Continuación directa de Batman: Espejo oscuro, las aventuras recopiladas en Batman: La llave maestra se gestaron en un contexto condicionado por la inminencia del Nuevo Universo DC. Pero ello no fue óbice para que Scott Snyder pusiera un broche de oro a la numeración original de Detective Comics, culminando el que, con permiso de American Vampire, fue su primer gran proyecto para la editorial.
Con Jock y Francesco Francavilla como responsables del apartado gráfico, el guionista aprovechó su primer arco argumental para establecer el tono imperante en toda la etapa, decantándose por cierta crudeza que supo combinar con “ideas originalmente asociadas a la cabecera, pero con un toque high tech a lo CSI”. La intención última era honrar el título de la serie, “poniendo a prueba las habilidades detectivescas de Batman”; pero tratándose de un guionista que se crio durante el auge de las películas slasher ochenteras, responsable de un corpus narrativo en el que el género de terror tiene un peso fundamental, y que para más señas reconoce “llevar en su ADN de escritor la influencia de John Carpenter y Stephen King”, cabía esperar un enfoque alejado de los tópicos superheroicos. Y, confirmando las expectativas, le bastaron apenas un puñado de números para retratar una Gotham City que de forma paulatina se estaba convirtiendo en una casa de los espejos destinada a reflejar la psicología de Dick Grayson, contrapuesta a la del portador original del manto del murciélago, por aquel entonces perdido en la corriente temporal (Batman: El regreso de Bruce Wayne).
En este segundo arco argumental, el equipo creativo centró su atención en la evolución de “las nuevas caras del crimen organizado gothamita tras la caída de las familias Falcone y Maroni, y la desaparición de Máscara Negra. Malhechores que, pese a todo, se guiaban por cierto código de honor”. Algo que no sucede con la generación llamada a tomar el relevo —“moderna, y mucho más fiera y malvada”—, de la que tal vez forme parte Sonia Zucco: aparentemente una legítima mujer de negocios cuyo apellido resultará familiar a muchos lectores; no en vano, se trata de la hija de Tony Zucco, matón responsable del asesinato de los padres de Dick (Detective Comics núm. 38, 1940). Las páginas que siguen a continuación exploran el vínculo traumático que une a ambos personajes, y determinan si el de Sonia es uno de esos rostros desconocidos que darán un nuevo impulso a “la transformación de la ciudad en la peor pesadilla de Dick”.
También acechado por sucesos del pasado, el comisario James Gordon se postula como el otro gran protagonista de este volumen, viéndose obligado a confrontar las sospechas más que razonables que pesan sobre James Jr. con sus sentimientos y miedos más profundos... y con el impacto que propicia el regreso del Joker. Se cierra así el círculo que comenzó a trazarse en el anterior tomo, poniendo de relieve la coherencia interna de esta etapa... y la idoneidad de Scott Snyder para modernizar el mito del Caballero Oscuro.
David Fernández
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: La llave maestra.

Con Jock y Francesco Francavilla como responsables del apartado gráfico, el guionista aprovechó su primer arco argumental para establecer el tono imperante en toda la etapa, decantándose por cierta crudeza que supo combinar con “ideas originalmente asociadas a la cabecera, pero con un toque high tech a lo CSI”. La intención última era honrar el título de la serie, “poniendo a prueba las habilidades detectivescas de Batman”; pero tratándose de un guionista que se crio durante el auge de las películas slasher ochenteras, responsable de un corpus narrativo en el que el género de terror tiene un peso fundamental, y que para más señas reconoce “llevar en su ADN de escritor la influencia de John Carpenter y Stephen King”, cabía esperar un enfoque alejado de los tópicos superheroicos. Y, confirmando las expectativas, le bastaron apenas un puñado de números para retratar una Gotham City que de forma paulatina se estaba convirtiendo en una casa de los espejos destinada a reflejar la psicología de Dick Grayson, contrapuesta a la del portador original del manto del murciélago, por aquel entonces perdido en la corriente temporal (Batman: El regreso de Bruce Wayne).
En este segundo arco argumental, el equipo creativo centró su atención en la evolución de “las nuevas caras del crimen organizado gothamita tras la caída de las familias Falcone y Maroni, y la desaparición de Máscara Negra. Malhechores que, pese a todo, se guiaban por cierto código de honor”. Algo que no sucede con la generación llamada a tomar el relevo —“moderna, y mucho más fiera y malvada”—, de la que tal vez forme parte Sonia Zucco: aparentemente una legítima mujer de negocios cuyo apellido resultará familiar a muchos lectores; no en vano, se trata de la hija de Tony Zucco, matón responsable del asesinato de los padres de Dick (Detective Comics núm. 38, 1940). Las páginas que siguen a continuación exploran el vínculo traumático que une a ambos personajes, y determinan si el de Sonia es uno de esos rostros desconocidos que darán un nuevo impulso a “la transformación de la ciudad en la peor pesadilla de Dick”.
También acechado por sucesos del pasado, el comisario James Gordon se postula como el otro gran protagonista de este volumen, viéndose obligado a confrontar las sospechas más que razonables que pesan sobre James Jr. con sus sentimientos y miedos más profundos... y con el impacto que propicia el regreso del Joker. Se cierra así el círculo que comenzó a trazarse en el anterior tomo, poniendo de relieve la coherencia interna de esta etapa... y la idoneidad de Scott Snyder para modernizar el mito del Caballero Oscuro.
David Fernández
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: La llave maestra.