Justicia Encapuchada, el personaje que ocupa la portada de este último número de Minutemen, fue según la cronología establecida en los cómics originales de Watchmen el primer superhéroe "real" de este universo creado por Alan Moore y Dave Gibbons. Su propio aspecto e idiosincrasia son ya un homenaje a los "Mystery Men" de la época: hombres sin poderes extraordinarios que utilizaban básicamente el entrenamiento físico, los disfraces y la teatralidad para erigirse en figuras heróicas (¿a alguien más le parece que Batman les debe algo?). Que Darwyn Cooke haya tenido múltiples aciertos con la figura de Justicia Encapuchada es algo que ya hemos comprobado en estas mismas páginas.
No solo ha mantenido la ambigüedad del original respecto a su identidad y verdaderas intenciones, sino que ha utilizado al personaje para el clímax de su propia precuela en lo que es el retrato del primer grupo de héroes del Universo Watchmen, enlazando perfectamente su figura con una visión desencantada de los mismos pero al unísono con el idealismo de la Edad de Oro... representado por el hilo conductor que es la voz de Hollis Mason. Un narrador que, a pesar de todo lo que cuenta y todo lo que ha hecho, se mantiene en un fascinante equilibrio entre desencanto e irrenunciable esperanza... incluso al llevar la historia a su memorable desenlace.
La figura de Justicia Encapuchada ya aparecía en el fragmento inicial de Bajo la capucha, citado en el primer número de Watchmen. Allí no solamente se reconocía su estatus de héroe primigenio, en 1938, sino que se citaba como influencia básica en la creación de la identidad del Búho Nocturno original por parte del mismo Hollis Mason... junto a otras netamente “literarias”: no solamente los héroes de la denominada pulp fiction (Doc Savage o la Sombra), sino también el protagonista del mítico número 1 de Action Comics (con fecha de portada de junio de 1938). Era el Superman de Jerry Siegel y Joe Shuster, el héroe que Mason citaba ya como personaje ficticio en su libro y que representaba la misma “moralidad básica” de la literatura pulp pero “sin sus tinieblas ni su ambigüedad”. Fue el héroe que le cautivó cuando ya era “demasiado mayor”, según sus palabras textuales... Y que quizá fascinó también al escritor que ponía esas palabras en la voz de Hollis, es decir, al mismo que firmó las aventuras de versiones “apócrifas” de Superman como MiracleMan (Eclipse) o Supreme (Image Comics / Maximum Press / Awesome Entertainment). Y es que Moore llegaría incluso a crear, para la línea America’s Best Comics (WildStorm / DC Comics), un personaje que era lo que habría sido Superman si los superhéroes no hubieran existido, es decir, un protagonista mucho más entroncado con la tradición de lo pulp: fue Tom Strong.
El debate en torno al primer superhéroe “real”, pues, parece zanjado. No solamente lo han reconocido así autores de indiscutible prestigio internacional, como Umberto Eco –que elogiaba a Superman en Apocalípticos e integrados tanto como denigraba a cualquier otro personaje similar por considerarlo una imitación–, sino que incluso los defensores más acérrimos de la Maravillosa Competencia suelen estar de acuerdo (con la excepción de algún díscolo recalcitrante que, con tal de quitarle el mérito a Kal-El, estaría dispuesto a sentar en el trono del primer superhéroe incluso a Popeye). No obstante, lo que nos ocupa no es tanto quién sería el primer superhéroe en las páginas de los cómics de nuestro “mundo real” –algo que, como ya hemos visto, resulta bastante indiscutible–, sino quién lo sería en los universos de ficción que tanta capacidad de fascinación ejercen sobre sus lectores, como este de Watchmen... Y eso es algo muy distinto.
Obviando que ya hay constancia del uso del término “superhéroe” en una fecha tan temprana como 1917, es evidente que la idea de Moore era situar la aparición de dichos personajes en su mundo coincidiendo aproximadamente con la “literaria” (a finales de los años treinta). Así, Justicia Encapuchada se define como “un hombre alto, con la constitución de un luchador, que llevaba una capucha y una capa negras, además de una soga en torno al cuello”, que debutaba ese mismo año de 1938 evitando un atraco a un supermercado y era bautizado así por la prensa. “El primer aventurero enmascarado fuera de los cómics había recibido su nombre”, concluía Mason no sin apuntar también que él había encontrado su vocación y aspiraba a convertirse en el segundo. El germen de los Minutemen se presentaba de ese modo ya, evocado bajo el prisma de la nostalgia, en el primer cómic de Watchmen jamás publicado.
En Marvel suele atribuirse el puesto de primer superhéroe de su universo a la Antorcha Humana original... Un androide que debutó en el núm. 1 de Marvel Comics (octubre de 1939), de la mano de Carl Burgos, cuando la editorial propiamente dicha aún se llamaba Timely. Pero incluso eso ha sido objeto de polémica, ya que existe una aparición previa de Namor, el Príncipe Submarino, en el Motion Picture Funnies Weekly de abril de 1939 (aunque la cuestión es si entonces era posible considerarle un superhéroe). Posterior a Namor pero anterior a la Antorcha sería Batman (Detective Comics núm. 27, mayo de 1939). No obstante, como en el caso de Justicia Encapuchada, al final todos fueron hijos de una época extraordinariamente tosca, llena de luces y sombras en los recovecos más inesperados, que pese a todo nos ha permitido disfrutar de estos cómics hasta el día de hoy. Y es que a veces parece imposible diferenciar el idealismo de los héroes de la ponzoña en la que pueden llegar a surgir. Eso es algo que Cooke rubrica, con la cabeza bien alta, de la mano de un baqueteado Hollis: en su taller parece decir lo último que dice en este cómic directamente a los lectores. Y es algo con lo que Alan Moore, al considerar a los responsables de la industria del cómic desde sus inicios hasta la actualidad “un hatajo de mafiosos” –como decía en una reciente entrevista concedida a la BBC–, seguramente también estaría de acuerdo.
