Batgirl es una joven de su tiempo. Es muy fácil que las lectoras se sientan identificadas con ella porque Barbara sufre los mismos problemas que cualquier otra muchacha de su edad. Siempre ha sido así. Todas las adolescentes que han tomado el manto de la Chica Murciélago son un fiel reflejo de la época que les ha tocado vivir. Seguramente se puede decir lo mismo de casi cualquier personaje de cómic, pero el caso de las féminas de Gotham es más relevante porque el papel de la mujer en la sociedad norteamericana se ha modificado a pasos de gigante. Tomemos como ejemplo a la primera Catwoman. Selina Kyle es una creación de Bill Finger y Bob Kane que hizo su primera aparición en el número uno de Batman. Aquel ejemplar vio la luz en la primavera de 1940. Por aquel entonces, la comunidad estadounidense estaba enzarzada en la Segunda Guerra Mundial.
Las damas de los años 30 eran amas de casa o trabajaban de azafatas, secretarias o cuidadoras. Cuando millones de hombres abandonaron sus hogares para alistarse en el ejército, sus compañeras se vieron obligadas a tomar roles tradicionalmente masculinos. Ya no era extraño ver mecánicas, banqueras o comerciales. Las jóvenes incluso iban a trabajar a las fábricas siguiendo el ejemplo de Rosie, la remachadora. Sea como fuera, las obreras no habían dejado atrás las convenciones de la época. Para persuadir a un mayor número de mujeres para que acudiesen a las factorías, los publicistas conseguían relacionar el trabajo duro con el glamur. El mundo de los superhéroes no era una excepción. Aunque los justicieros no habían abandonado el país, los tebeos se llenaron de féminas luchadoras. Algunas eran heroínas, otras eran villanas… y luego estaba Catwoman. Su extraña moral impedía que se clasificase en un bando u otro. Tal era la incertidumbre de Selina que hasta tardó años en conseguir su look definitivo.
En su debut, la malhechora se hizo llamar La Gata y se disfrazó de anciana para robar. Más adelante se descubrió que la delincuente era una azafata que padecía amnesia por culpa de un accidente. Su afinidad con los felinos provenía de uno de los pocos recuerdos que conservaba: la tienda de animales de su padre. Con un origen así era imposible que ella fuese malvada. En realidad solo saqueaba por diversión. No deja de ser curioso que mientras sus contemporáneas del mundo real utilizaban vestidos largos sin adornos ni complementos y ropa deportiva a raíz de la escasez de materias primas, Catwoman hacía lo mismo. En 1947, sin embargo, la guerra ya había llegado a su fin. Las cosas se estaban normalizando. Fue entonces cuando se probó su traje clásico: un vestido largo – como los que solía utilizar – adornado con máscara, capa y guantes inspirados en figuras felinas. No era un traje práctico, pero ella tampoco era la ladrona autosuficiente que tan bien conocemos. La Selina de la época contrataba secuaces para cometer sus crímenes. No se habría entendido que Catwoman robase siempre en solitario.
A pesar de haber disfrutado de cierta liberación, el fin de la guerra supuso un retorno al statu quo tradicional de las mujeres. La década de los 50 fue todo un retroceso. La revolución social tomó nuevos aires cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco. Esa fue la chispa del Movimiento por los Derechos Civiles. Desgraciadamente, estos cambios solo eran de carácter étnico. Las mujeres se habían rendido ante los hombres a causa de un exagerado baby boom. Ahora se necesitaba que ellas se quedasen en casa para ejercer de esposas y madres.
En 1954, Fredric Wertham escribió un libro titulado La seducción de los inocentes. En él se explicaba que los tebeos estaban plagados de material dañino para los niños. La sociedad norteamericana respondió a Wertham creando un sello censor: el Comics Code Autorithy. A partir de entonces, las conductas políticamente incorrectas se erradicaron de los cómics. Por ejemplo, Catwoman desapareció de la faz de la Tierra. En su lugar apareció Batwoman, un personaje que se creó expresamente para que Batman tuviese un interés amoroso. Los editores querían desmentir a toda costa los posibles rumores de una conducta homosexual en el Caballero Oscuro. El paralelismo entre ficción y realidad es evidente. La aventurera Selina era un buen modelo cuando ellas tomaban roles masculinos. Ahora que las mujeres se quedaban en casa, Batwoman solo era útil por su potencial de novia.
Kathy Kane fue ideada por Bob Kane y Sheldon Moldoff para el número 233 de Detective Comics, de julio de 1956. Para realzar su feminidad, llevaba un bolso. Además, todas sus armas se basaban en objetos personales femeninos. El origen de la heroína era muy simple. Kathy era una rica heredera que había trabajado en el circo. Decidió combatir el crimen para hacer el bien y, de paso, para enamorar a Batman. Era una experta en lo primero, pero lo segundo no se le daba tan bien. El Caballero Oscuro la rehuía y Bruce jamás accedió a quitarse la máscara. Prefería proteger su identidad a mantener una relación con una aventurera.
La Batwoman de los años 50 era una muestra de la represión femenina. Aun así, los lectores la apreciaban. Kathy gozaba de cierta popularidad. Con la entrada de la década de los 60, el efecto Wertham se empezaba a distanciar en el tiempo. Las cosas volvieron un poco a la normalidad. Batwoman dejó de salir en los tebeos del Hombre Murciélago – aunque reapareció ocasionalmente en los años 70 – para ceder su puesto a una muchacha que sí llegaría a convertirse en un ejemplo a seguir para las adolescentes de la época. Evidentemente, la sucesora de Kathy fue la hija del Comisario Gordon.
