Los enemigos de Superman, igual que él, han sufrido muchos cambios desde el comienzo del nuevo Universo DC. Algunos son personajes muy establecidos cuyo origen ha cambiado drásticamente, y otros son malhechores con mayor o menor fortuna que han tenido tantas encarnaciones como revisiones de continuidad se han hecho en la casa.
Empecemos con Superman Ciborg, cuya existencia se debe a un homenaje que el guionista y dibujante Dan Jurgens quiso hacer a los Cuatro Fantásticos de Marvel Comics allá por 1990. Así, en Adventures of Superman núm. 466, aparecía un cuarteto de aventureros que sufrieron un accidente similar al de los Richards. Eso sí, en su caso, las consecuencias fueron nefastas. Hank Henshaw, uno de los tripulantes, terminó con el cuerpo muerto y la mente convertida en una suerte de inteligencia artificial que suplantó al mismísimo Hombre de Acero tras su presunta muerte a manos de Juicio Final. Con el nombre de Superman Ciborg, fue enemigo recurrente de Kal-El y también de Green Lantern, sobre todo durante la etapa orquestada por Geoff Johns que concluyó hace unos meses. En el Nuevo Universo DC, se hizo el remolón durante bastante tiempo hasta que regresó por todo lo alto en la colección Supergirl. Eso sí, el villano que allí nos presenta Michael Alan Nelson poco tiene que ver con Hank Henshaw ni con científicos terrícolas. No en vano, se trata de... Bueno, más vale no estropear la sorpresa a quienes se reencuentren con él en este volumen sin haber leído la cuarta entrega de las andanzas de Kara Zor-El.
Bizarro es un duplicado imperfecto de Superman, como se lo ha definido en numerosas ocasiones. Es fruto del espíritu más puro y característico de la Edad de Plata, cuando las directrices del editor Mort Weisinger obligaban a sus autores a intentar epatar a los lectores todos los meses. Presentado por Otto Binder y George Papp en Superboy núm. 68 (1958), fue un experimento fallido del “rayo replicador” de Lex Luthor que se enfrentó al último hijo de Krypton tanto durante su juventud como en la edad adulta. Eso sí, siempre estuvo rodeado de cierto halo de comicidad y ternura que se plasmaron, por ejemplo, en la creación de Mundo Bizarro, el planeta imperfecto (y cuadrado) donde estaba rodeado de seres como él, esto es, de versiones de Lois Lane, Jimmy Olsen y el resto de secundarios de la franquicia.
Mucho más serias fueron las versiones posteriores del personaje, desde la creada por John Byrne en Grandes autores de Superman: El Hombre de Acero núm. 1 hasta la revisión más próxima al original que hicieron Jeph Loeb y Ed McGuinness a principios del siglo XXI. De nuevo un duplicado imperfecto, se dejó ver en tramas fundamentales como Superman: Último hijo y en la posterior saga donde Geoff Johns y Richard Donner revisaron el concepto clásico de Mundo Bizarro para convertirlo en algo mucho más peligroso de lo que fuera durante la Edad de Plata. En el nUDC, no habíamos sabido nada de Bizarro ni de experimentos de Lex Luthor hasta este mismo volumen. Sin embargo, ¿le saldrá bien? La respuesta se encuentra en Maldad eterna núm. 2, volumen que se publica este mismo mes.
El propio Luthor es uno de los grandes beneficiados por dicho evento. Con Superman y las Ligas de la Justicia fuera de juego, debe hacer algo para conservar el estatus que ha recuperado después de la salida de prisión que hemos visto en estas páginas. Su protagonismo estará a la altura de la solera de este villano clásico, uno de los elementos más reconocibles de la mitología de Superman tras su paso por las diversas adaptaciones ajenas a los cómics que hemos disfrutado a lo largo de las décadas. Creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en Action Comics núm. 23 (1940), ha tenido casi tantas facetas como autores se han encargado de sus tejemanejes. Así, ha sido el típico científico loco, pero también un magnate conspirador e incluso presidente de Estados Unidos, por no mencionar sus épocas de supervillano al uso cuando ha vestido la popular armadura verde y morada.
