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Los enemigos mortales de Batman (y II)

 Continuando con el artículo de ayer, aquí os dejamos la segunda parte del listado de los enemigos más letales de Batman.

EL SOMBRERERO LOCO
Este menudo personaje debe su nombre a la creación homónima de Lewis Carroll que aparecía en la célebre novela Alicia en el País de las Maravillas y, más concretamente, en las ilustraciones de Sir John Tenniel, el dibujante que plasmó en imágenes aquel rico mundo. Y también le debe buena parte de su trayectoria, ya que Jarvis Tetch está obsesionado con dicha obra, que a menudo ha llegado a confundir con la vida real porque, no nos engañemos, no está muy bien de la cabeza. Y claro, como buen villano de Batman que se precie, tiene un tema alrededor del cual orquestar sus delitos: los sombreros. Cuando lo presentaron Bill Finger y Bob Kane en Batman núm. 49 (1948), Tetch no había llegado para quedarse. De hecho, no volvió a aparecer hasta bien entrada la Edad de Plata, y ni siquiera era él, sino un impostor del que se “ocupó” en cuanto salió del Hospital Psiquiátrico de Arkham.

Los famosos sombreros hipnóticos de Tetch, toda una marca de la casa, no hicieron acto de presencia hasta el memorable Detective Comics núm. 526 (1983), cuaderno de Gerry Conway y Don Newton donde el Sombrerero utilizaba dichos artefactos para tener bien controlado al Espantapájaros, que no pasaba por su mejor momento. A partir de entonces, sus apariciones fueron más o menos frecuentes, aunque nunca llegó a tener la solera de otros adversarios de Batman a pesar de apariciones notables como la de Detective Comics núm. 573, de Mike W. Barr y Alan Davis.

Por lo que respecta a su origen, uno de los más detallados fue el ofrecido por Ed Brubaker y Michael Lark en la excelente Gotham Central allá por 2004. Al parecer, Tetch había crecido atormentado por su aspecto físico, igual que “colegas” como el Pingüino o el Espantapájaros. Se hizo científico y vivió durante bastante tiempo en una pensión de cuya dueña se hizo amigo. Pero la hija de esta, Connie, se quedó embarazada en el instituto, lo cual despertó la ira de su madre, de ahí que tuviera que inventarse que la había violado un miembro del equipo de béisbol del centro. Fue entonces cuando Tetch cometió su primer delito al hipnotizar a uno de los deportistas para que pusiera una bomba en el vestuario.

Como vemos, el nivel de demencia del Sombrerero Loco no tiene nada que envidiar al de otros reclusos de Arkham, el centro en que ingresa constantemente después de cometer sus habituales fechorías, algunas tan execrables como aquella en que secuestraba a niñas rubias para convertirlas en “Alicias” y en objeto de una red de trata de blancas. ¿Cómo le irá en la fiesta del té que nos propone en este volumen?

HARLEY QUINN
La génesis de Harley Quinn se encuentra en una actriz real llamada Arleen Sorkin que, en un episodio de la incombustible Days of our Lives, aparecía vestida de bufón. Fue en aquella escena en la que se inspiraron Paul Dini y Bruce Timm para crear a esta perturbada señorita disfrazada de arlequín que debutó en 1992 en la televisiva Batman: The Animated Series. Era de los pocos personajes de la serie que no habían salido de los cómics del Caballero Oscuro, cosa que cambió a partir de Mad Love, una novela gráfica de los mismos autores que estaba ambientada en el universo de aquellos dibujos animados. En ella, vimos cómo Harleen Quinzel, psiquiatra del Hospital Psiquiátrico de Arkham, intentaba entender la mente del Joker, que la manipuló y la conquistó. Obviamente, la doctora no estaba demasiado cuerda antes de entrar en contacto con el villano, y de aquellos encuentros surgió una relación amorosa unilateral que condujo a Quinzel a intentar matar a Batman para complacer a su amado.

