Eccediciones
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Muertos de miedo

Siempre hay quienes han visto a Jonathan Crane, el Espantapájaros, como un villano menor dentro de la mitología del Hombre Murciélago. Sin ir más lejos, Steve Englehart le denostaba, por ser más pasivo que activo, en la introducción exclusiva que firmó para el cuarto volumen de Batman: Arkham (Planeta DeAgostini). Allí parecía sostener que, en su empeño por dotarle de mayor entidad, le proporcionó drogas capaces de infundir miedo en sus enemigos durante los cómics que guionizó en la década de los setenta. Como comprobaremos, es discutible que tal aportación —el Gas del Miedo o sus derivados— fuera cosa suya. Sin embargo, la conclusión que Englehart sacaba era que sus historias seguían sirviendo para destacar por contraste, como las de ningún otro villano, las figuras de Batman y Robin. Pero... ¿en realidad un personaje que se basa en el miedo, razón de ser del Caballero Oscuro, puede resultar tan secundario?

Jonathan Crane efectuó su primera aparición en el tercer número de World’s Finest (otoño de 1941), en una historia de Bill Finger, Bob Kane, Jerry Robinson y George Roussos que ya le mostraba como un profesor universitario “rarito”, marginado por sus propios colegas y capaz de desenfundar una pistola en plena clase para sembrar el terror entre su alumnado... amén de asesinar a varias personas antes de terminar entre rejas gracias al Dúo Dinámico. Desde luego no parecía concebido como un villano de segunda fila, aunque su posterior aparición (Detective Comics núm. 73, marzo de 1943) se empeñara en volverle más convencional, con luchas, juegos de palabras, secuaces y demás. Otras de sus apariciones destacadas fueron la del núm. 189 de Batman (febrero de 1967), donde Gardner Fox recreaba su origen —con disparo en clase incluido— y donde unos Batman y Robin coloristas, sospechosamente similares a sus coetáneas versiones televisivas, se enfrentaban a Crane, a su “aerosol químico” —ya entonces capaz de infundirles miedo— y a sus grandes felinos. Curiosamente, pese a la escasa estima que profesan muchos escribas por él, se le consideró un personaje demasiado aterrador, al igual que Dos Caras, para aparecer en aquella serie de televisión. Fue el principal antagonista en el núm. 200 de la misma colección (marzo de 1968), y no dejaría de efectuar nuevas apariciones, como las de los números 262 (abril de 1975) y 296 (febrero de 1978). De hecho, algunas de ellas terminaron recopiladas por Bruguera en el núm. 16 de su mítica colección Pocket de Ases. Y el Espantapájaros llegaría a enfrentarse al mismísimo Joker en la propia cabecera del Príncipe del Crimen (The Joker núm. 8, julio-agosto de 1976) y a Batman, Batgirl y Robin en pleno (Detective Comics núm. 503, junio de 1981). Eso da una idea aproximada de que su envergadura quizá no fuese precisamente poca para muchos otros guionistas clásicos del Hombre Murciélago, como Denny O’Neil o Gerry Conway. Podemos verle también de la mano de Mike W. Barr y Alan Davis en la aventura del núm. 567 de Detective Comics (febrero de 1987), recopilada por ECC en un tomo de este mismo mes dedicado al genial dibujante. Allí, además, hacía honor a lo afirmado por Englehart: al revelarse uno de los principales temores del Caballero Oscuro, aparecía en sus visiones la profética tumba de Jason Todd.

El origen de Jonathan Crane como Amo del Miedo ya se revisitó en varias ocasiones posteriores a Crisis en Tierras Infinitas. Por ejemplo, en el anual núm. 19 de Batman (octubre de 1995) y en una miniserie de dos prestigios, inédita en España, a cargo de Bruce Jones y Sean Murphy (2005): Year One: Batman / Scarecrow. En la primera Doug Moench, Bret Blevins y Mike Manley vinculaban al Espantapájaros a traumas de adolescencia y a la figura de Ichabod Crane, mitificada por él mismo, sin dejar de recurrir a la vieja secuencia de la pistola en el aula. En la segunda, su abuela le castigaba cruelmente cuando era niño, encerrándole en una capilla sin techo a merced de los cuervos. Y en el especial New Year’s Evil: Scarecrow (1998), Peter Milligan y Duncan Fegredo le darían hasta una peculiar “compañera sentimental”. Los lectores también tuvieron oportunidad de verle convertido en una bestia metahumana con la primera serie de Batman de Planeta, en una saga a cargo de Judd Winick y Dustin Nguyen. Otros autores hoy considerados clásicos del Hombre Murciélago, como Alan Grant y Norm Breyfogle, habían recurrido a él a principios de los años noventa. Y asimismo pudimos verle en la reciente edición integral de ECC de las historias de Batman firmadas por el tándem Jeph Loeb-Tim Sale, o en el volumen antológico Enemigos mortales. Y eso por no mencionar sus enfrentamientos con otros personajes relacionados con el Caballero Oscuro en sus propias series, como Catwoman o Nightwing.

No está mal para un villano al que algunos consideran menor, como tampoco lo está que sea el único que ha aparecido en las tres películas de Christopher NolanBatman Begins (2005), El Caballero Oscuro (2008) y El Caballero Oscuro: La leyenda renace (2012)—, encarnado de forma impecable por el irlandés Cillian Murphy. Tal vez por eso resulte chocante que muchos le consideren un secundario. Aunque Gregg Hurwitz, el novelista de éxito que se ha ganado por méritos propios su puesto como guionista recurrente de Batman en el nUDC, no parece de la misma opinión al redefinirlo de forma tan impactante y certera en estas páginas. A nadie se le ocurrirá pensar que Crane es “secundario” al leerlas, como seguramente nadie lo pensó del Pingüino al terminar la lectura del tomo Orgullo y prejuicio ni nadie lo pensará de Jervis Tetch, el infame Sombrerero Loco, en un futuro tan inminente como prometedor. Porque si alguien puede dejar a los lectores muertos de miedo, con el Espantapájaros o con cualquiera de estos otros psicópatas aparentemente “menores”, es este pedazo de escritor capaz de un logro nada fácil: hacer que sintamos auténtica empatía por algunos de los peores hijos de perra que han pisado la faz del Nuevo Universo DC.

Felip Tobar

Artículo originalmente publicado como introducción del tomo Batman: El Caballero Oscuro - Ciclo de Violencia.