En el nUDC, Luthor ha aunado casi todas esas vertientes de su personalidad y ha pasado por varias fases. Si Grant Morrison recurrió a él en su faceta clásica de científico al principio de su etapa en Superman, Andy Diggle y Tony Daniel le devolvieron no hace mucho la mencionada armadura para la batalla que propició su entrada en prisión. Ahora, vuelve a ser el magnate concebido por Byrne a mediados de los años ochenta, pero no va a disfrutar mucho de su posición. No en vano, Geoff Johns se ha declarado fan de Luthor en diversas ocasiones, con lo cual, como decíamos más arriba, su protagonismo en Maldad eterna está más que cantado.
H’El no tiene tanta solera como los anteriores ni de lejos, pero sí ha pesado bastante en la historia reciente de la franquicia. Es el único de estos cuatro villanos que se creó específicamente para el nUDC, más concretamente para un cruce entre las series Superman, Supergirl y Superboy que ECC Ediciones aunó en la miniserie Superman: La llegada de H’El. Su principal artífice es Scott Lobdell, que lo creó junto al dibujante Kenneth Rocafort para convertirlo en un antiguo pupilo de Jor-El que había probado una nave experimental, la primera que Krypton enviaba al espacio después de mucho tiempo.
Aunque H’El no tuviera nada que ver con Bizarro (no en vano, es sobradamente inteligente), la propuesta original de Lobdell consistía en que fuera una actualización del duplicado imperfecto de Superman. No en vano, tienen diversos elementos en común, como el emblema pectoral invertido o una piel pálida y llena de cicatrices. Sin embargo, la editorial prefirió reservarse a Bizarro para más adelante, y H’El se terminó convirtiendo en un villano obsesionado con el regreso de Krypton. Huelga decir que el Hombre de Acero, con la inestimable colaboración de una Supergirl desengañada, venció a su congénere, pero solo era cuestión de tiempo que regresara. Y en este volumen, lo hace de la mano del propio Lobdell, que aún no lo había contado todo sobre él. Como suele decirse, “continuará”.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Superman: Maldad Eterna núm. 1.
Empecemos con Superman Ciborg, cuya existencia se debe a un homenaje que el guionista y dibujante Dan Jurgens quiso hacer a los Cuatro Fantásticos de Marvel Comics allá por 1990. Así, en Adventures of Superman núm. 466, aparecía un cuarteto de aventureros que sufrieron un accidente similar al de los Richards. Eso sí, en su caso, las consecuencias fueron nefastas. Hank Henshaw, uno de los tripulantes, terminó con el cuerpo muerto y la mente convertida en una suerte de inteligencia artificial que suplantó al mismísimo Hombre de Acero tras su presunta muerte a manos de Juicio Final. Con el nombre de Superman Ciborg, fue enemigo recurrente de Kal-El y también de Green Lantern, sobre todo durante la etapa orquestada por Geoff Johns que concluyó hace unos meses. En el Nuevo Universo DC, se hizo el remolón durante bastante tiempo hasta que regresó por todo lo alto en la colección Supergirl. Eso sí, el villano que allí nos presenta Michael Alan Nelson poco tiene que ver con Hank Henshaw ni con científicos terrícolas. No en vano, se trata de... Bueno, más vale no estropear la sorpresa a quienes se reencuentren con él en este volumen sin haber leído la cuarta entrega de las andanzas de Kara Zor-El.
Bizarro es un duplicado imperfecto de Superman, como se lo ha definido en numerosas ocasiones. Es fruto del espíritu más puro y característico de la Edad de Plata, cuando las directrices del editor Mort Weisinger obligaban a sus autores a intentar epatar a los lectores todos los meses. Presentado por Otto Binder y George Papp en Superboy núm. 68 (1958), fue un experimento fallido del “rayo replicador” de Lex Luthor que se enfrentó al último hijo de Krypton tanto durante su juventud como en la edad adulta. Eso sí, siempre estuvo rodeado de cierto halo de comicidad y ternura que se plasmaron, por ejemplo, en la creación de Mundo Bizarro, el planeta imperfecto (y cuadrado) donde estaba rodeado de seres como él, esto es, de versiones de Lois Lane, Jimmy Olsen y el resto de secundarios de la franquicia.
