Bueno, allá vamos. Mi primera introducción para Predicador. Mi primera oportunidad, aparte de las entrevistas, para decir algo sobre la historia y los personajes con los que conviví durante siete años de mi vida. Cuando dibujé las últimas líneas de la última viñeta, fue un momento agridulce. Tuve la sensación de satisfacción que se obtiene al finalizar un viaje épico con muchos altibajos, pero también había la tristeza que surge cuando te giras hacia tus compañeros de viaje y les dices: “Bueno... ha sido un placer conoceros. Cuidaos”. Fue raro pensar que jamás volvería a dibujar a esos tíos (excepto quizá en bocetos de convenciones), pero acepté que la historia ya se había contado. Ahí estaban el inicio, el nudo y el desenlace, y no había nada más que decir.
Hablando del inicio, fue una época extraña para mí. Mi familia y yo nos habíamos mudado de nuevo a Inglaterra después de pasar unos cuantos años en Irlanda. Los cuatro vivíamos en una pequeña casa alquilada mientras intentábamos cerrar el trato de la casa que queríamos comprar. Para hacer las cosas más interesantes, mi esposa estaba embarazadísima de mi hijo pequeño, Jamie, y yo tuve que montarme una especie de estudio en una habitación poco más grande que un armario para poder empezar a trabajar en un nuevo proyecto con Garth: Predicador.
Mientras trabajaba en el primer número, mi mente oscilaba constantemente entre el “Esto va a molar mucho. ¡Es lo mejor que hemos hecho jamás!” y el “Nadie lo va a pillar. ¡Será la bomba!”.
La combinación del caos en mi vida privada y mi preocupación de que la cosa en la que estaba trabajando podía cancelarse al poco tiempo debido a la controversia y/o a las malas ventas hizo que las semanas previas a que el cómic llegara a las tiendas no fueran precisamente relajadas. Fundamentalmente, estaba esperando dos nacimientos: el de mi hijo y el de Predicador. Aunque uno era obviamente más importante que el otro (mi esposa me habría dado una paliza en aquel momento si hubiera pensado que estaba comparando ambas cosas), los dos eran asuntos estresantes a su manera y, por suerte, ambos terminaron yendo bastante bien.
Mientras escribo esto, Jamie es un fornido chaval de 16 años. Es más alto y ancho que yo (más ancho en un sentido bueno y atlético, no ancho como un cuarentón demasiado birrero como yo), le va muy bien en la escuela y juega al rugby a un nivel bastante alto. Parece que a esos tíos de Predicador también les está yendo bastante bien. Las recopilaciones siguen reimprimiéndose y parece que aún son populares. Ahora tenemos ediciones apropiadas, adultas y en tapa dura, y toda una nueva generación de lectores sigue las vicisitudes de Jesse, Tulip, Cassidy, Caraculo, Starr y los demás. Cuando has estado tan íntimamente ligado a algo, cuesta apartarse y analizarlo objetivamente, pero como han pasado casi 10 años desde que dibujé esa última viñeta, quizá tenga la oportunidad de hacerlo.
El viaje que llevan a cabo estos personajes es largo y arduo, con muchos giros e imprevistos, y durante todo el proceso, Garth trata algunos asuntos bastante eternos: el amor, la amistad, la lealtad, la traición, el honor y la cuestión de hasta dónde deberías llegar persiguiendo lo que crees que está bien. Aunque a veces las historias son impactantes, otras surrealistas y a menudo hilarantes, esos temas relativamente sobrios son el núcleo de la historia. Aunque a veces les hiciéramos cosas terribles, Garth y yo siempre tuvimos un cariño genuino por los personajes principales de Predicador, y espero que eso se transmita al lector. Aún echo de menos a esos tíos, y espero que disfrutes siguiendo sus historias tanto como nosotros disfrutamos contándolas.
Ahora, hablemos de este tomo. Cuando has diseñado un grupo de personajes y has trabajado con ellos durante mucho tiempo, siempre es interesante ver cómo los enfoca otra persona. En un mundo ideal, yo habría ilustrado todo lo relacionado con la saga Predicador, pero debido a las limitaciones temporales, no me fue posible dibujar la serie regular y los especiales. Una vez dicho esto, no podría haber pedido un puñado de tíos mejores para hacer el trabajo. Richard Case, Peter Snejbjerg y Carlos Ezquerra son dibujantes con un estilo muy individual y distintivo que funciona perfectamente en las historias que se les pidió dibujar. He compartido unas cuantas cervezas con Richard y Peter a lo largo de los años, y son unos tíos geniales. Aunque conozco poco a Carlos, puedo aseguraros que es un tipo decente y de primera categoría, además de ser una auténtica leyenda del cómic británico. Fue una gozada tener a esos grandes dibujantes involucrados en Predicador.
