Eccediciones

Presidentes imaginarios

En el penúltimo número de Antes de Watchmen: Ozymandias, además de asistir a la impresionante versión de Jae Lee de la victoria estadounidense en la guerra de Vietnam -que ya se relató en el cuarto capítulo de la obra original de Alan Moore y Dave Gibbons, aquel inolvidable episodio que era una especie de autobiografía del Dr. Manhattan al contar sus literales "Vida y milagros"-, vemos al Presidente Richard Nixon anunciando sus intenciones de aprobar una enmienda a la Constitución que le permita presentarse a las elecciones para un tercer mandato. Y sabemos que conseguiría eso y más, porque la acción de Watchmen transcurre todavía con él en la Casa Blanca. Pero... ¿cuál fue la razón de que Moore no eligiera, incluso en esta realidad alternativa, a un presidente tan propicio como Ronald Reagan, por aquel entonces al frente del gobierno? Al fin y al cabo, fue una disparatada versión de Reagan quien estuvo a punto de desencadenar el apocalipsis nuclear en Batman: El regreso del Caballero Oscuro, la otra obra seminal de la Edad Moderna del cómic, bajo la autoría de Frank Miller. E incluso llegó a ser motivo de chanza su recurrente aparición en más títulos DC de la época, como la serie limitada Legends, de John Ostrander y John Byrne, que precisamente enfrentaba a la opinión pública con los principales héroes de la casa.

La explicación de la ausencia de Reagan y de la presencia de Nixon quedó documentada por Rafael Marín en ese altamente recomendable análisis crítico de la obra maestra original que es el libro W de Watchmen, y era la siguiente en palabras del propio Moore: “Quería escribir también sobre la política del poder. Ronald Reagan era presidente. Pero me preocupaba que los lectores desconectaran si pensaban que estaba atacando a alguien a quien admiraban. Así que desarrollamos Watchmen en un mundo donde Nixon estaba en su cuarto mandato... ¡porque nadie iba a discutir que Nixon era escoria! Para mí, los ochenta fueron preocupantes. ‘Destrucción mutua asegurada’, ‘Economía vudú’. Una cultura de la complacencia... Escribí sobre los tiempos en los que vivía”.

Sin embargo, ese Nixon que en 1985 sigue perpetuándose en el poder como una alimaña no es el único presidente imaginario, distinto al del mundo real, que hemos visto en los cómics publicados por DC. La verdad es que la galería de personajes que han ocupado ese cargo es tan variopinta como sorprendente (y, desde luego, mucho más divertida que la lista de “titulares” reales). No solamente hemos visto a Kalel, el Hombre de Acero de Tierra 23, en cómics tan recientes como nuestro número 9 de Superman (Action Comics núm. 11 USA), aunque su debut lo efectuara en el número 7 original de Final Crisis (Crisis Final núm. 8). Sin duda un Obama con superpoderes y los colores de su emblema invertidos respecto al original es uno de esos estupendos delirios ditirámbicos de los que solo Grant Morrison parece capaz. Y fue en la versión animada de otro cómic del propio Morrison, JLA: Tierra 2 (incluido en el recopilatorio de toda su etapa al frente de la Liga), donde descubríamos que el presidente de los EE.UU. de ese otro mundo alternativo, el del Sindicato del Crimen (antítesis de la Liga), era ni más ni menos que Slade Wilson. El personaje que conocemos como Deathstroke... con parche incluido.

La lista es casi innumerable, pero destacan el hispano Martín Suárez (que llegó a presidente tras DC Universe: Decisions y aparecía en cómics como Batman: Vida después de la muerte) o Elizabeth Lawrence (presidenta de Tierra 51 en Cuenta atrás a Crisis Final). Esta última había sido la superheroína Liberty Belle antes de ejercer el cargo. Y es que tampoco faltaron héroes al frente de la Casa Blanca, aunque fuese en planetas alternativos como Tierra 3.898, donde se sucedían en el puesto Harold Jordan (Green Lantern) y Barbara Gordon (Batgirl). Aparecían ambos en las series limitadas de Superman/Batman: Generaciones, de la mano de John Byrne. Existe incluso un héroe adolescente que, en su propia Tierra alternativa, llegó a ser “Presi”. Y el mismísimo Superman alcanzaría la presidencia en el anual de 1991 de Action Comics, relacionado con la saga Armagedón 2001 y editado por Zinco en su día.

Pero sin duda el más impactante de todos sería Alexander Joseph Luthor, más conocido como Lex Luthor, que en el año 2000 conseguía el cargo en las páginas de los títulos de Superman y se convertía en uno de esos formidables puntos de divergencia del Universo DC respecto al real. Su abandono forzado del puesto no se produciría hasta el arco inicial de la serie Superman / Batman, Enemigos públicos, firmado por Jeph Loeb y Ed McGuinness en 2003-2004. La popularidad de esta historia, que de nuevo enfrentaba al Hombre de Acero y al Caballero Oscuro a las políticas oficiales de los EE.UU. –y prácticamente al resto de los héroes de DC–, fue tal que incluso llegó a adaptarse en un largometraje animado homónimo de 2009. A Luthor le sucedieron en el cargo Peter Ross y Jonathan Horne, pero, aunque fuesen también inexistentes en nuestro mundo, naturalmente ya no era lo mismo. La prueba es que, tras el paso de estos y de Suárez por el despacho oval, se recuperaría la sintonía con la realidad al hacer de Barack Obama el presidente de los Estados Unidos de DC (como pudimos ver en el tomo Superman: El reinado de Juicio Final).

En cualquier caso, la presidencia de Luthor quedaría como un período que afectó de forma decisiva a todo el Universo DC –incluso a los títulos de Batman hasta niveles insospechados– y como un ejemplo más de lo fascinante del poder de la ficción. En una época como la nuestra, en la que tanto se acusa a los políticos de ser hombres de paja al servicio de poderes mayores (y eso casi en el mejor de los casos), podríamos parafrasear otra célebre máxima de Alan Moore y pensar que quizá todos los presidentes, incluido el nuestro, son presidentes imaginarios.

Felip Tobar