I.
Entre 1987 y 1996 la mayor parte de mi tiempo de trabajo, y todas mis horas de sueño, las dediqué a contar una historia, la de Sandman.
Sandman salió más o menos mensualmente desde finales de 1988. La historia está recopilada en 10 tomos, con dos o tres tomos periféricos y un libro ilustrado en el que se revisaba un cuento tradicional japonés, a mi manera. La historia también engendró un Companion y, más recientemente, una guía ilustrada. Ayer, en la recepción de un hotel de Turín, me preguntaron si podía contar la historia de Sandman en menos de 25 palabras. Me lo pensé un momento:
"El Señor de los Sueños aprende que uno debe cambiar o morirá y toma su propia decisión", dije.
Es verdad, al menos en cierto sentido, aunque deja muchas cosas fuera. Es lo malo de las introducciones.
II.
Cuando terminé con Sandman, la gente me preguntaba si algún día recuperaría aquellos personajes. Si contaría más historias de Morfeo, el Rey de las Historias, o su familia, los Eternos.
"Claro", decía yo. "Algún día."
Este tomo existe porque había artistas con los que quería trabajar e historias que quería contar, y porque a veces miras al cielo y te das cuenta que ese "algún día" es hoy.
III.
Solo había trabajado con uno de los artistas de este libro antes: P. Craig Russell. Nuestra historia de Sandman, Ramadán, es una de mis favoritas entre los cómics individuales de Sandman, y logró una notoriedad peculiar, ya que fue comentada y mencionada en diarios de todo el mundo cuando Bagdad volvió a caer en 2003.
La historia de Craig es la primera que escribí para este libro. Estaba solo en Venecia, la semana siguiente al 11 de septiembre de 2001, el día que cayeron las torres, y terminé reflexionando sobre la naturaleza del tiempo y la muerte.
Muerte es la segunda más vieja de los Eternos. Es difícil no amarla. Al fin y al cabo, ella nos ama.
Milo Manara es un artista cuyos cómics he admirado desde hace muchos años: su novela gráfica Verano indio, escrita por Hugo Pratt, es una de las cumbres del cómic. La idea de que Manara dibujara un cuento de Deseo fue una de las cosas que me impulsó a hacer el libro que tienes entre las manos.
La historia en sí está libremente inspirada en una anécdota histórica mencionada por George MacDonald Fraser.
Conocí a Miguelanxo Prado en 1996, en la ciudad asturiana de Gijón (escrita por los locales como Xixón en las señales de tráfico). En Gijón, o Xixón, las brumas que salen del Atlántico cada mañana hacen que toda la ciudad parezca imaginaria. Cuando vi la obra de Prado supe que quería escribir algo para que él lo dibujase.
Cronológicamente, esta es la primera historia de Sandman que he contado jamás. Aunque es cierto que soy de los que prefieren los misterios a las explicaciones, me produjo placer aclarar unas cuantas cosas.
Pasarán varios millones de años antes de que Muerte se anime y aún más para que Deleite se convierta en Delirio.
La Desesperación que conocemos en esta historia es la primera Desesperación.
Barron Storey es habitante de San Francisco, artista, maestro, ilustrador y miembro de la Brotherhood of the Black Dog (Hermandad del Perro Negro). Su influencia en el mundo del arte ha sido enorme. Lo conocí a través de Dave McKean y no tardé en proponerle que creáramos una gran historia juntos, que iba a llamarse 25 retratos de Desesperación.
Creo, visto con perspectiva, que probablemente fue bueno que solo creáramos 15 retratos de Desesperación.
Barron y yo queremos darle las gracias a Dave McKean por su asombroso diseño y el trabajo tipográfico en los retratos.
A Bill Sienkiewicz lo conozco desde hace al menos 16 años y he admirado su obra desde aún antes. Hace muchos, muchos años

ideamos una historia juntos: un libro lleno de imágenes a toda página que íbamos a llamar Obsessional, en el que toda la población de Manhattan —consumida por su propia locura, deseos y obsesiones— se uniría en un glorioso desfile de carnaval por Nueva York y terminaría engullida por el río East. La historia la escribiría un hombre obsesionado con el desfile.
Es una de las mejores historias que hemos contado.
La historia de Delirio en este libro se alimenta también de locura, aunque Delirio vive en su centro, no en la periferia. Al hombre de blanco lo llaman a veces Daniel, pero es más preciso Sueño. El perro se llama Barnabas.
Delirio es la más joven de los Eternos.
Glenn Fabry logró reconocimiento internacional por sus ilustraciones de portada para el Predicador de Garth Ennis y Steve Dillon, y me encantó que encontrase tiempo para dibujar el cuento de Destrucción.
Cuando R.A. Lafferty (que escribe como un ángel y, como muchas cosas angelicales, puede no ser del gusto de todos) murió en marzo de 2002, evidenció que era un escritor de ciencia ficción poco predictivo, por semanas, ya que previamente había dicho, en un ensayo de 1983, que moriría en 2001. Cuando me enteré de que había muerto, me senté y leí una entrevista que le habían hecho en la que mencionaba una idea que nunca había logrado transformar en una historia y que ofrecía al que la quisiera. Pensé que sería un buen homenaje para aquel genial escritor intentar ver qué podía hacer con aquella idea y bauticé la península como San Rafael, también en honor de Lafferty.
