Mike Carey tuvo la astucia de situar el punto álgido de su estancia como guionista en Hellblazer a la altura del número 200, publicado en noviembre de 2004. Este artificio de planificación convirtió aquel episodio en una celebración del personaje y su mundo, pero también en un concentrado de todo lo que hasta entonces había distinguido su labor en la serie, incluyendo un homenaje a su equipo habitual de dibujantes y un guiño cómplice al trabajo de los autores que lo habían precedido. El resultado fue un episodio redondo, uno de los mejores de Carey, que podía leerse de forma independiente aunque remitiera a los episodios anteriores y anticipara los siguientes.
Carey había irrumpido en Hellblazer en 2002. Por entonces estaba haciéndose un hueco en el mundo del cómic como escritor de Lucifer. Esta cabecera —auténtico referente para los lectores de fantasía y horror— lo obligó a curtirse profesionalmente creando las señas de identidad que lo han distinguido hasta la actualidad: tramas complejas, arcos argumentales extensos, gran variedad de puntos de vista y un elenco numeroso de personajes. Durante su estancia en la cabecera del cínico ocultista, Carey destiló toda la experiencia que había acumulado en Lucifer. Se mantuvo fiel a losrasgos distintivos del protagonista (cinismo, maquiavelismo, impredecibilidad). También respetó su pasado recuperando personajes secundarios que habían jugado un papel relevante enetapas anteriores (como Gemma Masters, creada por Jamie Delano para los episodios inaugurales de la serie). Pero imprimió un sello distintivo a la cabecera creando un mundo propio poblado por nuevas amenazas (como la diablesa Rosacarnis, hija de Nergal) y nuevos aliados (como la ocultista Angie Spatchcock). Para plasmar ese mundoen imágenes se rodeó de un magnífico plantel de dibujantes, entre los que destacaban especialmente los tres firmantes del número 200: Steve Dillon, Marcelo Frusin y Leonardo Manco.
El británico Steve Dillon —que había dibujado muchos de los guiones de Garth Ennis para Hellblazer— acompañó a Carey a su llegada a la serie. El argentino Marcelo Frusin —socio de Brian Azzarello durante la estancia de este en la serie— ejerció de artista titular hasta el número 199. Y su compatriota Leonardo Manco lo relevó a partir del siguiente episodio. En cierto modo, el número 200 era un concentrado de toda la etapa de Carey al frente de la colección y, también, un combinado con lo mejor que había ofrecido la cabecera hasta aquel momento. Era, además, una historia impecable de horror. Como saben los lectores de esta recopilación, el capítulo anterior concluía cuando Constantine accedía a pactar con el diablo (o, mejor dicho, con una diablesa). Familias felices muestra las consecuencias de ese acuerdo.
Su estructura es similar a la del célebre Cuento de Navidad de Charles Dickens. Está dividido en tres historiasaparentemente independientes peroestrechamente relacionadas que remi-ten a la tradición de las “historias imaginarias” de Superman impresas en las décadas de los cincuenta y sesenta. También recuerda a Para el hombre que lo tenía todo, historieta de Alan Moore y Dave Gibbons publicada en el undécimo annual de Superman. Familias felices presenta tres encarnaciones distintas (y virtuales) de John Constantine. Pese a las diferencias, todas las versiones tienen algo en común: el cínico ocultista siempre aparece ligado a una familia que incluye esposa e hijos. El tema de la paternidad resuena con fuerza en todas las viñetas, envuelto en una atmósfera ponzoñosa e irreal reforzada por el trazo de los tres dibujantes y por la espléndida paleta del colorista Lee Loughridge.
Este episodio cambió la dirección de la trama y marcó el sendero a seguir en los capítulos posteriores. Además, fue la celebración perfecta de un título que —con 200 entregas a sus espaldas— era el más longevo de la línea Vertigo, aunque en manos de Carey se mantenía tan fresco y atrayente como cuando se presentó por primera vez al público en enero de 1988. Buena parte del éxito de la cabecera reposaba sobre los hombros del carismático protagonista, un mago deslenguado cuyos triunfos solían conllevar alguna clase de sacrificio (ya fuera el de un familiar, un amigo o el primer inocente que pasara por allí). El personaje —rodeado de amenazas sobrenaturales y abundantes dosis de truculencia— convirtió la serie en un referente mundial dentro del género de horror.
En 2005, el ocultista de Liverpool alcanzó el cenit de su popularidad con el estreno de un largometraje titulado Constantine, dirigido por Francis Lawrence, protagonizado por Keanu Reeves y producido por la Warner Bros. Mientras tanto, Carey culminaba con éxito su estupenda etapa en Hellblazer. Una etapa cuyos principales atributos cristalizaron en Familias felices con el descubrimiento de tres rostros virtuales e inéditos de John Constantine. Mostrar una faceta inédita del cínico ocultista en una serie con 200 episodios a sus espaldas era un pequeño milagro. Mostrar tres era ya una multitud.
