Eccediciones
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Superman: Hijo Rojo

Mamá, la tarta de manzana, Chevrolet y Superman. Con el debido respeto hacia Mickey Mouse, quizá no haya un icono americano más grande que el Hombre de Acero. Cuando Mark Millar me contó por primera vez la premisa de Hijo rojo –tomar el icono americano de Superman y colocarlo en el escenario alternativo definitivo– me quedé impactado. Imaginad que Superman no fuera rojo, blanco y azul... imaginad que Superman fuera rojo... y comunista. Kal-El, en lugar de aterrizar en brazos de los cariñosos Ma y Pa Kent en los buenos Estados Unidos, aterriza en los brazos de Josef Stalin en la URSS. Superman ya no es un icono americano, sino un camarada soviético. Obviamente, la premisa era realmente intrigante. En manos de un guionista menor, la historia habría sido muy básica: blanca y negra, sin matices, América buena, soviéticos malos y mucha propaganda. Gracias a Dios que Mark Millar no es un guionista menor. Y gracias a Dios que su color favorito parece ser el gris.

Todo ese gris moralmente cuestionable queda capturado en todo su esplendor al estilo Technicolor de los años cincuenta. Por suerte, la paleta artística de los lápices de Dave Johnson y Kilian Plunkett, la tinta de Andrew Robinson y de Walden Wong, y los colores de Paul Mounts se combinan para crear un estilo kafkiano de dibujo a lo Max Fleischer que choca con el mejor estilo de ilustración de propaganda. Más que leer un cómic, parece que estés viendo una película. Este tomo tiene todo lo que adoro de los cómics: una gran historia moralista con un dibujo que salta de la página y se te mete en la cabeza.

Aunque nunca hayáis leído un cómic, podéis leer Hijo rojo, seguir la historia y disfrutar del viaje. Pero no os engañéis. Es mucho más que eso. Hijo rojo es un análisis social muy afilado sobre el capitalismo contra el comunismo y sobre la política exterior americana actual. No está mal para un cómic. Si sois fans de los cómics, veréis los detalles sobre la mitología de Superman. Tras haberme leído el cómic tres veces, veo que hay tanta atención a los detalles que aún descubro cosas en el texto o el dibujo que no había visto las veces anteriores. Ahí están todos los elementos que hacen grande a Superman: Lex Luthor, Lois Lane (ups, quería decir Lois Luthor), Jimmy Olsen e incluso Batman, Wonder Woman y el mejor Green Lantern de todos: Hal Jordan. Todos son iguales, pero diferentes y reinventados. Aunque la “S” tradicional del pecho queda reemplazada por la hoz y el martillo, hay algo que sigue igual: Superman cree que hace lo correcto. Él va con las mejores intenciones, pero todos sabemos de qué está empedrado el camino al Infierno. Superman sigue queriendo hacer del mundo un lugar seguro, aunque esta vez está dispuesto a obligarnos a ver que su visión es la mejor.

Ben Franklin escribió: “Aquellos que sacrifican su libertad en aras de la seguridad no obtendrán ninguna de las dos cosas”. Esa frase, escrita hace más de 200 años, tiene ahora más sen- tido que nunca. La buena escritura es un desafío a tu forma de pensar. Hijo rojo está muy bien escrito. Mark empezó a escribir la historia hacia 1995, y todos sabemos que el mundo actual es muy diferente al de aque- lla época.

Millar fue capaz de mirar en su bola de cristal orwelliana y ver a Superman como el epítome del Gran Hermano. Un Gran Hermano con visión todopoderosa de rayos X, superoído, superconocimiento y superpoderes. Una seguridad abrumadora, como un bebé en una supermanta. Solo un pequeño detalle: no pienses por ti mismo ni te opongas al sistema. El libre albedrío y la libertad a cambio de una seguridad absoluta. No creo que a Ben Franklin le hubiera gustado la idea. Recuerda que Superman os vigila. Pero ¿quién vigila al vigilante? Pues Mark Millar.

Sed buenos.

Tom DeSanto
9 de octubre de 2003

Tom DeSanto, que se describe como yonqui de la cultura popular y fan de los cómics de toda la vida, es un guionista y productor que ha trabajado en diversas películas como X-Men y X-Men 2, Transformers y Transformers 2: La venganza de los caídos, además de otros proyectos. Actualmente vive en Los Ángeles.