A veces cuesta creer que guionistas tan curtidos como John Marc DeMatteis tengan problemas para que las grandes editoriales aprueben sus propuestas. Pero eso fue lo que pasó cuando presentó la de Abadazad a DC Comics: exceptuando el apoyo del editor, Joey Cavalieri, su guion se vio rechazado. No obstante, la idea de realizar algo más cercano a un relato clásico de la literatura infantil y juvenil que a un cómic de superhéroes siguió rondando a DeMatteis, y entonces ocurrieron dos cosas. La primera fue que su propuesta original de Abadazad para DC terminó por convertirse en Green Lantern: Willworld (2001), “un cuento de hadas con ganas de jugar, un ejercicio en la construcción de mundos imaginarios, una oportunidad de recorrer bailando los confines más evanescentes de los universos del cómic”. Así definía esta novela gráfica él mismo en una entrevista que le hizo Hannah Means Shannon en 2014, mediante la web Bleeding Cool, en la que no dudaba en afirmar que Seth Fisher “se adueñó del espectáculo” al ser “un pensador a través del dibujo; algo que se evidenciaba, por supuesto, en sus extraordinarias páginas”. La segunda cosa que ocurrió fue algo que no es de extrañar, con la tenacidad de DeMatteis: que Abadazad terminó también por convertirse en realidad. Primero como una colección de cómics en CrossGen, luego de libros en Disney, Abadazad relata las aventuras de una adolescente, Kate Janson, que descubre otro mundo a través de una serie de novelas de fantasía escritas un siglo atrás por Franklin O. Davies, sosias de L. Frank Baum, el célebre autor de El Mago de Oz (1900).
Sin embargo, aquella no sería la única ocasión en que DeMatteis recordaría con afecto el proceso creativo de Willworld. En un momento anterior, en 2011, aprovechaba el décimo aniversario de la publicación original de esta novela gráfica para hacerlo también. DeMatteis volvía a ratificar su admiración por Green Lantern, personaje con cuyas aventuras y mitología parece compartir una afinidad especial: “La fórmula de GL —voluntad más imaginación igual a manifestación— no solo sirve para dar forma a historias que molan, sino que también es una receta maravillosa para seguir adelante con nuestras propias vidas”; “Willworld es una de esas historias en las que, dentro del contexto de una fantasía cósmica […], fui capaz de compartir mi visión de la vida, del universo y de todo lo que existe”. Por increíble que parezca, al cumplirse la efeméride se dio la coincidencia de que DeMatteis volvía a escribir a Green Lantern: fue en un episodio de la serie animada Batman: The Brave and the Bold (El intrépido Batman en España y Batman, el valiente en otros países), el cuarto de la tercera temporada, con la amenaza de Zafiro Estelar. Entre los motivos del encargo estaba el de hacer más presente al personaje de GL de cara al entonces inminente estreno cinematográfico de la versión protagonizada por Ryan Reynolds. Pero, eventualidades aparte, no deja de resultar chocante que alguien tan fascinado por Green Lantern —tanto que le regaló a su hija un “Anillo de Poder” verde, especialmente forjado con motivo de su 13 cumpleaños, a modo de rito iniciático para afrontar la vida— coincidiera con alguien como Seth Fisher y dieran forma juntos, como un solo autor, a una inolvidable historia de Hal Jordan. Es algo que muchos han destacado para llegar a calificar el resultado de “obra maestra ignorada”, en la que no se sabe muy bien, por fortuna, dónde empieza el guion y termina el dibujo o al revés, al formar parte ambos de un todo indisoluble que parece creado por la misma persona.
En cuanto a la primera historia incluida en este tomo de ECC, Flash: El tiempo vuela, fue en realidad la segunda en publicarse, dado que Fisher había concluido Willworld y estaba ansioso por continuar trabajando para DC en algún proyecto similar. Hacía casi un año que el guion de John Rozum se encontraba terminado, pero no contaban con ningún dibujante adecuado al que asignárselo. Viendo que la historia le venía también como anillo al dedo, Cavalieri no dudó en dárselo a Fisher. Se lo encargó sin plazo de entrega fijo, de modo que el dibujante pudo tomarse su tiempo y ofrecer unas páginas igualmente excepcionales con la ayuda del mismo colorista, Chris Chuckry. El punto de partida para crear esa sociedad futura a la que viaja Flash fue precisamente la arquitectura plasmada en alguna viñeta de Willworld e inspirada en la de Antoni Gaudí (si a alguien le parece ver algo similar a la Pedrera o la Casa Batlló, tanto en dibujo como en color, que no se extrañe más de la cuenta). Al igual que Willworld, El tiempo vuela es un cómic de superhéroes vibrante, colorido e inimitable, por su creación de un mundo propio: una atmósfera tan bien definida y extraordinaria que el propio Rozum, que ni siquiera había escrito el guion pensando en Fisher, jamás ha ambientado nuevas historias en ese futuro —pese a haber pensado en hacerlo— por lo cautivado que quedó ante la idiosincrasia y el virtuosismo de Fisher.
