El segundo volumen de Constantine desarrolla el conflicto, iniciado en el primer tomo de la serie, entre el mago de Liverpool y la Secta de la Llama Fría. Esta contienda se enmarca en un contexto más amplio: La Guerra de la Trinidad, saga donde se cruzan las trayectorias de los héroes más poderosos del Nuevo Universo DC. En el quinto episodio de la serie original Constantine (que sirve de preludio a ese choque de titanes y que se publicó en Liga de la Justicia de América núm. 6), el ocultista inglés se aprovecha de la credulidad de Shazam para robarle su energía mística y confinarla en una botella. Sin embargo, la intervención de Mister E desbarata sus planes y deja al maestro del engaño desangrándose en el suelo del bar de Lloyd, que es donde el lector lo encontrará al inicio de estas páginas.
Los capítulos recopilados en este tomo son una obra de transición. Y ello por dos motivos. En primer lugar, el equipo creativo experimenta grandes cambios. El canadiense Jeff Lemire cede la escritura de los textos a su compatriota Ray Fawkes, compañero suyo durante los cuatro primeros episodios de la serie. En cuanto al apartado gráfico, Renato Guedes deja los lápices en manos de una lista de dibujantes donde figuran nombres como Szymon Kudranski o Beni Lobel. Sobre todos ellos destaca el soberbio ACO, uno de los narradores más sólidos y brillantes que haya irrumpido en la escena de los cómics en los últimos años (y que aparece como artista titular en los créditos de los últimos capítulos de Constantine publicados hasta la fecha).
El segundo motivo que convierte estas historias en una obra de transición tiene que ver con un acontecimiento futuro. Y es que estos episodios preceden a la irrupción de una criatura demoníaca cuya presencia obligará a unir fuerzas a la Liga de la Justicia Oscura, al Fantasma Errante, a Pandora y, por supuesto, a John Constantine. Lo mejor, pues, aún está por llegar.
Jorge García
Artículo publicado originalmente en las páginas de Constantine núm. 2.
Los capítulos recopilados en este tomo son una obra de transición. Y ello por dos motivos. En primer lugar, el equipo creativo experimenta grandes cambios. El canadiense Jeff Lemire cede la escritura de los textos a su compatriota Ray Fawkes, compañero suyo durante los cuatro primeros episodios de la serie. En cuanto al apartado gráfico, Renato Guedes deja los lápices en manos de una lista de dibujantes donde figuran nombres como Szymon Kudranski o Beni Lobel. Sobre todos ellos destaca el soberbio ACO, uno de los narradores más sólidos y brillantes que haya irrumpido en la escena de los cómics en los últimos años (y que aparece como artista titular en los créditos de los últimos capítulos de Constantine publicados hasta la fecha).
El segundo motivo que convierte estas historias en una obra de transición tiene que ver con un acontecimiento futuro. Y es que estos episodios preceden a la irrupción de una criatura demoníaca cuya presencia obligará a unir fuerzas a la Liga de la Justicia Oscura, al Fantasma Errante, a Pandora y, por supuesto, a John Constantine. Lo mejor, pues, aún está por llegar.
Jorge García
Artículo publicado originalmente en las páginas de Constantine núm. 2.