En 1994, antes de empezar Los Invisibles, me pasé unos días en Nepal fumando hachís y haciendo el imbécil entre el polvo, la mierda y la santidad, exactamente como se prometía en la Rough Guide. Al final de la semana (la historia completa aparece en Fortune Hotel, editado por Sarah Champion, lo que me ahorra más vergüenza hasta que escriba la extraña explicación de lo que ocurrió antes, durante y después de la creación y ejecución de Los Invisibles), en Katmandú, para mi conmoción y sorpresa, experimenté algo que los adeptos de la Aurora Dorada definían como “El conocimiento y la conversación del ángel de la guarda”. Whitley Streibar lo llama “abducción alienígena”. Philip K. Dick lo llamó VALIS. Santa Teresa de Jesús lo llamó Cristo. Terence McKennaa lo llama, entre otras cosas, el lapis hiperdimensional, la Piedra Filosofal. Para mí, fue una intensa visión tibetana de ciencia ficción del TodoEspacioTiempoMental como una única iteración compleja que es la forma larval de una entidad adulta de la quinta dimensión.
La historia se convirtió en algo nuevo: durante los últimos seis años, solo en los cómics, he estado usándola para recrear la sensación completa y sin abreviar de una “abducción alienígena”, al estilo montaña rusa. He intentado simular una iniciación en algunos de los secretos del tiempo y la “alta magia” (donde “simulación” y “realidad” son sinónimos, como en la fórmula “fíngelo hasta que lo logres”) y crear algo que no solo me pague el alquiler sino que desprograme el sistema nervioso y arranque el papel pintado. La forma en que te sangra la mente después de leerte la serie de un tirón es exactamente como sangró la mía después de tres horas en el jardín de una azotea de Katmandú y la eternidad en la quinta dimensión.
Los Invisibles es un hechizo. No es solo un cómic. Cuenta el futuro. Pasan cosas a su alrededor y a la gente que lo absorbe. No os miento. Presento un trozo de experiencia humana en esta forma. Empecé escribiendo una historia y lentamente, a lo largo de varios años, el mundo en el que vivo se convirtió exactamente en cómo era en la historia.
Amigos, hombres y mujeres cultos, si encontráis ridícula la idea de la magia y no estáis solo asustados, en vuestros corazones de esclavo, de que el Diablo pueda ser... glups... real... id a vuestra librería o a amazon.com y buscad un puto libro de recetas –Phil Hine o el Dr. Hyatt, Ramsay Dukes, Peter Carroll o Aleister Crowley, si podéis soportar el lenguaje–, seguid las instrucciones y observad lo que ocurre, tan real como que aparezca un autobús. Y si no intentáis ni siquiera demostrar que me equivoco, sois unos neandertales de mierda temorosos de Dios. Esos días han pasado. Ese Dios se ha ido. Espabilad y divertíos con el mundo y con vuestra vida.
Seguid la instrucciones, y ya lo veréis.
Si os perdisteis el Secreto del Universo la primera vez, haced lo que dice Gideon en la página 8, o id a www.barbelith.com, donde todos esos lumbreras e hijoputas fumetas harán lo posible por “explicároslo”. Si Los Invisibles existe en alguna parte ahora, es en ese foro y en vuestras cabezas. Si aún no habéis tenido vuestra ración de teorías jodidas, podéis contactar conmigo allí junto al resto de ellos en cualquier forma que tome en el futuro.
Debido a confusiones de producción, hay ciertos GRANDES errores y omisiones en los textos de los números 6 y 3 del volumen 3. Los diálogos correctos aparecerán en futuras ediciones recopilatorias, y también pueden leerse yendo a “The Bomb” en Barbelith.
Discurso para los Óscars...
Un agradecimiento especial a todos los que han estado leyendo desde el 94 y en especial a aquellos que se pajearon por Satán el 25 de noviembre de 1995. ¿Veis? Jill Thompson cree que la misma energía que salvó a Los Invisibles se revirtió y me envió al hospital con medio pulmón y una intoxicación alimentaria casi letal tres meses después. Si lo hizo, benditos seáis. Esa cama de hospital fue mi pozo de Lázaro.
