Eccediciones

Las huestes de la rabia

 La primera aparición de los Red Lanterns fue un buen ejemplo de una frase recurrente para los anglosajones: “como parpadees, te lo pierdes”. Se produjo en Green Lantern (cuarta serie) núm. 25 en 2007, en una página doble con la que Ethan Van Sciver enriqueció aún más un cómic que, de por sí, rebosaba espectacularidad con motivo de la apoteósica conclusión de La Guerra de los Sinestro Corps. En aquel momento, no sabíamos el nombre de ningún miembro ni conocíamos sus motivaciones. La única información que teníamos era que serían monstruosos, como bien atestiguaban los que allí aparecían, y que su condición de representantes de la rabia los ubicaba en el extremo de la parte maligna del espectro emocional, con lo cual serían duros de pelar cuando se toparan con Hal Jordan. Y es que el encontronazo era inevitable, ya que se empezaba a cocer La noche más oscura y, antes de que se cumpliera la profecía, los diversos ejércitos de colores estaban condenados a enfrentarse.

Lo que no pasó inadvertido era que los Red Lanterns de aquella página doble escupían energía roja que bien podría ser sangre. El detalle fue idea del propio Van Sciver, que había discutido con Geoff Johns diversas formas de hacer distintos a aquellos guerreros. No en vano, los Green Lanterns y los Sinestro Corps tenían formas muy parecidas de usar sus anillos (vuelo, aura, creación de objetos, etc.), y los ejércitos que iban a presentarse de cara a La noche más oscura tenían que diferenciarse de los que ya existían por algo más que el color de su anillo. Aquel detalle grotesco se confirmó siete meses después cuando DC Entertainment lanzó el especial Final Crisis: Rage of the Red Lanterns (véase Green Lantern de Geoff Johns núm. 3, publicado por ECC Ediciones). En él, veíamos a uno de aquellos personajes creados por Van Sciver, un tal Atrocitus, sumergido en un lago de sangre del que emergía con el inmenso poder que otorgaba la luz roja.

El especial, escrito por Johns, contó con lápices de Shane Davis, que fue el encargado de diseñar al resto de aquellos Red Lanterns. La historia requería una página doble en que el grupo apareciera en pleno estallido de cólera, momento que el artista aprovechó para explayarse plasmando a seres de todo tipo... incluido su propio gato. La aparición de Dexter, rebautizado como Dex-Starr para su debut estelar en los cómics, fue una especie de broma que Davis no quiso llevar demasiado lejos, de ahí que el minino apareciera en un discreto segundo plano del que podía borrarlo sin complicaciones. Pero a Eddie Berganza, el editor, le gustó la idea, sobre todo cuando se planteó la posibilidad de que usara trucos a lo Gato con Botas de la saga Shrek antes de empezar a repartir leña con el anillo que llevaba en la cola. Otra de las presentes era una exuberante señorita llamada Bleez cuya belleza contrastaba con la decrepitud de unas alas huesudas que, como se sabría más adelante, habían sido dos magníficos apéndices que le habían amputado los Sinestro Corps. Pero una vez creado el aspecto de los Red Lanterns, había que darles un poco de trasfondo, cosa que ocurrió en las entregas de Green Lantern que aparecieron inmediatamente después y que contaron con los lápices del habitual Ivan Reis.

El origen de Atrocitus se remonta a hace siglos, a cuando los Green Lanterns ni siquiera existían y los Guardianes del Universo mantenían el orden con un ejército de androides llamados Manhunters que carecían de emociones. Un día, sin explicación aparente, aquellos robots se rebelaron y, convencidos de que la única forma de tener el cosmos controlado era eliminando a todo ser vivo, atacaron el sector espacial 666, donde se encuentra Ryut, un planeta hoy yermo. En él vivía Atros, que perdió a todos sus seres queridos en aquella brutal agresión. Él fue uno de los cinco supervivientes, las Cinco Inversiones, uno de los que juraron matar a los Guardianes para vengarse de lo sucedido. Para ello, realizaron un ritual esotérico que les hizo conocer la profecía de la noche más oscura, la misma que comunicaron mucho después al Green Lantern Abin Sur. Para entonces, ya estaban crucificados en Ysmault, uno de los mundos de su sector, una medida de “precaución” que los Guardianes llevaron a cabo por medio de Sinestro.

Atrocitus, el antiguo Atros, acompañó a Abin Sur a la Tierra, el planeta donde se iba a cumplir la profecía, y le infundió el miedo que hizo que su nave se estrellase y Hal Jordan ocupase su puesto. Después, se liberó y volvió a casa, donde mató a los demás componentes de las Cinco Inversiones con un ritual místico que liberó la energía roja de la rabia gracias a la sangre derramada de sus amigos. Fue entonces cuando nacieron los Red Lanterns, unos seres cuyo fluido vital quedaba sustituido por el poder que, según el diseño de Van Sciver, vomitaban cada vez que recurrían a él. Además, con la única excepción de Atrocitus, la rabia era tan poderosa que se apoderaba de su mente y su personalidad.

Una vez relatado su origen en La rabia de los Red Lanterns, Atrocitus se convirtió en secundario recurrente de las aventuras de Jordan, sobre todo durante La noche más oscura y El día más brillante, en la que se afincó temporalmente en la Tierra para buscar y proteger al Carnicero, la encarnación cósmica de la rabia. Pero al líder de los Red Lanterns aún le quedaba un detalle por conocer sobre la Masacre del Sector 666: quien había manipulado a los Manhunters había sido Krona, un Guardián del Universo renegado que pretendía demostrar a sus congéneres que un ejército sin emociones como los Manhunters no era viable.

Pero Atrocitus no pudo vengarse de él... porque lo mató Hal Jordan. Así pues, ahora que no tiene nadie a quien achacar unas penas que, por otra parte, sucedieron hace siglos, nuestro principal protagonista tiene que buscar un nuevo propósito. Necesita reconducir a los Red Lanterns y, para ello, necesita a un lugarteniente. La cuestión ahora es si se arrepentirá de dejar que uno de sus acólitos sea capaz de pensar por sí mismo.

Fran San Rafael