Eccediciones

Nacida para ser salvaje

En septiembre de 1987, Alan Moore cerró de una forma brillante su etapa como guionista en La Cosa del Pantano. Tan brillante que puso en aprietos a su sucesor. Durante su estancia en la serie, el escritor de Northampton modificó sustancialmente la naturaleza del protagonista, convirtiéndolo primero en una planta con los recuerdos de un difunto y después en una criatura elemental investida con el poder de un dios que, tras experimentar una fascinante odisea espacial, se retiraba a las ciénagas de Luisiana a vivir en paz junto a su amante. Con esta obra, Moore triunfó en toda la línea y su partida dejó en el aire un gran interrogante. ¿Volvería a crecer la hierba allí donde él la había segado? La respuesta no se hizo esperar.

Al mes siguiente, Rick Veitch se hizo cargo de los textos. Artista versátil e imaginativo, estuvo ligado a La Cosa del Pantano casi desde la llegada de Moore. Inicialmente (y sin acreditar), Veitch proveyó de fondos a las páginas de Stephen R. Bissette. Después ocupó el puesto de dibujante titular. Ya durante su etapa en solitario, honró el legado de su predecesor mediante un ambicioso arco argumental desarrollado entre octubre de 1987 y junio de 1989. La trama giraba en torno a la búsqueda de un campeón elemental que sustituyera a Alec Holland en sus obligaciones como guardián del Verde. Para dotar de figura a su sucesor, el monstruo del pantano tomaba posesión del cuerpo de John Constantine y se apareaba con Abigail Cable. El fruto de este particular ménage à trois fue una niña llamada Tefé Holland, que llevó una existencia muy agitada desde su nacimiento en diciembre de 1989.

Heredera del espíritu de la Tierra y de la sangre demoníaca que corría por las venas de Constantine, Tefé fue secuestrada, condenada al infierno, redimida y, posteriormente, persuadida de que su misión consistía en exterminar a la totalidad de la raza humana. Para prevenir semejante holocausto, fue entregada por sus padres a la custodia de las autoridades. Mientras tanto, el guionista escocés Mark Millar envió al guardián del Verde a explorar una sucesión de universos paralelos. El viaje culminó con la transformación de Alec Holland en la encarnación del planeta Tierra. Con esta historia concluía el segundo volumen de La Cosa del Pantano, dejando al personaje virtualmente agotado (ya que era casi imposible convertir a todo un mundo en protagonista de una cabecera mensual).

Para salvar el escollo, el guionista Brian K. Vaughan —encargado de relanzar el título en mayo de 2000— optó por convertir a Tefé Holland en la heroína de la nueva serie mediante el procedimiento de alterar su pasado. El autor de Y, el último hombre armó un largo arco argumental con una estructura tributaria de ficciones televisivas como El fugitivo o Ruta 66. Cada episodio aparece contado por un narrador diferente y transcurre en un escenario distinto. La acción embarca a Tefé en la búsqueda del “Árbol del Conocimiento”, una planta fabulosa con la que la adolescente pretende conciliar los intereses de la naturaleza y de la raza humana. Siempre que la naturaleza o la raza humana no terminen antes con ella.

Jorge García

Artículo originalmente publicado en las páginas de La Cosa del Pantano de Brian K. Vaughan núm. 1.