Si habéis disfrutado del último número y, concretamente, si habéis disfrutado de las notas “Estimado señor” de Reynard, continuaré donde lo ha dejado Los Invisibles en una novela titulada The If. Llevo 100 páginas de esta novelita despreciable y espero que estéis atentos a su nacimiento. No escribiré ningún cómic nuevo durante un tiempo. Todo lo que veo ahora es como algo que uno u otro que conozco ya ha escrito. Así es lo pop: espera 10 años y todos aquellos que se reían de ti terminan llevando tu ropa y diciendo que se les ocurrió a ellos antes. Muerte a la nostalgia.
El concepto del “MeMePlex” se deriva de la obra de la Dra. Susan Blackmore. Su escalofriante visión mecánica de la consciencia humana proporcionó combustible de cohete para mi imaginación, y siento que debería agradecérselo dirigiendo vuestra atención hacia La máquina de los memes. A ver qué hacéis con las conclusiones rompedoras de Blackmore sobre lo que somos.
Mi gratitud más húmeda y urgente a todos los dibujantes que han hecho maravillas con las concisas descripciones de escenas de cosas y acontecimientos imposibles. Por aquí ha pasado de todo, desde grandes músicos de estudio hasta héroes de la guitarra quejones. Tengo mis favoritos (es inevitable, ¿verdad?) pero no los diré.
Brian Bolland es el Norman Rockwell de la Galaxia Rara, y no tiene ni idea de que una vez hice cola para conseguir su autógrafo y me llevé una sorpresa al ver que estaba escrito en MAYÚSCULAS. Olvidaos del Doctor Who. Bolland es El Maestro.
Gracias a Sean Phillips, que contribuyó con todas menos dos de las portadas del volumen 1 y mi versión favorita de King Mob en el número 23 del volumen 1. Buscad el cierre del volumen 1 (números del 9 al 25) en tomo el año que viene [Nota: publicados por ECC Ediciones en los libros 2 y 3 de esta colección], con la publicación de la conclusión poco después, espero.
Gracias a Todd Klein, siempre paciente y siempre caballeroso ante la catástrofe, y a Danny Vozzo, que ha estado ahí desde el número 1, como yo.
Gracias a Karen por permitir que Vertigo nos publicara a mí, a Garth, a Warren, a Mark, a Pete, a Neil y a Jamie (y a todos los demás, por supuesto, pero estos son los que más me gustan).
Gracias a Stuart por hacer que el proyecto despegara. Ya ha pagado por sus crímenes. Deberían dejarle salir del Pozo.
Por último... uníos a mí y a todos los miembros del Colegio Invisible vivos, muertos y aún no nacidos para ofrecer este Ramo Cósmico, esta supernova de Broadway de neón explosivo, mojado con un millar de notas lacrimógenas de agradecimiento a la Divina Dama, Shelly Roeberg.
Sin la dedicación de Shelly, Los Invisibles habría muerto al final del volumen 1. Nunca lo sabréis ni lo comprenderéis, pero escribidle al Papa y al Ayatolá, hordas de putos fans, y EXIGID la canonización inmediata de esta mujer como Santa Patrona del Glam. Nada más logrará expresar mi amor y gratitud. Después de vuestro Humilde Narrador, Shelly es Los Invisibles, la respuesta al hechizo de Acción de Gracias, arrastrada sobre las hojas como Mary Poppins para hacer que todo sea mejor.
Y este año se va a casar con Philip Bond. ¿Lo veis, capullos dickensianos miserables? ¿Lo veis?
AL FINAL TODO SALE BIEN.
Las cosas se están propagando. Osiris ha abandonado el edificio. La cruz está desierta. No hay jefes excepto los jefes de final de nivel. ¡Sal de mi habitación, papá! Horus está aquí, en la forma de dos asombrosos e indestructibles gemelos de 12 años de Birmania. En la forma de los disturbios anticapitalistas de Londres y Seattle. En la forma de Keanu en Matrix. En la forma de chavales edger que rechazan las drogas del Espectáculo, con ganas de pelea. Mi generación llamó “punk” a esos vientos solares altamente cargados la última vez que llegaron en el ciclo solar de 22 años. Es un buen momento para el cambio y la novedad.
