El cómic es, de todas las artes, la más sensible y la más expuesta a configuraciones tan diversas como diferentes son las sociedades que lo nutren. Y es que, aunque el medio nació realmente como una forma de entretenimiento, pronto se utilizó para mantener ciertos modelos de conducta y/o romper ciertos valores en la sociedad. En esta confluencia de intereses han surgido muchísimas heroínas y superheroínas, pero ninguna como Lois Lane, quien ha nacido con el cómic de superhéroes y ha sufrido junto con el medio, sus triunfos y sus fracasos como espejo de la realidad social.
A pesar de que Lois Lane llegó a los cómics a la vez que Superman en Action Comics núm. 1 (1938), gracias al equipo creativo de Jerry Siegel y Joe Shuster, su desarrollo como personaje se ha visto privado y recortado de muchas maneras, evitando que se convirtiese en ese símbolo que solo estos últimos años estamos llegando a ver: una mujer autosuficiente, valiente, temeraria (en el mejor de los sentidos) y comprometida con la Verdad y la Justicia, algo que la praxis de su trabajo como reportera del Daily Star (renombrado Daily Planet durante los años 40), exigía.
Es cierto que en su origen fue el esbozo de una mujer adelantada a su época. Ejemplo de ello era la profesión de Lois Lane: solo el cine se había aventurado a presentar historias con mujeres protagonistas, como fue Warner Bros. con Torchy Blane (interpretada por la actriz Glenda Farrell), una atractiva reportera, cazadora de titulares, perspicaz e inteligente, que no dudaba en saltar a trenes en marcha por las noticias. Sin embargo, a pesar de haber sido la fuente de inspiración de Siegel, Lois Lane quedaba rebajada un escalón para estar supeditada a Superman, quien siempre acababa rescantándola de secuestros, incendios o explosiones. Esto no solo fortalecía la imagen del superhéroe, sino también la imagen del hombre masculinamente perfecto, lo que debía de ser deseado por las jóvenes de la época.
Puede que, sin quererlo, Action Comics creara un personaje femenino con todas las cualidades para convertirse en un gran símbolo capaz de cambiar y romper moldes sociales y, como tal, debía de ser recortado para mantener el status quo. No obstante, gracias a que Action Comics vendía millones de copias cada mes, las lectoras de los años cuarenta supieron ver y emular las grandes características de Lois.
Sin embargo, el potencial del personaje siguió menguando con la llegada de los años cincuenta. Lois Lane sufrió una involución para volverse un personaje ingenuo, casi infantil, que no será feliz hasta que no consiga casarse con el Hombre de Acero.
Sorprendentemente, el personaje seguía haciéndose eco de la sociedad de su tiempo, pues muestra algunos elementos de la segunda ola del feminismo. Por ejemplo, Lois no abandona su trabajo en pos de dedicarse a su familia. Entre los sesenta y los ochenta, se va continuar esta línea con pequeños cambios, como que ahora Lois trabaja con Superman e incluso, de vez en cuando, le rescata, como en The Revenger of Stell! (de Cary Bates y Curt Swan) o The Man Who Stole Superman Eyes (con Martin Pasko y Curt Swan).
Aprovechando el borrón y cuenta nueva que el equipo creativo formado por Marv Wolfman y George Pérez llevan a cabo en el evento conocido como Crisis en tierras infinitas, podemos ver una relación diferente entre Lois y Superman. Clark pasa a ser un personaje en sí mismo y no sólo una careta para Superman, lo que lleva a que Lois se enamore de él antes de conocer su identidad secreta, llegando incluso al altar. Al menos hasta el siguiente reinicio del Universo DC.
La llegada del año dos mil nos trae nuevos y esperados cambios. Tras una larga lista de series y películas de Superman, era el momento de Smallville (2001 – 2011), creada por Alfred Gough y Miles Millar, una serie que no solo daba algo más de profundidad y veracidad a la relación de Lois con Superman, sino que la presentaba como una Torchy Blane de nuestra época: sotisficada, inteligente, independiente y capaz de todo para conseguir su objetivo.
El mundo de los cómics quiso hacerse eco de la gran aceptación que tuvieron las Lois Lane de la Warner Bros., su productora a nivel cinematográfico, y aprovechó en 2011 el Nuevo Universo DC para reconstruir y presentar una nueva base sobre la que volver a desarrollar el personaje.
Esta vez, Lois tiene una pareja nueva y no hay ni rastro de su matrimonio o relación amorosa con Clark. A nivel profesional, Lois también recibe un ascenso que desemboca en nuevas tramas personales que profundizan en el personaje, sacando a relucir su carácter independiente y pasional.
De manera paralela, el Nuevo Universo DC tuvo sus propias Crisis para intentar solucionar algunas tramas e interrogantes que quedaron sin resolver, en un evento llamado Convergencia. Como parte de la trama, descubrimos que las versiones post-Crisis de Lois y Clark siguen vivas, casados y están esperando un hijo, Jonathan Samuel Kent. Jon tuvo un protagonismo especial a raíz del posterior Renacimiento del Universo DC, en el que nuestra Lois ya es un personaje completo, con todos los atributos que ha ido ganando a lo largo de los años y con una nueva faceta: la de madre.