Felip Tobar
Previa (portada y cinco páginas interiores) de Antes de Watchmen: Minutemen núm. 6.
No solo ha mantenido la ambigüedad del original respecto a su identidad y verdaderas intenciones, sino que ha utilizado al personaje para el clímax de su propia precuela en lo que es el retrato del primer grupo de héroes del Universo Watchmen, enlazando perfectamente su figura con una visión desencantada de los mismos pero al unísono con el idealismo de la Edad de Oro... representado por el hilo conductor que es la voz de Hollis Mason. Un narrador que, a pesar de todo lo que cuenta y todo lo que ha hecho, se mantiene en un fascinante equilibrio entre desencanto e irrenunciable esperanza... incluso al llevar la historia a su memorable desenlace.
La figura de Justicia Encapuchada ya aparecía en el fragmento inicial de Bajo la capucha, citado en el primer número de Watchmen. Allí no solamente se reconocía su estatus de héroe primigenio, en 1938, sino que se citaba como influencia básica en la creación de la identidad del Búho Nocturno original por parte del mismo Hollis Mason... junto a otras netamente “literarias”: no solamente los héroes de la denominada pulp fiction (Doc Savage o la Sombra), sino también el protagonista del mítico número 1 de Action Comics (con fecha de portada de junio de 1938). Era el Superman de Jerry Siegel y Joe Shuster, el héroe que Mason citaba ya como personaje ficticio en su libro y que representaba la misma “moralidad básica” de la literatura pulp pero “sin sus tinieblas ni su ambigüedad”. Fue el héroe que le cautivó cuando ya era “demasiado mayor”, según sus palabras textuales... Y que quizá fascinó también al escritor que ponía esas palabras en la voz de Hollis, es decir, al mismo que firmó las aventuras de versiones “apócrifas” de Superman como MiracleMan (Eclipse) o Supreme (Image Comics / Maximum Press / Awesome Entertainment). Y es que Moore llegaría incluso a crear, para la línea America’s Best Comics (WildStorm / DC Comics), un personaje que era lo que habría sido Superman si los superhéroes no hubieran existido, es decir, un protagonista mucho más entroncado con la tradición de lo pulp: fue Tom Strong.
El debate en torno al primer superhéroe “real”, pues, parece zanjado. No solamente lo han reconocido así autores de indiscutible prestigio internacional, como Umberto Eco –que elogiaba a Superman en Apocalípticos e integrados tanto como denigraba a cualquier otro personaje similar por considerarlo una imitación–, sino que incluso los defensores más acérrimos de la Maravillosa Competencia suelen estar de acuerdo (con la excepción de algún díscolo recalcitrante que, con tal de quitarle el mérito a Kal-El, estaría dispuesto a sentar en el trono del primer superhéroe incluso a Popeye). No obstante, lo que nos ocupa no es tanto quién sería el primer superhéroe en las páginas de los cómics de nuestro “mundo real” –algo que, como ya hemos visto, resulta bastante indiscutible–, sino quién lo sería en los universos de ficción que tanta capacidad de fascinación ejercen sobre sus lectores, como este de Watchmen... Y eso es algo muy distinto.
Obviando que ya hay constancia del uso del término “superhéroe” en una fecha tan temprana como 1917, es evidente que la idea de Moore era situar la aparición de dichos personajes en su mundo coincidiendo aproximadamente con la “literaria” (a finales de los años treinta). Así, Justicia Encapuchada se define como “un hombre alto, con la constitución de un luchador, que llevaba una capucha y una capa negras, además de una soga en torno al cuello”, que debutaba ese mismo año de 1938 evitando un atraco a un supermercado y era bautizado así por la prensa. “El primer aventurero enmascarado fuera de los cómics había recibido su nombre”, concluía Mason no sin apuntar también que él había encontrado su vocación y aspiraba a convertirse en el segundo. El germen de los Minutemen se presentaba de ese modo ya, evocado bajo el prisma de la nostalgia, en el primer cómic de Watchmen jamás publicado.
En Marvel suele atribuirse el puesto de primer superhéroe de su universo a la Antorcha Humana original... Un androide que debutó en el núm. 1 de Marvel Comics (octubre de 1939), de la mano de Carl Burgos, cuando la editorial propiamente dicha aún se llamaba Timely. Pero incluso eso ha sido objeto de polémica, ya que existe una aparición previa de Namor, el Príncipe Submarino, en el Motion Picture Funnies Weekly de abril de 1939 (aunque la cuestión es si entonces era posible considerarle un superhéroe). Posterior a Namor pero anterior a la Antorcha sería Batman (Detective Comics núm. 27, mayo de 1939). No obstante, como en el caso de Justicia Encapuchada, al final todos fueron hijos de una época extraordinariamente tosca, llena de luces y sombras en los recovecos más inesperados, que pese a todo nos ha permitido disfrutar de estos cómics hasta el día de hoy. Y es que a veces parece imposible diferenciar el idealismo de los héroes de la ponzoña en la que pueden llegar a surgir. Eso es algo que Cooke rubrica, con la cabeza bien alta, de la mano de un baqueteado Hollis: en su taller parece decir lo último que dice en este cómic directamente a los lectores. Y es algo con lo que Alan Moore, al considerar a los responsables de la industria del cómic desde sus inicios hasta la actualidad “un hatajo de mafiosos” –como decía en una reciente entrevista concedida a la BBC–, seguramente también estaría de acuerdo.
Felip Tobar
Previa (portada y cinco páginas interiores) de Antes de Watchmen: Minutemen núm. 6.