Estamos ante un momento crucial en la historia de la novela policíaca americana. En un panorama editorial post-Código Da Vinci, donde las grandes editoriales buscan constantemente el siguiente “gran libro”, el hueco entre los best-sellers y el resto se está haciendo cada vez más grande. La creencia imperante en las editoriales es que el público, en general, quiere historias policíacas agradables que se arriesguen poco en cuanto a lenguaje, carácter y estilo, y sus mayores temores son que las novelas policíacas sean “demasiado oscuras” o “demasiado arriesgadas”. Por ello, los libros que tienen más probabilidades de conseguir grandes presupuestos para su promoción y una amplia distribución son aquellos cuyas historias son las menos propensas a ensanchar las fronteras del género. Claro que hoy en día se publican muchas novelas policíacas maravillosas, pero se hace cada vez más improbable que encuentres a la próxima generación de Elmore Leonards o Stephen Kings en las estanterías de misterio de una gran superficie.
Pero está ocurriendo algo curioso. Mientras que las editoriales se han alejado del material más vanguardista, películas policíacas como Infiltrados o Mystic River han sido éxitos galardonados con Óscars, y un público entusiasta de series de televisión como Dexter, The Wire, Los Soprano y True Blood ha demostrado que a la audiencia no le da miedo la narrativa oscura sino que la ansía. Incluso Showtime ha alardeado recientemente en una enorme campaña publicitaria que tiene las “series más arriesgadas” de la televisión. Cuesta imaginar a una gran editorial estadounidense alardeando de publicar la ficción policíaca más arriesgada.
Al reconocer sabiamente el apetito del público por la narrativa rompedora, la industria del cómic lleva años en la vanguardia. Trabajando de forma casi exclusiva para el mundo de la historieta, escritores como Brian Azzarello, Garth Ennis y Ed Brubaker entrarían en cualquier lista de los mejores escritores policíacos de esta generación. El último maestro en aparecer en el mundo del cómic es Jason Aaron.
La obra de Aaron —en Scalped en concreto— está a la altura de lo mejor de Elmore Leonard o George V. Higgins. Es todo lo que tendría que ser la gran ficción policíaca: cruda, honesta, irónica, directa y oscurísima. ¿Y por qué no tendría que ser oscura? Por definición, el crimen es oscuro, y Aaron se niega a mostrárnoslo de otra manera. Se arriesga de una forma que pocos novelistas se atreverían a hacer, y aún menos editoriales se atreverían a publicar. Él comprende que, para engancharnos y hacer que no podamos dejar de pasar páginas, no tienen por qué gustarnos sus personajes —de hecho, hacer que un personaje sea ultraagradable es una buena forma de aburrir soberanamente a los lectores— sino que tenemos que entenderlos. En Triste y solo —el mejor arco argumental de Scalped hasta la fecha— nos da a varios de los mayores gilipollas imaginables, pero no nos cansamos de ellos porque son muy convincentes, memorables y reales. En cuanto al argumento, Aaron usa técnicas estructurales que, francamente, no se habían usado antes, moviéndose con facilidad entre el pasado y el presente y múltiples tramas, y al final todo encaja de forma brillante.
Así como William Faulkner dio vida al ficticio condado de Yoknapatawpha, tras unas pocas páginas de Scalped te verás sumergido en un mundo —la reserva india de Prairie Rose— que es total y exclusivamente de Aaron. Por supuesto, nada de esto sería posible sin el dibujo perfecto e inquietante de R.M. Guéra, Davide Furnò y Francesco Francavilla.
Igual que un tiburón, el género policíaco debe seguir avanzando e innovando o morirá. Con suerte, la industria editorial despertará ante el apetito del público por la narrativa arriesgada, y la novela policíaca moderna tendrá un nuevo auge. Mientras, lee Scalped y descubre un ejemplo perfecto de por qué la mejor ficción policíaca actual está en los cómics.
Jason Starr
Julio de 2009
Jason Starr es el aclamado autor de muchas novelas policíacas y thrillers, entre las que se incluyen Savage Lane, Cold Caller, Nothing Personal, Hard Feelings, Tough Luck, Twisted City y Lights Out. Ha ganado el premio Anthony dos veces, además del premio Barry, y sus libros se han publicado en más de una docena de idiomas. Ha escrito cómics y novelas gráficas para Vertigo (The Chill), DC (Doc Savage) y Marvel (Punisher Max, Wolverine Max y la novela original Ant-Man: Natural Enemy). También ha coescrito cuatro novelas con Ken Bruen —Bust, Slide, The Max y Pimp— y ha coeditado Bloodlines, una antología de historias sobre carreras de caballos para Vintage Books. Vive en Manhattan.
