Eccediciones
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Renovarse o morir

Ningún personaje dura demasiado sin na renovación, que puede ir de lo meramente cosmético a un cambio radical que altere para siempre su situación... o incluso transforme al héroe en villano.

Los motivos son diversos y abundantes: decisiones editoriales o incluso comerciales para devolver el atractivo a un personaje acartonado, el nuevo e ingenioso enfoque de un equipo creativo que llega cargado de ideas, una nueva línea con una ambientación diferente, un suceso clave que hace que un grupo se replantee su estructura e incluso su propósito o, como en el caso que nos ocupa, una ola de cambio que ha transformado el Universo DC en algo similar a lo que siempre hemos leído pero, al mismo iempo, distinto. Felix Faust no iba a ser una excepción, y el nuevo Universo DC le ha proporcionado un cambio de aspecto y una personalidad aún más retorcida y maquiavélica con la que poner en jaque a la Liga de la Justicia Oscura.

Faust es una de las más recientes incorporaciones a la larga lista de villanos que pasan por un lavado de cara para resultar más peligrosos o ganar complejidad, algo que repercute positivamente no solo en ellos como personajes sino en las colecciones de las que forman parte. Superboy Prime pasó de ser el legado de una época muerta, aislado más allá del tiempo y el espacio y, admitámoslo, sin mucha personalidad, a convertirse en uno de los villanos más peligrosos del cosmos: se enfrentó a todos los superhéroes del universo en Crisis Infinita, participó en La guerra de los Sinestro Corps como uno de los adalides de Sinestro –derrotando a Sodam Yat, uno de los Green Lanterns más poderosos– y dejó entrever su presencia en Cuenta atrás a Crisis Final antes de llevar la guerra a la Legión de Superhéroes en Legión de tres mundos. De reliquia de tiempos pasados a letal enemigo de los héroes a través del espacio y el tiempo. No está mal, ¿verdad? Geoff Johns, timonel de su transformación, describió al personaje como muy divertido de escribir y más complejo de lo que la gente piensa: “Ha sufrido mucho, y aunque eso no significa que puedas hacer lo mismo a los demás [...] [Superboy] Prime siente que tiene derecho a ello. Le acosaban siendo niño, consiguió el deseo que más anhelaba y recibió unos poderes increíbles, pero luego lo perdió todo. Su actitud ante ello es oscura, cínica y rabiosa... pero con un punto de  malicia”.

Black Adam, archienemigo de la familia Marvel, sufrió un cambio progresivo en la colección JSA, pasando de ser un enemigo frontal sin muchos matices a un personaje polifacético con un pasado de sufrimiento y venganza, motivos  para imponer sus propias normas al mundo y un código moral que le hizo estar a ambos lados de la línea que separa al héroe y al villano. Sus decisiones llegaron al punto álgido durante su toma del gobierno de su tierra natal, Khandaq, en el arco argumental Reino Negro. Más adelante, en la extensa serie 52 fue el protagonista de una de las líneas argumentales, reforzando su imagen de hombre torturado, casi maldito, al que su temperamento y las circunstancias acaban empujando al lado oscuro cuando todo lo que quiere es construir su lugar en el mundo. En este caso no se trató solamente de hacerlo más amenazador –un villano regular se ve venir, pero ¿cuándo explotará esa bomba de relojería que es Black Adam?–, sino de aportar más detalles a su personalidad para darle un carácter propio, impredecible y fascinante.

En ocasiones, el cambio puede ser todavía más radical. Maxwell Lord dio un giro de 180 grados cuando pasó de ser un aliado de los héroes (arrogante y con un punto miserable, pero aliado al fin y al cabo) a uno de los villanos más peligrosos de la DC moderna. Después de poner en jaque al mundo entero con su programa OMAC para el control metahumano y acabar con Ted Kord –Blue Beetle, otro personaje que ha sufrido una importante y reciente renovación–, fue asesinado por Wonder Woman para resucitar en El día más brillante, la serie que sucedió a La noche más oscura. Mediante sus poderes de control mental, borró todo recuerdo de su existencia de la mente de todos los superhéroes... salvo de un puñado de ellos, aquellos que pertenecieron a la Liga de la Justicia Internacional que de tanto éxito gozó a finales de los años ochenta. A partir de esta premisa nacería una nueva colección, Generación perdida, centrada en torno a la búsqueda y captura de este villano al que, en tiempos pasados, los héroes podían llamar amigo.

No es la primera renovación que atraviesa Felix Faust en la época moderna de DC. Su papel, aunque se reveló tarde, fue fundamental en una de las tramas argumentales que conformaron el macroevento 52. Faust comenzó siendo un villano de la Liga de la Justicia sin más aliciente que sus poderes mágicos, otra de tantas amenazas con un
punto ultraterreno que acababan siendo derrotadas una y otra vez. Sin embargo, en 52 se le dio una vuelta de tuerca y un nuevo enfoque: en vez de lanzarse a la reyerta, manipularía al protagonista a través de un viaje por todo el mundo, haciéndole perseguir humo y espejos hasta arrastrarlo a la condenación. En esta ocasión nos encontramos a un Faust muy distinto, libre de las ataduras de su pasado en el viejo Universo DC (que fueron las artífices de su perdición en 52), pero igualmente manipulador. Más adelante puso su grano de arena –literal y figuradamente– para la creación de la villana Genocidio, que estuvo a punto de derrotar a Wonder Woman definitivamente. Así, Faust pasó de ser un villano sin mayor relevancia a una amenaza entre las sombras, alguien que elude los enfrentamientos directos para hacer daño a través de los ardides, la magia y el engaño; un enfoque este acertado para un hechicero como él.

Han llegado tiempos nuevos al Universo DC y eso se ha notado en la magia: no solo cambian los héroes, sino que también cambian sus enemigos. Con nuevas apariencias, pero movidos por los mismos deseos retorcidos.

Alberto Morán