Escribir esto me ha puesto nostálgico y lloroso. Predicador acaparó un buen trozo de mi vida, pero hizo algo más que pagar las facturas. Si voy a ser recordado por algo en mi carrera, me alegrará que sea por el hecho de que fui el tío con suerte que pudo trabajar junto a Garth para contar la historia de Jesse Custer.
¡Salud!
Steve Dillon
Febrero de 2011
Artículo publicado originalmente como introducción de Predicador núm. 4: Historia antigua.
Hablando del inicio, fue una época extraña para mí. Mi familia y yo nos habíamos mudado de nuevo a Inglaterra después de pasar unos cuantos años en Irlanda. Los cuatro vivíamos en una pequeña casa alquilada mientras intentábamos cerrar el trato de la casa que queríamos comprar. Para hacer las cosas más interesantes, mi esposa estaba embarazadísima de mi hijo pequeño, Jamie, y yo tuve que montarme una especie de estudio en una habitación poco más grande que un armario para poder empezar a trabajar en un nuevo proyecto con Garth: Predicador.
Mientras trabajaba en el primer número, mi mente oscilaba constantemente entre el “Esto va a molar mucho. ¡Es lo mejor que hemos hecho jamás!” y el “Nadie lo va a pillar. ¡Será la bomba!”.
La combinación del caos en mi vida privada y mi preocupación de que la cosa en la que estaba trabajando podía cancelarse al poco tiempo debido a la controversia y/o a las malas ventas hizo que las semanas previas a que el cómic llegara a las tiendas no fueran precisamente relajadas. Fundamentalmente, estaba esperando dos nacimientos: el de mi hijo y el de Predicador. Aunque uno era obviamente más importante que el otro (mi esposa me habría dado una paliza en aquel momento si hubiera pensado que estaba comparando ambas cosas), los dos eran asuntos estresantes a su manera y, por suerte, ambos terminaron yendo bastante bien.
Mientras escribo esto, Jamie es un fornido chaval de 16 años. Es más alto y ancho que yo (más ancho en un sentido bueno y atlético, no ancho como un cuarentón demasiado birrero como yo), le va muy bien en la escuela y juega al rugby a un nivel bastante alto. Parece que a esos tíos de Predicador también les está yendo bastante bien. Las recopilaciones siguen reimprimiéndose y parece que aún son populares. Ahora tenemos ediciones apropiadas, adultas y en tapa dura, y toda una nueva generación de lectores sigue las vicisitudes de Jesse, Tulip, Cassidy, Caraculo, Starr y los demás. Cuando has estado tan íntimamente ligado a algo, cuesta apartarse y analizarlo objetivamente, pero como han pasado casi 10 años desde que dibujé esa última viñeta, quizá tenga la oportunidad de hacerlo.
El viaje que llevan a cabo estos personajes es largo y arduo, con muchos giros e imprevistos, y durante todo el proceso, Garth trata algunos asuntos bastante eternos: el amor, la amistad, la lealtad, la traición, el honor y la cuestión de hasta dónde deberías llegar persiguiendo lo que crees que está bien. Aunque a veces las historias son impactantes, otras surrealistas y a menudo hilarantes, esos temas relativamente sobrios son el núcleo de la historia. Aunque a veces les hiciéramos cosas terribles, Garth y yo siempre tuvimos un cariño genuino por los personajes principales de Predicador, y espero que eso se transmita al lector. Aún echo de menos a esos tíos, y espero que disfrutes siguiendo sus historias tanto como nosotros disfrutamos contándolas.
Ahora, hablemos de este tomo. Cuando has diseñado un grupo de personajes y has trabajado con ellos durante mucho tiempo, siempre es interesante ver cómo los enfoca otra persona. En un mundo ideal, yo habría ilustrado todo lo relacionado con la saga Predicador, pero debido a las limitaciones temporales, no me fue posible dibujar la serie regular y los especiales. Una vez dicho esto, no podría haber pedido un puñado de tíos mejores para hacer el trabajo. Richard Case, Peter Snejbjerg y Carlos Ezquerra son dibujantes con un estilo muy individual y distintivo que funciona perfectamente en las historias que se les pidió dibujar. He compartido unas cuantas cervezas con Richard y Peter a lo largo de los años, y son unos tíos geniales. Aunque conozco poco a Carlos, puedo aseguraros que es un tipo decente y de primera categoría, además de ser una auténtica leyenda del cómic británico. Fue una gozada tener a esos grandes dibujantes involucrados en Predicador.
Escribir esto me ha puesto nostálgico y lloroso. Predicador acaparó un buen trozo de mi vida, pero hizo algo más que pagar las facturas. Si voy a ser recordado por algo en mi carrera, me alegrará que sea por el hecho de que fui el tío con suerte que pudo trabajar junto a Garth para contar la historia de Jesse Custer.
¡Salud!
Steve Dillon
Febrero de 2011
Artículo publicado originalmente como introducción de Predicador núm. 4: Historia antigua.