Eccediciones

No apto para todos los héroes

Mientras personajes como Superman tienen una manifiesta alergia a la magia, Flash no es un desconocido en los terrenos de lo ilusorio y lo místico. Pese a tratarse de un urbanita, un héroe ubicado en Central City –una de las dos Detroit (prebancarrota) del Universo DC– y rodeado de un entorno que tiende al lado realista del género superheroico, los sucesivos corredores escarlata se han enfrentado a villanos como el Hechicero del Clima, Abra Kadabra o el Dr. Alquimia, cuyos poderes están basados en la ciencia del futuro, en artefactos místicos o en una dosis de magia en misteriosas cantidades.

Sin embargo, es extremadamente raro que Flash se vea metido de lleno en una situación como esta, en la que la magia lo inunda todo y hasta los héroes son criaturas extrañas: monstruos cosidos, adivinas inmortales o fantasmas capaces de ocupar un cuerpo ajeno. El cruce entre el velocista y la Liga de la Justicia Oscura sirve para poner de manifiesto lo diferentes que son ambos mundos, lo interesante que resulta que en el Universo DC coexistan dos sectores tan diferentes: uno puramente mágico, otro que trae un intenso sabor típicamente superheroico consigo.

Del mismo modo, la visita de Flash al mundo de la Liga de la Justicia Oscura pondrá en evidencia lo necesario que es el grupo, hasta qué punto hay amenazas que solo se pueden tratar de forma muy superficial con el ingenio, la inteligencia o los superpoderes: llega un punto en el que es necesario combatir el fuego con fuego y utilizar magia contra magia, en el que hay que luchar contra el enemigo en su terreno –un terreno inestable, en el que nada es lo que parece–. No todos los héroes, por vastos que sean sus dones, son capaces de comprender o enfrentarse a las amenazas de las que se ocupa la Liga de la Justicia Oscura.

Alberto Morán Roa

Artículo publicado originalmente como introducción de Liga de la Justicia Oscura núm. 6.