Estáis a punto de leer una de las historias clave del Superman contemporáneo previo al nuevo Universo DC. Una historia cuyos personajes y repercusiones tendrían un fuerte impacto en todo el devenir posterior del Hombre de Acero y que permitió que los lectores conociéramos un aspecto todavía más humano de Superman: el de su protector instinto paternal.
La aventura da comienzo cuando Superman detiene el impacto de una cápsula espacial en el centro de Metropolis y descubre en el interior de la misma a un niño que solo habla el idioma kryptonés y del que posteriormente se confirmará que proviene del mismo planeta que Kal-El. Ante esta situación, el gobierno norteamericano querrá tomar control del nuevo recién llegado y convertirlo en su rata de laboratorio particular para someterlo a toda clase de pruebas, algo que el Hombre de Acero no permitirá, llevándose al niño con él para darle, junto a su inseparable Lois, una vida de incógnito lejos de los ojos de todo el mundo. Básicamente una repetición de lo que hicieron sus padres con él cuando aterrizó en Smallville, Kansas, criándolo como a cualquier ser humano y permitiéndole vivir una infancia que, de otra manera, sin duda hubiera sido muy diferente. Pero evidentemente, el aterrizaje de una nave kryptoniana en el centro de la ciudad donde opera Superman no puede ser una casualidad, y conforme avancemos iremos descubriendo todos los entresijos de una trama llena de sorpresas, de giros argumentales al más puro estilo cinematográfico, de villanos y de auténticos héroes, sin descuidar el lado más humano de la historia e incluso con momentos de humor muy bien incrustados.
Pero una de las cosas más sorprendentes de esta historia es el equipo creativo que se esconde tras ella. Último hijo se publicó en la colección Action Comics entre 2006 y 2008, con guion de Geoff Johns y un magnífico dibujo de Adam Kubert (que lamentablemente para los que siguieron la saga mes a mes, sufrió grandes retrasos debido a ciertos problemas de salud del dibujante; motivo por el que esta edición en tomo es todavía más interesante al permitirnos disfrutar la saga de un tirón). Aunque también habréis visto en la portada otro nombre que os resultará muy, pero que muy familiar a los seguidores de Superman, y que colaboró con Johns como guionista invitado de la historia. De hecho, el propio Geoff Johns fue ayudante suyo en el pasado, y precisamente por la admiración que le profesaba fue por lo que le ofreció –y él aceptó– coguionizar la historia de Último hijo. Evidentemente, nos referimos a Richard Donner, el director de películas como La profecía, Arma letal, Los Goonies... y por supuesto, Superman: La película (1978), el film que todavía se considera la piedra angular del cine de superhéroes y que convirtió al Hombre de Acero en un icono todavía más universal de lo que ya era. La participación de Richard Donner en la historia de Último hijo permitió la inserción de muchos homenajes al universo cinematográfico de Superman de finales de los años setenta, que hasta el momento no se habían introducido en el cómic. Por ejemplo, podemos ver una Fortaleza de la Soledad que recupera el aspecto que le dio el diseñador John Barry para la película, con su tecnología de cristales y su localización ártica.
Se retomará como villano principal nada menos que al General Zod (que aparecía por primera vez en la continuidad editorial tras Crisis Infinita), acompañado por la maléfica Ursa y el silencioso y brutal Non, que en esta historia recibiría una explicación a su mutismo que da una vuelta de tuerca a lo que Donner nos mostró en Superman: La película. Pero quizá el guiño más bonito que encontraremos en toda la aventura es el nombre del pequeño protagonista, que en su identidad humana se llamará Christopher Kent, en un hermoso homenaje por parte de Richard Donner al fallecido Christopher Reeve, el protagonista de su Superman y el actor por el que todos los fans del personaje profesamos un especial cariño y admiración absolutamente merecidos.
La versión del General Zod que vemos en estas páginas es la misma que posteriormente tendría también protagonismo en la saga Nuevo Krypton y sus continuaciones, y su origen es extremadamente deudor del inventado para el personaje en Superman: La película. No obstante, pronto veremos que este Zod no se contenta con gobernar el “planeta Houston” y sentarse cómodamente en el sillón del Despacho Oval, sino que la suya es una mente retorcida y cruel que no duda en someter a un niño pequeño a los peores castigos con tal de servir a sus fines. Sin entrar en detalles para no destriparos la lectura de esta historia, diremos solo que la relación entre Zod y su lugarteniente Ursa en esta nueva revisión es mucho más compleja que la que mostraban sus homónimos cinematográficos. En este aspecto, el desarrollo de personajes en Último hijo es uno de los mayores aciertos de la historia y permite ampliar aspectos y modificar otros de forma que los protagonistas nos recuerden en todo momento que son los mismos que los de Superman: La película, pero mucho más ricos en detalles y llenos de matices que nos permitirán comprenderlos mucho mejor, odiarlos o amarlos, pero que nunca nos dejarán indiferentes.
Y para los lectores avezados que se lo estén preguntando, sí: este Christopher Kent que aparecía aquí por primera vez es también el mismo que en la saga Nuevo Krypton llegaría a ser Nightwing –el héroe mitológico de las leyendas kryptonianas, no el excompañero de Batman convertido en héroe por derecho propio– y que jugaría un papel trascendental en el desarrollo de aquella historia. No en vano comenzábamos este artículo recalcando que los acontecimientos y personajes de Último hijo serían fundamentales en las historias posteriores del Universo DC de la época. Pero toda historia tiene un principio, y esta empieza a continuación, en la Fortaleza de la Soledad, con una conversación entre Superman y la inteligencia artificial de Jor-El que ya es toda una declaración de intenciones de lo que es el argumento de Superman: Último hijo.