El salto de Harley Quinn a la continuidad oficial del Universo DC se produjo en 1999 y, más concretamente, en el contexto de la saga Tierra de nadie. Recordemos que la trama partía del aislamiento que el gobierno de Estados Unidos imponía a Gotham City después del terremoto que la había devastado. Uno de los edificios que peor parados salieron fue el Asilo Arkham, de ahí que cierta reclusa aprovechara la ocasión para escapar en Batman: Harley Quinn, escrito por el propio Dini y dibujado por Yvel Guichet. La joven no tardaría en entablar una amistad relativa con Hiedra Venenosa, que fue una de las bases de la serie mensual que protagonizó a partir de 2000. Escrita por Karl Kesel y dibujada por artistas como Terry Dodson o Pete Woods, la colección contaba las vicisitudes de la chica una vez se había dado cuenta de que no era normal que su amado “pastelito” intentara matarla cada dos por tres. También fue allí donde se hizo con sus amadas hienas, una especie de ayudantes más que apropiados para su controvertida personalidad.

Desde entonces, Harley ha ido pasando de villana a aliada involuntaria del Caballero Oscuro, e incluso recibió el alta de Arkham gracias a Bruce Wayne durante la etapa de Dini en Detective Comics. Hasta hace poco, compartió cartel con Catwoman y con Hiedra en Musas de Gotham, pero el Nuevo Universo DC le tiene reservado un futuro menos prometedor como miembro del Escuadrón Suicida, algo que, como sabemos, no suele terminar demasiado bien.

EL ACERTIJO
Edward Nigma debutó con su habitual atuendo verde y violeta en 1948, más concretamente en Detective Comics núm. 140, obra de Bill Finger y Dick Sprang, como uno más de los pintorescos enemigos de Batman. En su caso, el modus operandi consistía en cometer delitos sobre los cuales iba dando pistas al Dúo Dinámico, lo cual dejaba entrever parte de la compleja personalidad que adquiriría con el tiempo y ese narcisismo que lo caracteriza. Y es que el Acertijo tiene que ser siempre el más inteligente, y cuando no lo es, hace trampas para serlo y quedar por encima de sus rivales. Es de ahí de donde parte su origen habitual, el que afirma que era un joven llamado Edward Nashton que deslumbró a sus profesores resolviendo un complejo rompecabezas... de forma ilícita.

Cuando se convirtió en Edward Nigma y, posteriormente, en el Acertijo, no resultó ser un enemigo especialmente peligroso. No era un psicópata como el Joker y de aquellas pistas que dejaba se deducía que, para él, delinquir era más un juego que otra cosa. Es por esto por lo que Batman nunca lo ha tomado demasiado en serio y por lo que, en ocasiones, ha sido más molesto que otra cosa. Pero todo eso cambió en 2002 con la saga Silencio, obra de Jeph Loeb y Jim Lee. En ella, Nigma se sumergía en una Fosa de Lázaro para curarse de una grave enfermedad, lo cual lo volvió aún más loco, pero le dio cierta lucidez que le permitió deducir que Batman y Bruce Wayne eran la misma persona. Así pues, se convirtió en un verdadero polvorín y en uno de los pocos enemigos del Caballero Oscuro que ha tenido acceso a semejante información.

Pero la cosa se resolvió de forma bastante radical cuando, durante el transcurso de la saga Crisis Infinita, sufrió una conmoción cerebral provocada por el Caballero Brillante que lo dejó en coma durante casi un año. La lesión le curó la locura, pero no afectó a su inteligencia, de ahí que se convirtiera en detective privado durante la etapa de Paul Dini en Detective Comics (2006). Se convirtió entonces en una especie de aliado del que Batman nunca terminó de fiarse del todo y que, además, tuvo cierto protagonismo en la serie Musas de Gotham, dedicada a las andanzas de Hiedra Venenosa, Harley Quinn y Catwoman. Pero la cabra siempre tira al monte y, en fechas más recientes, el Acertijo volvió a las andadas de la mano de Tony S. Daniel. Actualmente, es uno más de los perturbados reclusos de Arkham, como vemos en el primer número de Batman dentro del Nuevo Universo DC.

KILLER CROC
Los primeros tiempos de Killer Croc como enemigo de Batman estuvieron muy vinculados a los inicios de Jason Todd, el segundo Robin. De hecho, su cometido inicial era el de asesinar a los padres del muchacho, algo que cambiaría en revisiones posteriores, en las que se estableció que el responsable había sido Dos Caras. Sus creadores fueron Gerry Conway y Don Newton, que lo presentaron en Batman núm. 357 (1983) tras dejarlo entrever fugazmente en entregas anteriores. Al principio, no era más que una silueta que escondía lo que parecía un físico imponente, propio de un boxeador, bajo una gabardina. Sin embargo, no tardó en desvelar su verdadero aspecto de reptil, el mismo que le había causado una extraña enfermedad de nacimiento que le daba aquel característico color verde y le cubría la piel de escamas.

