Eccediciones

No te pongas el sombrero

Desde que Gregg Hurwitz ha tomado las riendas de los guiones de algunos de los principales títulos del Caballero Oscuro en el Nuevo Universo DC, los lectores de Batman no ganamos para disgustos y a la vez no podemos estar más entusiasmados: es uno de esos escritores especialmente dotados para crear una sensación de angustia en la boca del estómago que, a pesar de todo, impide que dejemos la lectura o despeguemos los ojos de las atrocidades que nos relata. Porque, en el fondo, da la impresión de que comprendemos a quienes las cometen mucho mejor de lo que quisiéramos... e incluso llegamos a sentir empatía por ellos. La colección americana The Dark Knight, que tanto en el antiguo Universo DC como en el nuevo se caracterizaba desde el principio por la presencia de David Finch y un tono más cercano a los superhéroes clásicos, ha cambiado de planteamiento con Hurwitz y sus sagas centradas en la redefinición de algunos de los sempiternos villanos del personaje. Y aunque el tomo Pingüino: Dolor y prejuicio no seguía la numeración de esta serie, bien podría considerarse parte de esta “trilogía de villanos” que se completa con el Espantapájaros (en el tomo anterior de esta colección, Ciclo de violencia) y el Sombrerero loco (en este volumen).

Ya hemos dado cuenta en alguna otra ocasión de que la primera aparición de Jervis Tetch data del año 1948, cuando se publicó en el núm. 49 de la primera serie de Batman, y se atribuye a Bob Kane y Bill Finger. También sabemos que durante años Jervis fue suplantado por un impostor pelirrojo antes de su regreso, una dualidad que se solventaría cuando él quedase definitivamente restablecido como el único y verdadero Sombrerero... Aunque la imagen de su suplantador, que pasaría a llamarse Hatman una vez descubierto el pastel —con posterioridad a Crisis en Tierras Infinitas (1986)—, no haya dejado de estar presente a lo largo de la historia. Por ejemplo, serviría de base a la encarnación del villano en la serie de imagen real protagonizada por Adam West en los años sesenta y aparecería con los mismos rasgos del actor que le encarnó entonces, David Wayne, en la más reciente serie de animación El intrépido Batman. Pero definitivamente los elementos más tétricos del auténtico Sombrerero, Jervis Tetch, son los que le han dotado en los cómics de su persona- lidad definitiva: una obsesión con cualquier joven susceptible de encarnar a “su Alicia”, que algunos autores no han dudado en vincular con tendencias pederastas —como Grant Morrison y Dave McKean en la novela gráfica Arkham Asylum— u homicidas —como el propio Hurwitz en estas páginas—, y un recurso constante a los dispositivos de control mental ocultos en sombreros, que le permiten hacer de los demás lo que quiera... y a fe que lo hace.

La historia de Loco sirve sin duda para consagrar a Jervis como otro de esos villanos que, menores tan solo en manos de guionistas que se empeñan en verlos como tales, cobra en manos de Hurwitz, Ethan Van Sciver y Szymon Kudranski una entidad que pocos lectores podrían cuestionar. Sin estropear las sorpresas de lo que depara este relato en seis capítulos, basta con ver lo que está dispuesto a hacer como si nada con gran parte de la población de Gotham en general... y con Natalya Trusevich, actual pareja de Bruce Wayne, en particular. Pero, al mismo tiempo, la historia tiene la inconmensurable virtud de presentarnos la terrible infancia de Jervis y su relación con sus compañeros de instituto, en especial con Alice Dee, como origen casi plenamente justificado de su personalidad actual. Por no mencionar la capacidad del guionista para convertir un acto tan cotidiano como comprarle una gorra a un niño, algo que tantos padres pueden haber hecho junto a sus hijos, en una fuente capaz de desencadenar de forma imprevisible consecuencias horribles... Como tendremos ocasión de comprobar hacia el final de este volumen, en el episodio certeramente titulado El Estanque de las Lágrimas, otra tétrica referencia a la obra original de Lewis Carroll.

Es cierto que la primera aventura centrada en Jervis Tetch del Nuevo Universo DC no es esta, sino la incluida en el tomo Terrores nocturnos. Aquel último episodio del volumen, correspondiente al núm. 8 americano de Batman: The Dark Knight, ya mostraba a Jervis Tetch y a sus dos principales secuaces, Tweedledum y Tweedledee, más o menos con los mismos parámetros que vemos ahora. Pero resulta también obvio que, en aquella aventura autoconclusiva, Joe Harris y Ed Benes no retrataban con tanta contundencia —ni lo pretendían— a un villano tan desalmado, psicopático y carente de empatía con el resto de la especie humana como el que muestran estas páginas. De hecho, la locura de Jervis es tal que amenaza incluso con contagiarse al Hombre Murciélago y convertirle en su igual... En un trayecto que se asemeja al de Alicia madriguera abajo, tras el Conejo Blanco, solo hay una manera de averiguar si Batman también terminará tocando fondo: leer este volumen tan desasosegante como hipnótico.

Felip Tobar

Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: El Caballero Oscuro - Loco.