Estas son las precursoras directas de Batgirl, pero hay otras. Cualquier personaje femenino previo podía servir de inspiración para la creación de la Chica Murciélago. Sin ir más lejos, existe una relación directa entre la aparición de Barbara y el éxito de Supergirl. La kryptoniana había sido creada tres años antes. Sea como fuere, nuestra heroína es un símbolo de la revolución femenina.
Enrique Ríos
Las damas de los años 30 eran amas de casa o trabajaban de azafatas, secretarias o cuidadoras. Cuando millones de hombres abandonaron sus hogares para alistarse en el ejército, sus compañeras se vieron obligadas a tomar roles tradicionalmente masculinos. Ya no era extraño ver mecánicas, banqueras o comerciales. Las jóvenes incluso iban a trabajar a las fábricas siguiendo el ejemplo de Rosie, la remachadora. Sea como fuera, las obreras no habían dejado atrás las convenciones de la época. Para persuadir a un mayor número de mujeres para que acudiesen a las factorías, los publicistas conseguían relacionar el trabajo duro con el glamur. El mundo de los superhéroes no era una excepción. Aunque los justicieros no habían abandonado el país, los tebeos se llenaron de féminas luchadoras. Algunas eran heroínas, otras eran villanas… y luego estaba Catwoman. Su extraña moral impedía que se clasificase en un bando u otro. Tal era la incertidumbre de Selina que hasta tardó años en conseguir su look definitivo.
En su debut, la malhechora se hizo llamar La Gata y se disfrazó de anciana para robar. Más adelante se descubrió que la delincuente era una azafata que padecía amnesia por culpa de un accidente. Su afinidad con los felinos provenía de uno de los pocos recuerdos que conservaba: la tienda de animales de su padre. Con un origen así era imposible que ella fuese malvada. En realidad solo saqueaba por diversión. No deja de ser curioso que mientras sus contemporáneas del mundo real utilizaban vestidos largos sin adornos ni complementos y ropa deportiva a raíz de la escasez de materias primas, Catwoman hacía lo mismo. En 1947, sin embargo, la guerra ya había llegado a su fin. Las cosas se estaban normalizando. Fue entonces cuando se probó su traje clásico: un vestido largo – como los que solía utilizar – adornado con máscara, capa y guantes inspirados en figuras felinas. No era un traje práctico, pero ella tampoco era la ladrona autosuficiente que tan bien conocemos. La Selina de la época contrataba secuaces para cometer sus crímenes. No se habría entendido que Catwoman robase siempre en solitario.
A pesar de haber disfrutado de cierta liberación, el fin de la guerra supuso un retorno al statu quo tradicional de las mujeres. La década de los 50 fue todo un retroceso. La revolución social tomó nuevos aires cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento a un blanco. Esa fue la chispa del Movimiento por los Derechos Civiles. Desgraciadamente, estos cambios solo eran de carácter étnico. Las mujeres se habían rendido ante los hombres a causa de un exagerado baby boom. Ahora se necesitaba que ellas se quedasen en casa para ejercer de esposas y madres.
En 1954, Fredric Wertham escribió un libro titulado La seducción de los inocentes. En él se explicaba que los tebeos estaban plagados de material dañino para los niños. La sociedad norteamericana respondió a Wertham creando un sello censor: el Comics Code Autorithy. A partir de entonces, las conductas políticamente incorrectas se erradicaron de los cómics. Por ejemplo, Catwoman desapareció de la faz de la Tierra. En su lugar apareció Batwoman, un personaje que se creó expresamente para que Batman tuviese un interés amoroso. Los editores querían desmentir a toda costa los posibles rumores de una conducta homosexual en el Caballero Oscuro. El paralelismo entre ficción y realidad es evidente. La aventurera Selina era un buen modelo cuando ellas tomaban roles masculinos. Ahora que las mujeres se quedaban en casa, Batwoman solo era útil por su potencial de novia.
Kathy Kane fue ideada por Bob Kane y Sheldon Moldoff para el número 233 de Detective Comics, de julio de 1956. Para realzar su feminidad, llevaba un bolso. Además, todas sus armas se basaban en objetos personales femeninos. El origen de la heroína era muy simple. Kathy era una rica heredera que había trabajado en el circo. Decidió combatir el crimen para hacer el bien y, de paso, para enamorar a Batman. Era una experta en lo primero, pero lo segundo no se le daba tan bien. El Caballero Oscuro la rehuía y Bruce jamás accedió a quitarse la máscara. Prefería proteger su identidad a mantener una relación con una aventurera.
La Batwoman de los años 50 era una muestra de la represión femenina. Aun así, los lectores la apreciaban. Kathy gozaba de cierta popularidad. Con la entrada de la década de los 60, el efecto Wertham se empezaba a distanciar en el tiempo. Las cosas volvieron un poco a la normalidad. Batwoman dejó de salir en los tebeos del Hombre Murciélago – aunque reapareció ocasionalmente en los años 70 – para ceder su puesto a una muchacha que sí llegaría a convertirse en un ejemplo a seguir para las adolescentes de la época. Evidentemente, la sucesora de Kathy fue la hija del Comisario Gordon.
Estas son las precursoras directas de Batgirl, pero hay otras. Cualquier personaje femenino previo podía servir de inspiración para la creación de la Chica Murciélago. Sin ir más lejos, existe una relación directa entre la aparición de Barbara y el éxito de Supergirl. La kryptoniana había sido creada tres años antes. Sea como fuere, nuestra heroína es un símbolo de la revolución femenina.
Enrique Ríos