas palabras claves ante Superman: “Clark, el nuestro es un país de mujeres. Para nosotras esto no es un matrimonio gay. Es un matrimonio y punto”. No es ningún truco publicitario, como tampoco lo fue la proposición de Kathy Kane a Maggie Sawyer en Batwoman: Mareas de sangre, ni los recuerdos del Alan Scott de Tierra 2 sobre su prometido. Entonces y ahora se trataba de elogiar la vida, de aceptar y admirar la belleza de las personas que son bellas para alguien, en un sentido u otro, sea cual fuere su orientación sexual, su ideología, su fe o su falta de ella. Por eso esa última fiesta, en la que Babs dice adiós agradecida a gente de la más diversa índole —y quizá también a sus lectores—, ya hace por sí misma que todo esto merezca la pena.

Felip Tobar

Artículo publicado originalmente en las páginas de Batgirl: Mente abierta ¡Ya disponible en vuestro punto de venta habitual!

Previa de Batgirl: Mente abierta