Os he enseñado la mía. Ahora, enseñadme la vuestra.
Preveo fuegos artificiales.
Grant in excelsis.
Glasgow, Acuario 2000
Último texto de Grant Morrison para la sección “Invisible Ink” de Los Invisibles vol. 3 núm. 1. Artículo publicado en las páginas de Los Invisibles Libro 07 (de 7): El Reino Invisible ¡Ya a la venta!
La historia se convirtió en algo nuevo: durante los últimos seis años, solo en los cómics, he estado usándola para recrear la sensación completa y sin abreviar de una “abducción alienígena”, al estilo montaña rusa. He intentado simular una iniciación en algunos de los secretos del tiempo y la “alta magia” (donde “simulación” y “realidad” son sinónimos, como en la fórmula “fíngelo hasta que lo logres”) y crear algo que no solo me pague el alquiler sino que desprograme el sistema nervioso y arranque el papel pintado. La forma en que te sangra la mente después de leerte la serie de un tirón es exactamente como sangró la mía después de tres horas en el jardín de una azotea de Katmandú y la eternidad en la quinta dimensión.
Los Invisibles es un hechizo. No es solo un cómic. Cuenta el futuro. Pasan cosas a su alrededor y a la gente que lo absorbe. No os miento. Presento un trozo de experiencia humana en esta forma. Empecé escribiendo una historia y lentamente, a lo largo de varios años, el mundo en el que vivo se convirtió exactamente en cómo era en la historia.
Amigos, hombres y mujeres cultos, si encontráis ridícula la idea de la magia y no estáis solo asustados, en vuestros corazones de esclavo, de que el Diablo pueda ser... glups... real... id a vuestra librería o a amazon.com y buscad un puto libro de recetas –Phil Hine o el Dr. Hyatt, Ramsay Dukes, Peter Carroll o Aleister Crowley, si podéis soportar el lenguaje–, seguid las instrucciones y observad lo que ocurre, tan real como que aparezca un autobús. Y si no intentáis ni siquiera demostrar que me equivoco, sois unos neandertales de mierda temorosos de Dios. Esos días han pasado. Ese Dios se ha ido. Espabilad y divertíos con el mundo y con vuestra vida.
Seguid la instrucciones, y ya lo veréis.
Si os perdisteis el Secreto del Universo la primera vez, haced lo que dice Gideon en la página 8, o id a www.barbelith.com, donde todos esos lumbreras e hijoputas fumetas harán lo posible por “explicároslo”. Si Los Invisibles existe en alguna parte ahora, es en ese foro y en vuestras cabezas. Si aún no habéis tenido vuestra ración de teorías jodidas, podéis contactar conmigo allí junto al resto de ellos en cualquier forma que tome en el futuro.
Debido a confusiones de producción, hay ciertos GRANDES errores y omisiones en los textos de los números 6 y 3 del volumen 3. Los diálogos correctos aparecerán en futuras ediciones recopilatorias, y también pueden leerse yendo a “The Bomb” en Barbelith.
Discurso para los Óscars...
Un agradecimiento especial a todos los que han estado leyendo desde el 94 y en especial a aquellos que se pajearon por Satán el 25 de noviembre de 1995. ¿Veis? Jill Thompson cree que la misma energía que salvó a Los Invisibles se revirtió y me envió al hospital con medio pulmón y una intoxicación alimentaria casi letal tres meses después. Si lo hizo, benditos seáis. Esa cama de hospital fue mi pozo de Lázaro.
Si habéis disfrutado del último número y, concretamente, si habéis disfrutado de las notas “Estimado señor” de Reynard, continuaré donde lo ha dejado Los Invisibles en una novela titulada The If. Llevo 100 páginas de esta novelita despreciable y espero que estéis atentos a su nacimiento. No escribiré ningún cómic nuevo durante un tiempo. Todo lo que veo ahora es como algo que uno u otro que conozco ya ha escrito. Así es lo pop: espera 10 años y todos aquellos que se reían de ti terminan llevando tu ropa y diciendo que se les ocurrió a ellos antes. Muerte a la nostalgia.