Destrucción abandonó a su familia hace más de 400 años. Aun así, los vínculos familiares son difíciles de romper.
Aunque las historias de este libro se pueden leer en cualquier orden (o en ninguno), la historia de Destrucción sigue a la de Delirio.
Finalmente, Frank Quitely concluye Noches eternas con un relato de ocho páginas sobre Destino que me pareció, al terminar de escribir estas historias, que era un tema que tenían en común.
No he conocido personalmente a Frank Quitely. Siempre supe que era bueno, lo que no sabía es que era tan bueno.
IV.
He pasado los últimos meses recorriendo Europa por un libro, dando entrevistas. En algunos países me preguntan cómo me siento al ser conocido principalmente como autor de Sandman. (Solo me lo preguntan en los países en los que soy conocido principalmente como autor de Sandman. Hay países en lo que me preguntan cómo me siento al ser conocido principalmente como autor de libros infantiles, o como escritor de fantasía. En Polonia la primera pregunta siempre parecía ser cómo me sentía por ser conocido principalmente como postmoderno...)
Y cuando me hacen esa pregunta, les digo que Sandman es lo más voluminoso que he escrito en mi vida, algo más de 2.000 páginas. Que nada que haya escrito ni escriba, espero, alcanzará esas dimensiones.
Les digo que fueron nueve años de mi vida. Les digo que me siento orgulloso, pero orgulloso de lo que todos los dibujantes, Todd Klein, Danny Vozzo, los editores y yo logramos crear. La gente recuerda las cosas voluminosas.
V.
Si este es tu primer contacto con el mundo de Sandman, debes tener presente que los Eternos no son dioses, porque cuando la gente deja de creer en dioses, estos dejan de existir. Pero mientras haya gente que viva, sueñe y destruya, que desee, se desespere, se deleite o se vuelva loca, que viva vidas que influyan en las de los demás, los Eternos estarán ahí, haciendo su trabajo. Les trae sin cuidado que creas en ellos o no.
Los días son cortos y se terminan demasiado pronto.
Las noches, para bien o para mal, pueden parecer eternas. Escribir estas historias fue como volver a casa.
Neil Gaiman
Turín/París 24 de mayo de 2003
Artículo publicado originalmente como introducción de Sandman: Noches eternas.

Entre 1987 y 1996 la mayor parte de mi tiempo de trabajo, y todas mis horas de sueño, las dediqué a contar una historia, la de Sandman.
Sandman salió más o menos mensualmente desde finales de 1988. La historia está recopilada en 10 tomos, con dos o tres tomos periféricos y un libro ilustrado en el que se revisaba un cuento tradicional japonés, a mi manera. La historia también engendró un Companion y, más recientemente, una guía ilustrada. Ayer, en la recepción de un hotel de Turín, me preguntaron si podía contar la historia de Sandman en menos de 25 palabras. Me lo pensé un momento:
"El Señor de los Sueños aprende que uno debe cambiar o morirá y toma su propia decisión", dije.
Es verdad, al menos en cierto sentido, aunque deja muchas cosas fuera. Es lo malo de las introducciones.
II.
Cuando terminé con Sandman, la gente me preguntaba si algún día recuperaría aquellos personajes. Si contaría más historias de Morfeo, el Rey de las Historias, o su familia, los Eternos.
"Claro", decía yo. "Algún día."
Este tomo existe porque había artistas con los que quería trabajar e historias que quería contar, y porque a veces miras al cielo y te das cuenta que ese "algún día" es hoy.
III.
Solo había trabajado con uno de los artistas de este libro antes: P. Craig Russell. Nuestra historia de Sandman, Ramadán, es una de mis favoritas entre los cómics individuales de Sandman, y logró una notoriedad peculiar, ya que fue comentada y mencionada en diarios de todo el mundo cuando Bagdad volvió a caer en 2003.
La historia de Craig es la primera que escribí para este libro. Estaba solo en Venecia, la semana siguiente al 11 de septiembre de 2001, el día que cayeron las torres, y terminé reflexionando sobre la naturaleza del tiempo y la muerte.
Muerte es la segunda más vieja de los Eternos. Es difícil no amarla. Al fin y al cabo, ella nos ama.
Milo Manara es un artista cuyos cómics he admirado desde hace muchos años: su novela gráfica Verano indio, escrita por Hugo Pratt, es una de las cumbres del cómic. La idea de que Manara dibujara un cuento de Deseo fue una de las cosas que me impulsó a hacer el libro que tienes entre las manos.
La historia en sí está libremente inspirada en una anécdota histórica mencionada por George MacDonald Fraser.
Conocí a Miguelanxo Prado en 1996, en la ciudad asturiana de Gijón (escrita por los locales como Xixón en las señales de tráfico). En Gijón, o Xixón, las brumas que salen del Atlántico cada mañana hacen que toda la ciudad parezca imaginaria. Cuando vi la obra de Prado supe que quería escribir algo para que él lo dibujase.