Felip Tobar
Artículo publicado en las páginas de Seth Fisher presenta: The Brave and the Bold ¡Ya a la venta!
Sin embargo, aquella no sería la única ocasión en que DeMatteis recordaría con afecto el proceso creativo de Willworld. En un momento anterior, en 2011, aprovechaba el décimo aniversario de la publicación original de esta novela gráfica para hacerlo también. DeMatteis volvía a ratificar su admiración por Green Lantern, personaje con cuyas aventuras y mitología parece compartir una afinidad especial: “La fórmula de GL —voluntad más imaginación igual a manifestación— no solo sirve para dar forma a historias que molan, sino que también es una receta maravillosa para seguir adelante con nuestras propias vidas”; “Willworld es una de esas historias en las que, dentro del contexto de una fantasía cósmica […], fui capaz de compartir mi visión de la vida, del universo y de todo lo que existe”. Por increíble que parezca, al cumplirse la efeméride se dio la coincidencia de que DeMatteis volvía a escribir a Green Lantern: fue en un episodio de la serie animada Batman: The Brave and the Bold (El intrépido Batman en España y Batman, el valiente en otros países), el cuarto de la tercera temporada, con la amenaza de Zafiro Estelar. Entre los motivos del encargo estaba el de hacer más presente al personaje de GL de cara al entonces inminente estreno cinematográfico de la versión protagonizada por Ryan Reynolds. Pero, eventualidades aparte, no deja de resultar chocante que alguien tan fascinado por Green Lantern —tanto que le regaló a su hija un “Anillo de Poder” verde, especialmente forjado con motivo de su 13 cumpleaños, a modo de rito iniciático para afrontar la vida— coincidiera con alguien como Seth Fisher y dieran forma juntos, como un solo autor, a una inolvidable historia de Hal Jordan. Es algo que muchos han destacado para llegar a calificar el resultado de “obra maestra ignorada”, en la que no se sabe muy bien, por fortuna, dónde empieza el guion y termina el dibujo o al revés, al formar parte ambos de un todo indisoluble que parece creado por la misma persona.
En cuanto a la primera historia incluida en este tomo de ECC, Flash: El tiempo vuela, fue en realidad la segunda en publicarse, dado que Fisher había concluido Willworld y estaba ansioso por continuar trabajando para DC en algún proyecto similar. Hacía casi un año que el guion de John Rozum se encontraba terminado, pero no contaban con ningún dibujante adecuado al que asignárselo. Viendo que la historia le venía también como anillo al dedo, Cavalieri no dudó en dárselo a Fisher. Se lo encargó sin plazo de entrega fijo, de modo que el dibujante pudo tomarse su tiempo y ofrecer unas páginas igualmente excepcionales con la ayuda del mismo colorista, Chris Chuckry. El punto de partida para crear esa sociedad futura a la que viaja Flash fue precisamente la arquitectura plasmada en alguna viñeta de Willworld e inspirada en la de Antoni Gaudí (si a alguien le parece ver algo similar a la Pedrera o la Casa Batlló, tanto en dibujo como en color, que no se extrañe más de la cuenta). Al igual que Willworld, El tiempo vuela es un cómic de superhéroes vibrante, colorido e inimitable, por su creación de un mundo propio: una atmósfera tan bien definida y extraordinaria que el propio Rozum, que ni siquiera había escrito el guion pensando en Fisher, jamás ha ambientado nuevas historias en ese futuro —pese a haber pensado en hacerlo— por lo cautivado que quedó ante la idiosincrasia y el virtuosismo de Fisher.
Felip Tobar
Artículo publicado en las páginas de Seth Fisher presenta: The Brave and the Bold ¡Ya a la venta!