Croc, cuyo verdadero nombre es Waylon Jones, tiene el dudoso honor de ser uno de los pocos villanos de Gotham City que tiene algún tipo de poder sobrehumano, cosa poco habitual en un héroe acostumbrado a enfrentarse con psicópatas y dementes varios. Al parecer, su juventud en Florida fue ciertamente penosa, ya que lo crio una tía alcohólica que lo maltrataba y lo insultaba debido a su apariencia. En la escuela no le iba mucho mejor y, de hecho, mató a un chaval que abusaba de él, con lo cual fue a parar a un reformatorio y, más adelante, a la cárcel, donde pasó cerca de dos décadas. Una vez libre, como no sabía cómo ganarse la vida, se convirtió en poco menos que un monstruo de feria cuyo principal reclamo consistía en matar cocodrilos con las manos desnudas.

Pero harto de aquella vida de miseria, decidió marcharse a Gotham City para convertirse en el jefe de los bajos fondos, algo que le supuso la enemistad con Batman y con colegas como Bane, con quien tuvo sus más y sus menos durante la saga La caída del murciélago. Desde entonces, Jones ha aparecido en numerosas ocasiones, e incluso se hizo con una pequeña parcela de la ciudad tras el terremoto que la asoló y que la dejó aislada del resto de Estados Unidos. Además, su aspecto ha ido empeorando progresivamente. La enfermedad que sufre nunca se detiene y, hoy en día, Killer Croc es más monstruoso que nunca. Parte de esa apariencia se debe a Jim Lee, que dio un paso más allá en el diseño del personaje al principio de la saga Silencio (2002).
Actualmente, Jones está recluido en el Hospital Psiquiátrico de Arkham, donde lo vemos durante el motín con el que comienza la serie Batman en el contexto del Nuevo Universo DC.

CLAYFACE
A lo largo de la extensa trayectoria de Batman, han sido varios los personajes que se han hecho llamar Clayface; sin embargo, en este volumen vemos en todo su “esplendor” a Basil Karlo, el original, de ahí que las próximas líneas vayan a centrarse solo en él. Este actor venido a menos apareció por primera vez en Detective Comics núm. 40 (1940), más concretamente en una historia firmada por Bill Finger y Bob Kane en la que, como era habitual, también participó el dibujante Jerry Robinson. Según Kane, la inspiración para el personaje había sido El fantasma de la ópera en la versión interpretada por Lon Chaney, y el nombre era un homenaje a Boris Karloff y Basil Rathbone, los míticos Frankenstein y Sherlock Holmes de la época clásica de Hollywood.

La excusa para la aparición de Karlo era que Julie Madison, entonces novia de Bruce Wayne, había emprendido una carrera en el cine, con lo cual el millonario iba a visitarla al plató (acompañado por su inseparable Dick Grayson, por supuesto). El pobre Basil se volvió loco al enterarse de que iban a hacer un remake de una antigua película suya, El Terror, sin contar con su presencia. Fue por esto por lo que, alardeando de sus habilidades como maquillador, se puso una máscara con la que intentó matar a los miembros del reparto utilizando el nombre de Clayface, el villano del filme. Después de unas cuantas apariciones más, en las que siempre terminaba derrotado y encerrado, Karlo pasó al olvido mientras otros villanos homónimos amargaban la vida del Caballero Oscuro. La principal novedad que presentaron algunos de aquellos sucesores fue la de contar con el poder de ser verdaderos “caras de arcilla” capaces de cambiar de forma, algo que el original también pudo hacer después de la formación de la Pandilla del Fango, un peculiar grupo compuesto por todos los Clayface con el evidente objetivo de liquidar al héroe que tantas veces los había derrotado.

Hasta la fecha, y aunque no todos han tenido el mismo peso, ha habido siete villanos más con este nombre, pero ninguno ha contado con el carisma del original. Esto se debe, en parte, a lo romántico que resulta aquel origen de actor resentido que decide vengarse de quienes se han olvidado de él, una faceta que se vuelve a explorar en la historia que protagoniza en este volumen y que, por si contara con pocos alicientes, está dibujada por Kelley Jones, un artista con un estilo muy personal sin el que no podría entenderse la franquicia de Batman durante los años noventa.