La existencia de este curioso personaje se remonta a 1978, año en que DC Comics lanzó una de sus últimas series de misterio, la efímera Doorway to Nightmare. En cada entrega, la vidente recibía en su consulta de la calle Christy, donde había que entrar libremente y sin miedo, a diversas personas que sufrían el acoso de algún tipo de criatura paranormal. Buen ejemplo de ello era la joven que debía salvar a su novio de una sacerdotisa malvada que sacrificaba almas masculinas para mantenerse eternamente joven. Los responsables de la primera aventura fueron David Michelinie y Val Mayerik, si bien el diseño de la protagonista corrió a cargo de Michael Kaluta a petición del editor Joe Orlando. Por la serie, que debía contar con un equipo creativo distinto cada mes, pasaron nombres tan notables como Gerry Conway o Ric Estrada que, a pesar de su buen hacer, no evitaron que Doorway to Nightmare cerrara en su quinta entrega. Eso sí, en 1981, se publicó un Madame Xanadu núm. 1 que incluía una de las historias que se habían quedado en el tintero. No en vano, sus autores eran Steve Englehart y Marshall Rogers, un tándem de auténtico lujo que se había consagrado con su visión de Batman pocos años antes.
A partir de entonces, Madame Xanadú se convirtió en una eterna secundaria en aventuras de corte mágico como las del Espectro, tanto en la etapa de Doug Moench como en la de John Ostrander. No era de extrañar teniendo en cuenta el perpetuo halo de misterio que la rodeaba. Al fin y al cabo, la puerta de su consulta solo se abría para aquellas personas que realmente necesitaran unos servicios por los que nunca cobraba ni un dólar. Eso sí, después de cada caso, se quedaba un recuerdo metido en uno de los tarros que coleccionaba. Y en Greenwich Village, el barrio neoyorquino donde trabajaba, nadie recordaba desde cuánto estaba abierto el establecimiento. Eso sí, ella no parecía cambiar ni un ápice con el paso de los años.
A pesar de lo extraño de sus métodos, Xanadú se terminó convirtiendo en una buena aliada para los superhéroes del Universo DC. De hecho, incluso formó parte de un efímero grupo llamado Centinelas de la Magia que surgió de la miniserie El día del juicio, título central de un evento editorial que terminó con Hal Jordan convertido en anfitrión mortal del Espectro. En aquel grupo, Xanadú compartió cartel con Deadman, Ragman, Raven e incluso con Centinela, nombre que por aquel entonces empleaba Alan Scott, primer Green Lantern de la Tierra y miembro habitual de la Sociedad de la Justicia de América.
Cualesquiera que fueran los planes que la editorial tuviera para los Centinelas de la Magia, las circunstancias no parecían propicias para que el grupo pudiera desarrollarse correctamente. Así pues, sus miembros se terminaron desperdigando aquí y allá, lo cual fue especialmente radical en el caso de nuestra protagonista. No en
vano, en 2008 pasó al sello Vertigo para protagonizar una serie mensual iniciada por un equipo creativo más que solvente: Matt Wagner y Amy Reeder Hadley. Aquella colección, aparte de aportar el habitual enfoque adulto, también hizo lo que nadie se había atrevido a hacer durante tres décadas: narrar el origen de Madame Xanadú. Según aquellas historias, era Nimue Inwudu, la hermana de la mítica Morgana le Fey y de Vivienne, la Dama del Lago. Así pues, el misterio se resolvía con una relación directa con las leyendas artúricas.
Tras amargos desencuentros con Merlín, su antiguo amante, y con el Fantasma Errante, Nimue vivió una penosa inmortalidad durante la cual participó en hechos cruciales de la historia como la Revolución Francesa antes de adoptar el nombre y el papel por el que había sido conocida en el Universo DC convencional, donde las cosas no le iban demasiado bien. No en vano, había sido una de las víctimas mágicas del Espectro en El día de la venganza, una de las miniseries que habían hecho de antesala de Crisis Infinita y que habían dado origen a Shadowpact, grupo que heredaba en parte el espíritu de los extintos Centinelas de la Magia.
El Nuevo Universo DC ha sentado bastante bien a Madame Xanadú. Una vez cancelada la serie de Vertigo, se integró desde el principio en Liga de la Justicia Oscura, título dibujado por Mikel Janín y escrito al principio por Peter Milligan. Este la presentó en su encarnación clásica de vidente, si bien la convirtió en una especie de nexo de unión para la peculiar formación al hacerle ver un futuro apocalíptico que ocurriría si no se reunía con sus compañeros. Siempre rodeada por el inevitable halo de misterio que tanto la caracteriza, Xanadú comparte aventuras con elementos tan dispares como John Constantine, Zatanna o Deadman. El cambio de Milligan por Jeff Lemire no redujo el protagonismo de la vidente, de cuyo pasado (y futuro) hemos obtenido datos recientemente, justo antes del comienzo de La Guerra de Trinidad.
Como decíamos arriba, ella es la única que se ha dado cuenta de qué es la Caja de Pandora a estas alturas. Mientras sus compañeros y los miembros de las demás Ligas de la Justicia se pelean por hacerse con un artefacto que no ejerce buena influencia sobre ellos, Madame Xanadú aguarda a que alguien la rescate para contarle qué está pasando realmente. Y es que la revelación que se esconde tras La Guerra de la Trinidad va a poner patas arriba el nUDC por diversos motivos y durante meses. Y es que el número tres, el número del mal según la propia Xanadú, es mucho más poderoso que Superman, que Wonder Woman, que Shazam y que cualquiera de las víctimas de la Caja. La sorpresa que nos reserva este cuaderno es mayúscula, pero eso ya es otro tema.
Fran San Rafael
Artículo publicado originalmente en las páginas de Liga de la Justicia núm. 22: La Guerra de la Trinidad final.