Javier Olivares Tolosa
Artículo publicado originalmente como introducción de Superman: Último Hijo.

La aventura da comienzo cuando Superman detiene el impacto de una cápsula espacial en el centro de Metropolis y descubre en el interior de la misma a un niño que solo habla el idioma kryptonés y del que posteriormente se confirmará que proviene del mismo planeta que Kal-El. Ante esta situación, el gobierno norteamericano querrá tomar control del nuevo recién llegado y convertirlo en su rata de laboratorio particular para someterlo a toda clase de pruebas, algo que el Hombre de Acero no permitirá, llevándose al niño con él para darle, junto a su inseparable Lois, una vida de incógnito lejos de los ojos de todo el mundo. Básicamente una repetición de lo que hicieron sus padres con él cuando aterrizó en Smallville, Kansas, criándolo como a cualquier ser humano y permitiéndole vivir una infancia que, de otra manera, sin duda hubiera sido muy diferente. Pero evidentemente, el aterrizaje de una nave kryptoniana en el centro de la ciudad donde opera Superman no puede ser una casualidad, y conforme avancemos iremos descubriendo todos los entresijos de una trama llena de sorpresas, de giros argumentales al más puro estilo cinematográfico, de villanos y de auténticos héroes, sin descuidar el lado más humano de la historia e incluso con momentos de humor muy bien incrustados.
Pero una de las cosas más sorprendentes de esta historia es el equipo creativo que se esconde tras ella. Último hijo se publicó en la colección Action Comics entre 2006 y 2008, con guion de Geoff Johns y un magnífico dibujo de Adam Kubert (que lamentablemente para los que siguieron la saga mes a mes, sufrió grandes retrasos debido a ciertos problemas de salud del dibujante; motivo por el que esta edición en tomo es todavía más interesante al permitirnos disfrutar la saga de un tirón). Aunque también habréis visto en la portada otro nombre que os resultará muy, pero que muy familiar a los seguidores de Superman, y que colaboró con Johns como guionista invitado de la historia. De hecho, el propio Geoff Johns fue ayudante suyo en el pasado, y precisamente por la admiración que le profesaba fue por lo que le ofreció –y él aceptó– coguionizar la historia de Último hijo. Evidentemente, nos referimos a Richard Donner, el director de películas como La profecía, Arma letal, Los Goonies... y por supuesto, Superman: La película (1978), el film que todavía se considera la piedra angular del cine de superhéroes y que convirtió al Hombre de Acero en un icono todavía más universal de lo que ya era. La participación de Richard Donner en la historia de Último hijo permitió la inserción de muchos homenajes al universo cinematográfico de Superman de finales de los años setenta, que hasta el momento no se habían introducido en el cómic. Por ejemplo, podemos ver una Fortaleza de la Soledad que recupera el aspecto que le dio el diseñador John Barry para la película, con su tecnología de cristales y su localización ártica.
Se retomará como villano principal nada menos que al General Zod (que aparecía por primera vez en la continuidad editorial tras Crisis Infinita), acompañado por la maléfica Ursa y el silencioso y brutal Non, que en esta historia recibiría una explicación a su mutismo que da una vuelta de tuerca a lo que Donner nos mostró en Superman: La película. Pero quizá el guiño más bonito que encontraremos en toda la aventura es el nombre del pequeño protagonista, que en su identidad humana se llamará Christopher Kent, en un hermoso homenaje por parte de Richard Donner al fallecido Christopher Reeve, el protagonista de su Superman y el actor por el que todos los fans del personaje profesamos un especial cariño y admiración absolutamente merecidos.
La versión del General Zod que vemos en estas páginas es la misma que posteriormente tendría también protagonismo en la saga Nuevo Krypton y sus continuaciones, y su origen es extremadamente deudor del inventado para el personaje en Superman: La película. No obstante, pronto veremos que este Zod no se contenta con gobernar el “planeta Houston” y sentarse cómodamente en el sillón del Despacho Oval, sino que la suya es una mente retorcida y cruel que no duda en someter a un niño pequeño a los peores castigos con tal de servir a sus fines. Sin entrar en detalles para no destriparos la lectura de esta historia, diremos solo que la relación entre Zod y su lugarteniente Ursa en esta nueva revisión es mucho más compleja que la que mostraban sus homónimos cinematográficos. En este aspecto, el desarrollo de personajes en Último hijo es uno de los mayores aciertos de la historia y permite ampliar aspectos y modificar otros de forma que los protagonistas nos recuerden en todo momento que son los mismos que los de Superman: La película, pero mucho más ricos en detalles y llenos de matices que nos permitirán comprenderlos mucho mejor, odiarlos o amarlos, pero que nunca nos dejarán indiferentes.
Y para los lectores avezados que se lo estén preguntando, sí: este Christopher Kent que aparecía aquí por primera vez es también el mismo que en la saga Nuevo Krypton llegaría a ser Nightwing –el héroe mitológico de las leyendas kryptonianas, no el excompañero de Batman convertido en héroe por derecho propio– y que jugaría un papel trascendental en el desarrollo de aquella historia. No en vano comenzábamos este artículo recalcando que los acontecimientos y personajes de Último hijo serían fundamentales en las historias posteriores del Universo DC de la época. Pero toda historia tiene un principio, y esta empieza a continuación, en la Fortaleza de la Soledad, con una conversación entre Superman y la inteligencia artificial de Jor-El que ya es toda una declaración de intenciones de lo que es el argumento de Superman: Último hijo.
Javier Olivares Tolosa
Artículo publicado originalmente como introducción de Superman: Último Hijo.