Mucho más serias fueron las versiones posteriores del personaje, desde la creada por John Byrne en Grandes autores de Superman: El Hombre de Acero núm. 1 hasta la revisión más próxima al original que hicieron Jeph Loeb y Ed McGuinness a principios del siglo XXI. De nuevo un duplicado imperfecto, se dejó ver en tramas fundamentales como Superman: Último hijo y en la posterior saga donde Geoff Johns y Richard Donner revisaron el concepto clásico de Mundo Bizarro para convertirlo en algo mucho más peligroso de lo que fuera durante la Edad de Plata. En el nUDC, no habíamos sabido nada de Bizarro ni de experimentos de Lex Luthor hasta este mismo volumen. Sin embargo, ¿le saldrá bien? La respuesta se encuentra en Maldad eterna núm. 2, volumen que se publica este mismo mes.
El propio Luthor es uno de los grandes beneficiados por dicho evento. Con Superman y las Ligas de la Justicia fuera de juego, debe hacer algo para conservar el estatus que ha recuperado después de la salida de prisión que hemos visto en estas páginas. Su protagonismo estará a la altura de la solera de este villano clásico, uno de los elementos más reconocibles de la mitología de Superman tras su paso por las diversas adaptaciones ajenas a los cómics que hemos disfrutado a lo largo de las décadas. Creado por Jerry Siegel y Joe Shuster en Action Comics núm. 23 (1940), ha tenido casi tantas facetas como autores se han encargado de sus tejemanejes. Así, ha sido el típico científico loco, pero también un magnate conspirador e incluso presidente de Estados Unidos, por no mencionar sus épocas de supervillano al uso cuando ha vestido la popular armadura verde y morada.
En el nUDC, Luthor ha aunado casi todas esas vertientes de su personalidad y ha pasado por varias fases. Si Grant Morrison recurrió a él en su faceta clásica de científico al principio de su etapa en Superman, Andy Diggle y Tony Daniel le devolvieron no hace mucho la mencionada armadura para la batalla que propició su entrada en prisión. Ahora, vuelve a ser el magnate concebido por Byrne a mediados de los años ochenta, pero no va a disfrutar mucho de su posición. No en vano, Geoff Johns se ha declarado fan de Luthor en diversas ocasiones, con lo cual, como decíamos más arriba, su protagonismo en Maldad eterna está más que cantado.
H’El no tiene tanta solera como los anteriores ni de lejos, pero sí ha pesado bastante en la historia reciente de la franquicia. Es el único de estos cuatro villanos que se creó específicamente para el nUDC, más concretamente para un cruce entre las series Superman, Supergirl y Superboy que ECC Ediciones aunó en la miniserie Superman: La llegada de H’El. Su principal artífice es Scott Lobdell, que lo creó junto al dibujante Kenneth Rocafort para convertirlo en un antiguo pupilo de Jor-El que había probado una nave experimental, la primera que Krypton enviaba al espacio después de mucho tiempo.
Aunque H’El no tuviera nada que ver con Bizarro (no en vano, es sobradamente inteligente), la propuesta original de Lobdell consistía en que fuera una actualización del duplicado imperfecto de Superman. No en vano, tienen diversos elementos en común, como el emblema pectoral invertido o una piel pálida y llena de cicatrices. Sin embargo, la editorial prefirió reservarse a Bizarro para más adelante, y H’El se terminó convirtiendo en un villano obsesionado con el regreso de Krypton. Huelga decir que el Hombre de Acero, con la inestimable colaboración de una Supergirl desengañada, venció a su congénere, pero solo era cuestión de tiempo que regresara. Y en este volumen, lo hace de la mano del propio Lobdell, que aún no lo había contado todo sobre él. Como suele decirse, “continuará”.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Superman: Maldad Eterna núm. 1.