El concepto del “MeMePlex” se deriva de la obra de la Dra. Susan Blackmore. Su escalofriante visión mecánica de la consciencia humana proporcionó combustible de cohete para mi imaginación, y siento que debería agradecérselo dirigiendo vuestra atención hacia La máquina de los memes. A ver qué hacéis con las conclusiones rompedoras de Blackmore sobre lo que somos.
Mi gratitud más húmeda y urgente a todos los dibujantes que han hecho maravillas con las concisas descripciones de escenas de cosas y acontecimientos imposibles. Por aquí ha pasado de todo, desde grandes músicos de estudio hasta héroes de la guitarra quejones. Tengo mis favoritos (es inevitable, ¿verdad?) pero no los diré.
Brian Bolland es el Norman Rockwell de la Galaxia Rara, y no tiene ni idea de que una vez hice cola para conseguir su autógrafo y me llevé una sorpresa al ver que estaba escrito en MAYÚSCULAS. Olvidaos del Doctor Who. Bolland es El Maestro.
Gracias a Sean Phillips, que contribuyó con todas menos dos de las portadas del volumen 1 y mi versión favorita de King Mob en el número 23 del volumen 1. Buscad el cierre del volumen 1 (números del 9 al 25) en tomo el año que viene [Nota: publicados por ECC Ediciones en los libros 2 y 3 de esta colección], con la publicación de la conclusión poco después, espero.
Gracias a Todd Klein, siempre paciente y siempre caballeroso ante la catástrofe, y a Danny Vozzo, que ha estado ahí desde el número 1, como yo.
Gracias a Karen por permitir que Vertigo nos publicara a mí, a Garth, a Warren, a Mark, a Pete, a Neil y a Jamie (y a todos los demás, por supuesto, pero estos son los que más me gustan).
Gracias a Stuart por hacer que el proyecto despegara. Ya ha pagado por sus crímenes. Deberían dejarle salir del Pozo.
Por último... uníos a mí y a todos los miembros del Colegio Invisible vivos, muertos y aún no nacidos para ofrecer este Ramo Cósmico, esta supernova de Broadway de neón explosivo, mojado con un millar de notas lacrimógenas de agradecimiento a la Divina Dama, Shelly Roeberg.
Sin la dedicación de Shelly, Los Invisibles habría muerto al final del volumen 1. Nunca lo sabréis ni lo comprenderéis, pero escribidle al Papa y al Ayatolá, hordas de putos fans, y EXIGID la canonización inmediata de esta mujer como Santa Patrona del Glam. Nada más logrará expresar mi amor y gratitud. Después de vuestro Humilde Narrador, Shelly es Los Invisibles, la respuesta al hechizo de Acción de Gracias, arrastrada sobre las hojas como Mary Poppins para hacer que todo sea mejor.
Y este año se va a casar con Philip Bond. ¿Lo veis, capullos dickensianos miserables? ¿Lo veis?
AL FINAL TODO SALE BIEN.
Las cosas se están propagando. Osiris ha abandonado el edificio. La cruz está desierta. No hay jefes excepto los jefes de final de nivel. ¡Sal de mi habitación, papá! Horus está aquí, en la forma de dos asombrosos e indestructibles gemelos de 12 años de Birmania. En la forma de los disturbios anticapitalistas de Londres y Seattle. En la forma de Keanu en Matrix. En la forma de chavales edger que rechazan las drogas del Espectáculo, con ganas de pelea. Mi generación llamó “punk” a esos vientos solares altamente cargados la última vez que llegaron en el ciclo solar de 22 años. Es un buen momento para el cambio y la novedad.
Os he enseñado la mía. Ahora, enseñadme la vuestra.
Preveo fuegos artificiales.
Grant in excelsis.
Glasgow, Acuario 2000
Último texto de Grant Morrison para la sección “Invisible Ink” de Los Invisibles vol. 3 núm. 1. Artículo publicado en las páginas de Los Invisibles Libro 07 (de 7): El Reino Invisible ¡Ya a la venta!