Eccediciones
searchclose

Liga de la Justicia de América: Élites

Hacemos daño a nuestros seres queridos.
Lo cual es especialmente cierto en el caso de los escritores.

Nos sentamos ante una página en blanco y damos forma con cuidado a los jugadores de nuestro mundo hasta el último detalle.

Entonces, los @&#%$&. Los &*@^$ pero bien.

No obstante, la Élite no se concibió con amor, ni siquiera debido al deseo sádico de machacar la vida de personas imaginarias con el salvajismo inclemente de un dios borracho. El libro que sostienes representa esa convergencia de emociones contradictorias y tendencias profesionales que dan origen al perenne manantial de inspiración de la humanidad.

Es decir, representa el cabreo.

Action Comics núm. 775 se escribió como respuesta a la rabia que me suscitaba la tendencia de los cómics que arrasaban en aquel momento. Al contrario de lo que dijo alguna gente en los blogs, no era una protesta contra los “cómics oscuros”, ni siquiera contra los “héroes cabreados y machotes”. Como he dicho en muchas ocasiones, los relatos oscuros me gustan. Lo que me molesta son las historias que desinflan a sus predecesoras disfrazándose de “revisión posmoderna”, una patada unilateral en el trasero de los cómics de antaño, donde con imaginación, pulp y inocencia ya se vendían la historieta. Porque como todo el mundo sabe: “En el mundo real, los superhéroes se comportarían así, y eres idiota por pensar lo contrario”.

Mierda. Mierda. Mierda. Los tiempos cambian. Las ideologías también. La industria del cómic es una cosa viva que, a veces, desempeña el papel de un cabrito incorregible. Pero bajo ningún concepto significa que yo debiera sentirme como un capullo por creer en los superhéroes o en los ideales que los inspiraron al principio.

Al parecer, no era el único que estaba cabreado.

¿Qué hay de divertido en la verdad, la justicia y el estilo de vida americano? era una defensa del idealismo y la fantasía, y sigue siendo una de las historias de las que más me enorgullezco como guionista. Se convirtió enseguida en una de las preferidas de los fans, y es la carta de amor que escribo a los superhéroes. Por suerte, también fue la primera ocasión que tuve de trabajar con esos genios locos que son Doug Mahnke y Tom Nguyen, que dieron vida a la historia con una pasión furibunda. Los tipos adecuados, el relato adecuado y el momento adecuado.

Como es natural, con el dólar como fuente distinta de inspiración, me pidieron que continuara aquel número 775 con una serie sobre la Élite. Serían malos como un demonio, estarían cabreados y también hartos. Y dije: “No, gracias”. Ya existían series así. No le veía la razón de ser, y no tenía nada más que contar sobre ellos. Manchester Black volvió a salir en algunos cómics de Superman, pero te cuento...

Lo hice para matarlo. Ya no quería que lo usara nadie más. Era un villano para una sola vez. O como máximo, para dos.

Avancemos unos cuantos años. Doug, Tom y yo nos estamos ocupando de la JLA. Disfrutamos de un éxito moderado y tenemos ocasión de jugar con los “peces gordos” de DC. Mike Carlin se incorpora como editor sustituyendo a Dan Raspler y quiere una idea para el inminente número 100.

“¿Qué tal la Liga de la Justicia Élite?”, pregunta. Y yo emprendo mi perorata sobre que no me parecen realmente útiles, que Manchester está muerto y de qué sirve que la Liga de la Justicia se enfrente a la Élite.

“No”, responde. “La Liga de la Justicia Élite, el ‘equipo oscuro’ que tú querías. Con miembros de ambos grupos trabajando juntos.”

Hacía más de un año que yo había propuesto una “JLA oscura” cuyos personajes fueran muy oscuros y falibles y que sufrieran consecuencias reales independientes de sus apariciones en otros títulos. La gente más poderosa de la Tierra y más allá padecía debilidades humanas. Sonaba muy divertido. Mike me había ofrecido una idea para hacerlo realidad y para tener contenta a DC recuperando a los magníficos antiantihéroes del 775. La dibujaría Doug y la entintaría Tom. Un sueño retorcido hecho realidad...

Pero llegó la pregunta obvia. ¿La JLE sería otra serie sobre “héroes oscuros y provocadores que blandían un hacha”? O peor: ¿Estaría yo alimentando a la misma bestia que tanto me había cabreado varios años antes?

Tras una o dos úlceras e incontables horas de trabajo con mis amigos de la editorial, decidí que la respuesta era “no”. Sobre todo porque había conseguido volverme a enfadar yo solo, y sabía sobre qué quería escribir.

Vivimos en una época en que el heroísmo y el liderazgo se redefinen casi a diario. La falta de humanidad, con su gloria y sus defectos a partes iguales, se exhibe de forma vibrante hoy siempre que enciendes la tele, abres un periódico o navegas por internet. Se ha abusado del poder. Los cismas latentes de cultura y clase se han despertado con ganas y, por lo menos para mí, el panorama estadounidense ha tomado un cariz realmente extraño. Algunos de esos temas los abordamos en JLA. Eran los fundamentales: ¿Cómo se equilibran el poder y la responsabilidad? ¿El ataque preventivo está justificado? ¿Un estadounidense puede estar en desacuerdo con su gobierno en época de guerra sin parecer que esté en contra de sus soldados? (Este último asunto nos había valido el ilustre título de “rata de la semana” en un programa conservador de televisión.) Pero no habíamos abordado de verdad las preguntas más íntimas.

¿Qué tipo de dignidad, sinceridad e infalibilidad podemos esperar de nuestros héroes, sean súper, electos, militares o de otro tipo... si solo son humanos?

¿Puede un hombre meterse en la mugre y seguir estando limpio? ¿Se puede pelear con asesinos sin convertirse en uno de ellos?

No conozco la respuesta; pero, narices, espero que la averigüemos. Para mí, la Élite va de eso. Son héroes que han decidido afrontar el Infierno de cara, y también sus propios demonios. Sí, hay explosiones. Muchas bajas. Pecados mortales. Y un número considerable de tacos (que el boli rojo de Mike mantiene a raya).

Pero también hay siete personas que hacen lo que buenamente pueden en un mundo que parece haber perdido el norte. Algunos lo consiguen. Otro fracasan. Y otros fraca- san estrepitosamente... pero lo intentan.

Y los amo a todos. Los amo a muerte. Espero que tú también.

Joe Kelly

Artículo publicado originalmente como introducción de Liga de la Justicia de América: Élites núm. 6 (de 7).