Cronológicamente, esta es la primera historia de Sandman que he contado jamás. Aunque es cierto que soy de los que prefieren los misterios a las explicaciones, me produjo placer aclarar unas cuantas cosas.
Pasarán varios millones de años antes de que Muerte se anime y aún más para que Deleite se convierta en Delirio.
La Desesperación que conocemos en esta historia es la primera Desesperación.
Barron Storey es habitante de San Francisco, artista, maestro, ilustrador y miembro de la Brotherhood of the Black Dog (Hermandad del Perro Negro). Su influencia en el mundo del arte ha sido enorme. Lo conocí a través de Dave McKean y no tardé en proponerle que creáramos una gran historia juntos, que iba a llamarse 25 retratos de Desesperación.
Creo, visto con perspectiva, que probablemente fue bueno que solo creáramos 15 retratos de Desesperación.
Barron y yo queremos darle las gracias a Dave McKean por su asombroso diseño y el trabajo tipográfico en los retratos.
A Bill Sienkiewicz lo conozco desde hace al menos 16 años y he admirado su obra desde aún antes. Hace muchos, muchos años

ideamos una historia juntos: un libro lleno de imágenes a toda página que íbamos a llamar Obsessional, en el que toda la población de Manhattan —consumida por su propia locura, deseos y obsesiones— se uniría en un glorioso desfile de carnaval por Nueva York y terminaría engullida por el río East. La historia la escribiría un hombre obsesionado con el desfile.
Es una de las mejores historias que hemos contado.
La historia de Delirio en este libro se alimenta también de locura, aunque Delirio vive en su centro, no en la periferia. Al hombre de blanco lo llaman a veces Daniel, pero es más preciso Sueño. El perro se llama Barnabas.
Delirio es la más joven de los Eternos.
Glenn Fabry logró reconocimiento internacional por sus ilustraciones de portada para el Predicador de Garth Ennis y Steve Dillon, y me encantó que encontrase tiempo para dibujar el cuento de Destrucción.
Cuando R.A. Lafferty (que escribe como un ángel y, como muchas cosas angelicales, puede no ser del gusto de todos) murió en marzo de 2002, evidenció que era un escritor de ciencia ficción poco predictivo, por semanas, ya que previamente había dicho, en un ensayo de 1983, que moriría en 2001. Cuando me enteré de que había muerto, me senté y leí una entrevista que le habían hecho en la que mencionaba una idea que nunca había logrado transformar en una historia y que ofrecía al que la quisiera. Pensé que sería un buen homenaje para aquel genial escritor intentar ver qué podía hacer con aquella idea y bauticé la península como San Rafael, también en honor de Lafferty.
Destrucción abandonó a su familia hace más de 400 años. Aun así, los vínculos familiares son difíciles de romper.
Aunque las historias de este libro se pueden leer en cualquier orden (o en ninguno), la historia de Destrucción sigue a la de Delirio.
Finalmente, Frank Quitely concluye Noches eternas con un relato de ocho páginas sobre Destino que me pareció, al terminar de escribir estas historias, que era un tema que tenían en común.
No he conocido personalmente a Frank Quitely. Siempre supe que era bueno, lo que no sabía es que era tan bueno.
IV.
He pasado los últimos meses recorriendo Europa por un libro, dando entrevistas. En algunos países me preguntan cómo me siento al ser conocido principalmente como autor de Sandman. (Solo me lo preguntan en los países en los que soy conocido principalmente como autor de Sandman. Hay países en lo que me preguntan cómo me siento al ser conocido principalmente como autor de libros infantiles, o como escritor de fantasía. En Polonia la primera pregunta siempre parecía ser cómo me sentía por ser conocido principalmente como postmoderno...)
Y cuando me hacen esa pregunta, les digo que Sandman es lo más voluminoso que he escrito en mi vida, algo más de 2.000 páginas. Que nada que haya escrito ni escriba, espero, alcanzará esas dimensiones.
Les digo que fueron nueve años de mi vida. Les digo que me siento orgulloso, pero orgulloso de lo que todos los dibujantes, Todd Klein, Danny Vozzo, los editores y yo logramos crear. La gente recuerda las cosas voluminosas.
V.
Si este es tu primer contacto con el mundo de Sandman, debes tener presente que los Eternos no son dioses, porque cuando la gente deja de creer en dioses, estos dejan de existir. Pero mientras haya gente que viva, sueñe y destruya, que desee, se desespere, se deleite o se vuelva loca, que viva vidas que influyan en las de los demás, los Eternos estarán ahí, haciendo su trabajo. Les trae sin cuidado que creas en ellos o no.
Los días son cortos y se terminan demasiado pronto.
Las noches, para bien o para mal, pueden parecer eternas. Escribir estas historias fue como volver a casa.
Neil Gaiman
Turín/París 24 de mayo de 2003
Artículo publicado originalmente como introducción de Sandman: Noches eternas.