Eccediciones
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Los cazadores de sueños

Aunque quería hacer muchas cosas con Los cazadores de sueños, no pretendía molestar, desconcertar ni confundir a los académicos y amantes de los libros. El libro surgió porque, a petición de la editora Jenny Lee, Yoshitaka Amano hizo un póster para el décimo aniversario de Sandman, y me encantó. Cuando la jefa de Vertigo, Karen Berger, me preguntó si escribiría algo nuevo para el año del aniversario, le pedí si podía trabajar con Amano. A este le gustó la idea, pero me pidió que fuese un libro ilustrado, no un cómic.

Me encantó la idea. El señor Amano y su asistente, Maia, me enviaron documentación sobre la época y el lugar en los que quería situar la historia, me sugirieron que podría incluir a los bakus y empecé a escribir, capítulo a capítulo, y a enviárselos a Amano a medida que los tenía terminados.

Me llamó Jenny Lee. El libro les parecía demasiado corto. ¿Podía escribir algo más?

Escribí un epílogo, pensado para que llenara unas cuantas páginas, haciendo un relato perfectamente espurio de la historia que acababa de escribir. No esperaba que fuese convincente: en definitiva no era una historia de Sandman; nadie creería que Caín y Abel, o las Tres Brujas, o incluso el propio Señor de los Sueños serían descritos en una historia japonesa escrita hace centenares de años.

El señor Amano dibujó y pintó el doble de imágenes de las que esperábamos, y en el libro se incluyeron todas excepto una, dejando solo una página para el epílogo. Lo imprimimos en letra muy pequeña y nos olvidamos de él.

En un momento dado, estaba hablando por teléfono con P. Craig Russell. Hablar por teléfono con Craig no es fácil; cuando está en un proyecto largo se despierta y se duerme según sus propios y misteriosos ritmos circadianos, y es diurno o nocturno dependiendo del proyecto, lo que significa que nunca sabes cuándo llamar, ni cuándo no llamar, y normalmente cuando lo haces está durmiendo, así que cuando lo localizas te consideras afortunado y hablas durante horas.

Craig me preguntó en qué estaba trabajando y le leí los dos primeros capítulos de Los cazadores de sueños. "Oh", dijo él, "quiero hacerlo como cómic. Puedo verlo en mi cabeza." A Craig le encanta adaptar prosa en cómic. Sus cómics de ópera y sus adaptaciones de Kipling y Wilde son notables y geniales.

Le dije que sería un libro ilustrado en prosa, que Amano iba a hacer las ilustraciones y, con un poco de pena, Craig aceptó que no iba a dibujarlo como cómic.

El tiempo pasó. Sandman: Los cazadores de sueños se publicó y aprendí que si colocas cosas con una letra pequeña al final de un libro, la gente las cree ciegamente; mientras, llegaba la primera oleada de peticiones de gente y universidades que no lograban encontrar los textos originales en los que aseguraba haberme basado. Les expliqué a todos que me lo había inventado y pedí disculpas.

Se aproximaba el 20º aniversario de Sandman. P. Craig Russell y yo estábamos trabajando juntos en la adaptación al cómic de mi novela Coraline. Hablábamos por teléfono. ¿"Sabes qué"?, dijo Craig de repente, "aún quiero adaptar Los cazadores de sueños."

Habían pasado 10 años. Me lo planteé. Algo que no sustituyese el libro de Amano, sino que lo complementase... y ya de paso un nuevo cómic de Sandman de Craig Russell. "No sé", le dije. "Le preguntaré a Karen."

Esperaba muchas cosas de Los cazadores de sueños de Craig. Lo que no esperaba era la extraña sensación que me produjo leer un nuevo cómic de Sandman. Aunque escribí Sandman durante gran parte de la década, nunca lo leí. Y en ese momento lo hice. Fue mágico.

Espero que lo disfrutéis tanto como yo.

Y me gustaría disculparme con cualquiera que haya perdido su tiempo intentando encontrar las historias en las que está basado Los cazadores de sueños. Existen en la biblioteca de Lucien, no en las nuestras.

18 de septiembre de 2008

En algún lugar por encima del Pacífico.

Neil Gaiman

Texto originalmente publicado como epílogo de Sandman: Los cazadores de sueños.