Avocadon't
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A pesar de que Lois Lane llegó a los cómics a la vez que Superman en Action Comics núm. 1 (1938), gracias al equipo creativo de Jerry Siegel y Joe Shuster, su desarrollo como personaje se ha visto privado y recortado de muchas maneras, evitando que se convirtiese en ese símbolo que solo estos últimos años estamos llegando a ver: una mujer autosuficiente, valiente, temeraria (en el mejor de los sentidos) y comprometida con la Verdad y la Justicia, algo que la praxis de su trabajo como reportera del Daily Star (renombrado Daily Planet durante los años 40), exigía.
Es cierto que en su origen fue el esbozo de una mujer adelantada a su época. Ejemplo de ello era la profesión de Lois Lane: solo el cine se había aventurado a presentar historias con mujeres protagonistas, como fue Warner Bros. con Torchy Blane (interpretada por la actriz Glenda Farrell), una atractiva reportera, cazadora de titulares, perspicaz e inteligente, que no dudaba en saltar a trenes en marcha por las noticias. Sin embargo, a pesar de haber sido la fuente de inspiración de Siegel, Lois Lane quedaba rebajada un escalón para estar supeditada a Superman, quien siempre acababa rescantándola de secuestros, incendios o explosiones. Esto no solo fortalecía la imagen del superhéroe, sino también la imagen del hombre masculinamente perfecto, lo que debía de ser deseado por las jóvenes de la época.
Puede que, sin quererlo, Action Comics creara un personaje femenino con todas las cualidades para convertirse en un gran símbolo capaz de cambiar y romper moldes sociales y, como tal, debía de ser recortado para mantener el status quo. No obstante, gracias a que Action Comics vendía millones de copias cada mes, las lectoras de los años cuarenta supieron ver y emular las grandes características de Lois.
Sin embargo, el potencial del personaje siguió menguando con la llegada de los años cincuenta. Lois Lane sufrió una involución para volverse un personaje ingenuo, casi infantil, que no será feliz hasta que no consiga casarse con el Hombre de Acero.
Sorprendentemente, el personaje seguía haciéndose eco de la sociedad de su tiempo, pues muestra algunos elementos de la segunda ola del feminismo. Por ejemplo, Lois no abandona su trabajo en pos de dedicarse a su familia. Entre los sesenta y los ochenta, se va continuar esta línea con pequeños cambios, como que ahora Lois trabaja con Superman e incluso, de vez en cuando, le rescata, como en The Revenger of Stell! (de Cary Bates y Curt Swan) o The Man Who Stole Superman Eyes (con Martin Pasko y Curt Swan).
Aprovechando el borrón y cuenta nueva que el equipo creativo formado por Marv Wolfman y George Pérez llevan a cabo en el evento conocido como Crisis en tierras infinitas, podemos ver una relación diferente entre Lois y Superman. Clark pasa a ser un personaje en sí mismo y no sólo una careta para Superman, lo que lleva a que Lois se enamore de él antes de conocer su identidad secreta, llegando incluso al altar. Al menos hasta el siguiente reinicio del Universo DC.
La llegada del año dos mil nos trae nuevos y esperados cambios. Tras una larga lista de series y películas de Superman, era el momento de Smallville (2001 – 2011), creada por Alfred Gough y Miles Millar, una serie que no solo daba algo más de profundidad y veracidad a la relación de Lois con Superman, sino que la presentaba como una Torchy Blane de nuestra época: sotisficada, inteligente, independiente y capaz de todo para conseguir su objetivo.
El mundo de los cómics quiso hacerse eco de la gran aceptación que tuvieron las Lois Lane de la Warner Bros., su productora a nivel cinematográfico, y aprovechó en 2011 el Nuevo Universo DC para reconstruir y presentar una nueva base sobre la que volver a desarrollar el personaje.
Esta vez, Lois tiene una pareja nueva y no hay ni rastro de su matrimonio o relación amorosa con Clark. A nivel profesional, Lois también recibe un ascenso que desemboca en nuevas tramas personales que profundizan en el personaje, sacando a relucir su carácter independiente y pasional.
De manera paralela, el Nuevo Universo DC tuvo sus propias Crisis para intentar solucionar algunas tramas e interrogantes que quedaron sin resolver, en un evento llamado Convergencia. Como parte de la trama, descubrimos que las versiones post-Crisis de Lois y Clark siguen vivas, casados y están esperando un hijo, Jonathan Samuel Kent. Jon tuvo un protagonismo especial a raíz del posterior Renacimiento del Universo DC, en el que nuestra Lois ya es un personaje completo, con todos los atributos que ha ido ganando a lo largo de los años y con una nueva faceta: la de madre.
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