Jorge García
Artículo publicado en las páginas de Hellblazer: Mike Carey vol. 02 (de 2) ¡Ya a la venta!
Previa de Hellblazer: Mike Carey vol. 02 (de 2)
Carey había irrumpido en Hellblazer en 2002. Por entonces estaba haciéndose un hueco en el mundo del cómic como escritor de Lucifer. Esta cabecera —auténtico referente para los lectores de fantasía y horror— lo obligó a curtirse profesionalmente creando las señas de identidad que lo han distinguido hasta la actualidad: tramas complejas, arcos argumentales extensos, gran variedad de puntos de vista y un elenco numeroso de personajes. Durante su estancia en la cabecera del cínico ocultista, Carey destiló toda la experiencia que había acumulado en Lucifer. Se mantuvo fiel a losrasgos distintivos del protagonista (cinismo, maquiavelismo, impredecibilidad). También respetó su pasado recuperando personajes secundarios que habían jugado un papel relevante enetapas anteriores (como Gemma Masters, creada por Jamie Delano para los episodios inaugurales de la serie). Pero imprimió un sello distintivo a la cabecera creando un mundo propio poblado por nuevas amenazas (como la diablesa Rosacarnis, hija de Nergal) y nuevos aliados (como la ocultista Angie Spatchcock). Para plasmar ese mundoen imágenes se rodeó de un magnífico plantel de dibujantes, entre los que destacaban especialmente los tres firmantes del número 200: Steve Dillon, Marcelo Frusin y Leonardo Manco.
El británico Steve Dillon —que había dibujado muchos de los guiones de Garth Ennis para Hellblazer— acompañó a Carey a su llegada a la serie. El argentino Marcelo Frusin —socio de Brian Azzarello durante la estancia de este en la serie— ejerció de artista titular hasta el número 199. Y su compatriota Leonardo Manco lo relevó a partir del siguiente episodio. En cierto modo, el número 200 era un concentrado de toda la etapa de Carey al frente de la colección y, también, un combinado con lo mejor que había ofrecido la cabecera hasta aquel momento. Era, además, una historia impecable de horror. Como saben los lectores de esta recopilación, el capítulo anterior concluía cuando Constantine accedía a pactar con el diablo (o, mejor dicho, con una diablesa). Familias felices muestra las consecuencias de ese acuerdo.
Su estructura es similar a la del célebre Cuento de Navidad de Charles Dickens. Está dividido en tres historiasaparentemente independientes peroestrechamente relacionadas que remi-ten a la tradición de las “historias imaginarias” de Superman impresas en las décadas de los cincuenta y sesenta. También recuerda a Para el hombre que lo tenía todo, historieta de Alan Moore y Dave Gibbons publicada en el undécimo annual de Superman. Familias felices presenta tres encarnaciones distintas (y virtuales) de John Constantine. Pese a las diferencias, todas las versiones tienen algo en común: el cínico ocultista siempre aparece ligado a una familia que incluye esposa e hijos. El tema de la paternidad resuena con fuerza en todas las viñetas, envuelto en una atmósfera ponzoñosa e irreal reforzada por el trazo de los tres dibujantes y por la espléndida paleta del colorista Lee Loughridge.
Este episodio cambió la dirección de la trama y marcó el sendero a seguir en los capítulos posteriores. Además, fue la celebración perfecta de un título que —con 200 entregas a sus espaldas— era el más longevo de la línea Vertigo, aunque en manos de Carey se mantenía tan fresco y atrayente como cuando se presentó por primera vez al público en enero de 1988. Buena parte del éxito de la cabecera reposaba sobre los hombros del carismático protagonista, un mago deslenguado cuyos triunfos solían conllevar alguna clase de sacrificio (ya fuera el de un familiar, un amigo o el primer inocente que pasara por allí). El personaje —rodeado de amenazas sobrenaturales y abundantes dosis de truculencia— convirtió la serie en un referente mundial dentro del género de horror.
En 2005, el ocultista de Liverpool alcanzó el cenit de su popularidad con el estreno de un largometraje titulado Constantine, dirigido por Francis Lawrence, protagonizado por Keanu Reeves y producido por la Warner Bros. Mientras tanto, Carey culminaba con éxito su estupenda etapa en Hellblazer. Una etapa cuyos principales atributos cristalizaron en Familias felices con el descubrimiento de tres rostros virtuales e inéditos de John Constantine. Mostrar una faceta inédita del cínico ocultista en una serie con 200 episodios a sus espaldas era un pequeño milagro. Mostrar tres era ya una multitud.
Jorge García
Artículo publicado en las páginas de Hellblazer: Mike Carey vol. 02 (de 2) ¡Ya a la venta!
Previa de Hellblazer: Mike Carey vol. 02 (de 2)