Artículo publicado en las páginas de Scalped Libro 03 ¡Ya a la venta!
Previa de Scalped Libro 03
Pero está ocurriendo algo curioso. Mientras que las editoriales se han alejado del material más vanguardista, películas policíacas como Infiltrados o Mystic River han sido éxitos galardonados con Óscars, y un público entusiasta de series de televisión como Dexter, The Wire, Los Soprano y True Blood ha demostrado que a la audiencia no le da miedo la narrativa oscura sino que la ansía. Incluso Showtime ha alardeado recientemente en una enorme campaña publicitaria que tiene las “series más arriesgadas” de la televisión. Cuesta imaginar a una gran editorial estadounidense alardeando de publicar la ficción policíaca más arriesgada.
Al reconocer sabiamente el apetito del público por la narrativa rompedora, la industria del cómic lleva años en la vanguardia. Trabajando de forma casi exclusiva para el mundo de la historieta, escritores como Brian Azzarello, Garth Ennis y Ed Brubaker entrarían en cualquier lista de los mejores escritores policíacos de esta generación. El último maestro en aparecer en el mundo del cómic es Jason Aaron.
La obra de Aaron —en Scalped en concreto— está a la altura de lo mejor de Elmore Leonard o George V. Higgins. Es todo lo que tendría que ser la gran ficción policíaca: cruda, honesta, irónica, directa y oscurísima. ¿Y por qué no tendría que ser oscura? Por definición, el crimen es oscuro, y Aaron se niega a mostrárnoslo de otra manera. Se arriesga de una forma que pocos novelistas se atreverían a hacer, y aún menos editoriales se atreverían a publicar. Él comprende que, para engancharnos y hacer que no podamos dejar de pasar páginas, no tienen por qué gustarnos sus personajes —de hecho, hacer que un personaje sea ultraagradable es una buena forma de aburrir soberanamente a los lectores— sino que tenemos que entenderlos. En Triste y solo —el mejor arco argumental de Scalped hasta la fecha— nos da a varios de los mayores gilipollas imaginables, pero no nos cansamos de ellos porque son muy convincentes, memorables y reales. En cuanto al argumento, Aaron usa técnicas estructurales que, francamente, no se habían usado antes, moviéndose con facilidad entre el pasado y el presente y múltiples tramas, y al final todo encaja de forma brillante.
Así como William Faulkner dio vida al ficticio condado de Yoknapatawpha, tras unas pocas páginas de Scalped te verás sumergido en un mundo —la reserva india de Prairie Rose— que es total y exclusivamente de Aaron. Por supuesto, nada de esto sería posible sin el dibujo perfecto e inquietante de R.M. Guéra, Davide Furnò y Francesco Francavilla.
Igual que un tiburón, el género policíaco debe seguir avanzando e innovando o morirá. Con suerte, la industria editorial despertará ante el apetito del público por la narrativa arriesgada, y la novela policíaca moderna tendrá un nuevo auge. Mientras, lee Scalped y descubre un ejemplo perfecto de por qué la mejor ficción policíaca actual está en los cómics.
Jason Starr
Julio de 2009
Jason Starr es el aclamado autor de muchas novelas policíacas y thrillers, entre las que se incluyen Savage Lane, Cold Caller, Nothing Personal, Hard Feelings, Tough Luck, Twisted City y Lights Out. Ha ganado el premio Anthony dos veces, además del premio Barry, y sus libros se han publicado en más de una docena de idiomas. Ha escrito cómics y novelas gráficas para Vertigo (The Chill), DC (Doc Savage) y Marvel (Punisher Max, Wolverine Max y la novela original Ant-Man: Natural Enemy). También ha coescrito cuatro novelas con Ken Bruen —Bust, Slide, The Max y Pimp— y ha coeditado Bloodlines, una antología de historias sobre carreras de caballos para Vintage Books. Vive en Manhattan.
Artículo publicado en las páginas de Scalped Libro 03 ¡Ya a la venta!
Previa de Scalped Libro 03