El pasado de Superman ha resultado fascinante a autores y lectores. No en vano, las primeras aventuras del personaje que se publicaron ya lo mostraraban completamente adulto, y es natural que sus seguidores se preguntaran cómo habían sido sus años formativos, en qué circunstancias se habían manifestado por primera vez sus diversos poderes y, por supuesto, cómo era su vida con los Kent, aquellos padres adoptivos que ya estaban muertos cuando se publicó el legendario Action Comics núm. 1 de Jerry Siegel y Joe Shuster.
La resolución de aquellas dudas empezó a verse en More Fun Comics núm. 101 (1945), la primera aparición de Superboy, esto es, Superman cuando era joven. Polémicas editoriales aparte, lo cierto es que los lectores quedaron fascinados por aquella versión de su personaje favorito, una con la que podían identificarse mejor por cuestiones de edad. El Chico de Acero vivió numerosas aventuras a lo largo de los años en su serie homónima y también en títulos como Adventure Comics, donde compartió andanzas habitualmente con la Legión de Superhéroes del siglo XXX. Sin embargo, 40 años después de su primera aparición, DC Comics decidió borrarlo del mapa. Tras el relanzamiento del Hombre de Acero después de Crisis en Tierras Infinitas, el último hijo de Krypton jamás había sido superhéroe en su Smallville “natal”, pues su carrera superheroica no había empezado oficialmente hasta cierto tiempo después de llegar a Metropolis.
Los que sí seguían presentes eran los elementos que habían aparecido a lo largo de las décadas de vida de aquel Superboy original: Lana Lang, el carácter ético y afable de los Kent... y, cómo no, la evocación de la vida rural, de la llamada “América profunda”, que tanto contrastaba con la bulliciosa Metropolis, con la asepsia de Krypton (o su riqueza tecnológica, según versiones) y con aquellas hazañas que realizaba para salvar el mundo de la amenaza del supervillano de turno. Esos elementos de su pasado no solo han resultado esenciales en diferentes épocas de los cómics, sino también en las numerosas adaptaciones que se han visto en otros medios, incluidas la reciente El Hombre de Acero (Zack Snyder, 2013) y, cómo no, la famosa serie televisiva Smallville, donde la faceta más épica de Kal-El quedaba en segundo plano, eclipsada por las vicisitudes de un muchacho aparentemente normal que debía ocultar sus poderes a plena luz del día en una ciudad que tampoco era tan grande.
La existencia de Superboy ha ido y venido según las circunstancias editoriales y legales, pero en el Nuevo Universo DC, no ha habido más Chico de Acero que el clon que forma parte de los Jóvenes Titanes. No obstante, como nos muestran Scott Snyder y Dustin Nguyen en este cuaderno, el recuerdo melancólico de la adolescencia en Smallville sigue siendo un elemento fundamental de los cómics de Superman. El primer amor, la primera pelea, el día en que descubrió que podía volar... Son momentos que se actualizan y renuevan periódicamente, y seguro que en las próximas entregas obtendremos más detalles.

Fran San Rafael
Artículo originalmente publicado en las páginas de Superman: El Hombre de Acero núm. 5.
La resolución de aquellas dudas empezó a verse en More Fun Comics núm. 101 (1945), la primera aparición de Superboy, esto es, Superman cuando era joven. Polémicas editoriales aparte, lo cierto es que los lectores quedaron fascinados por aquella versión de su personaje favorito, una con la que podían identificarse mejor por cuestiones de edad. El Chico de Acero vivió numerosas aventuras a lo largo de los años en su serie homónima y también en títulos como Adventure Comics, donde compartió andanzas habitualmente con la Legión de Superhéroes del siglo XXX. Sin embargo, 40 años después de su primera aparición, DC Comics decidió borrarlo del mapa. Tras el relanzamiento del Hombre de Acero después de Crisis en Tierras Infinitas, el último hijo de Krypton jamás había sido superhéroe en su Smallville “natal”, pues su carrera superheroica no había empezado oficialmente hasta cierto tiempo después de llegar a Metropolis.
Los que sí seguían presentes eran los elementos que habían aparecido a lo largo de las décadas de vida de aquel Superboy original: Lana Lang, el carácter ético y afable de los Kent... y, cómo no, la evocación de la vida rural, de la llamada “América profunda”, que tanto contrastaba con la bulliciosa Metropolis, con la asepsia de Krypton (o su riqueza tecnológica, según versiones) y con aquellas hazañas que realizaba para salvar el mundo de la amenaza del supervillano de turno. Esos elementos de su pasado no solo han resultado esenciales en diferentes épocas de los cómics, sino también en las numerosas adaptaciones que se han visto en otros medios, incluidas la reciente El Hombre de Acero (Zack Snyder, 2013) y, cómo no, la famosa serie televisiva Smallville, donde la faceta más épica de Kal-El quedaba en segundo plano, eclipsada por las vicisitudes de un muchacho aparentemente normal que debía ocultar sus poderes a plena luz del día en una ciudad que tampoco era tan grande.
La existencia de Superboy ha ido y venido según las circunstancias editoriales y legales, pero en el Nuevo Universo DC, no ha habido más Chico de Acero que el clon que forma parte de los Jóvenes Titanes. No obstante, como nos muestran Scott Snyder y Dustin Nguyen en este cuaderno, el recuerdo melancólico de la adolescencia en Smallville sigue siendo un elemento fundamental de los cómics de Superman. El primer amor, la primera pelea, el día en que descubrió que podía volar... Son momentos que se actualizan y renuevan periódicamente, y seguro que en las próximas entregas obtendremos más detalles.

Fran San Rafael
Artículo originalmente publicado en las páginas de Superman: El Hombre de Acero núm. 5.