Eccediciones

La rebelión de los Luthor

La historia del Universo DC está plagada de personajes y hechos fascinantes que quedaron al margen con la nueva continuidad que vivimos desde hace un par de años. Algunos, como la Sociedad de la Justicia de América en su versión más tradicional, quedaron relegados al olvido en favor de las encarnaciones más jóvenes que aparecen en Tierra 2. Otros se guardaron en un cajón a la espera del momento oportuno para regresar por todo lo alto. Y Geoff Johns, guionista de Maldad Eterna, conocedor y admirador del pasado de la editorial, ya ha recuperado a algunos de ellos durante el transcurso de esta saga.

Así pues, en los números de Liga de la Justicia relacionados con esta historia que hoy concluye, hemos asistido a la vuelta de la Patrulla Condenada. Es cierto que algunos de sus miembros (curiosamente los menos tradicionales) perecieron a manos de Johnny Quick y Atómica, pero la puerta quedaba abierta para que el grupo surgiera de sus cenizas más pronto que tarde. Mención especial merecen los entrañables Metal Men. Con un tratamiento digno de sus mejores tiempos y una caracterización respetuosa con la que resulta familiar a los lectores más veteranos, han ayudado a Cíborg a derrotar a Red y a abrirse paso hasta la Atalaya que ahora ocupa el Sindicato del Crimen, donde se reúne en este mismo cuaderno con el heterogéneo equipo encabezado por Lex Luthor y Batman.

No obstante, era de suponer que esta guerra contra el mencionado Sindicato contaría en algún momento con la participación de un personaje mítico de la antigua Tierra 3 que, hasta ahora, no había hecho acto de presencia. Se trata, cómo no, de Alexander Luthor. En la continuidad anterior a Crisis en Tierras Infinitas, Luthor era el único superhéroe de su mundo, un científico de gran inteligencia que plantaba cara a Ultraman, Superwoman y compañía para proteger a sus conciudadanos de los villanos que los acosaban. En la macrosaga escrita por Marv Wolfman y dibujada por George Pérez, el inventor y su esposa, una tal Lois Lane, enviaron a su único hijo a otro universo a fin de salvarlo de la oleada de antimateria que estaba a punto de destruir aquella Tierra 3 original. El muchacho quedó así a cargo del Monitor y de Presagio, que lo formaron en el uso de unos poderes basados en un cuerpo hecho de materia tanto positiva como negativa.

Creado a propósito para Crisis, Alexander Luthor hijo fue un elemento crucial para el triunfo de los héroes, si bien no parecía haber planes para él una vez terminado el evento. No en vano, la continuidad posterior no permitía en principio la presencia de dobles de otros universos, de forma que quedó convenientemente encerrado en una especie de limbo junto a Superboy Prime y Superman y Lois Lane de la Edad de Oro, que ya contaban con una edad avanzada. Más de una década más tarde, el “padre” de aquel muchacho regresaría brevemente en la novela gráfica JLA: Tierra 2 de Grant Morrison y Frank Quitely. Y una vez más, era el único héroe de un mundo dominado por villanos solo que con un agravante: también era la única persona objetivamente buena de un planeta poseído por la codicia y la mezquindad de todos sus habitantes, tuvieran poderes o no.

Sería el propio Johns quien recuperase al Alexander Luthor hijo de Crisis en Tierras Infinitas en la miniserie de 2005 Crisis Infinita, que rendía homenaje a la primera con motivo de su vigésimo aniversario. No obstante, el guionista lo convirtió en el principal villano de la trama, un maestro de la manipulación que había corrompido a sus compañeros de exilio, y también a Power Girl, con el complejo y laborioso objetivo de reconstruir el Multiverso y recuperar los hogares que todos ellos habían perdido. Huelga decir que sufrió una amarga derrota al final de aquella historia... y una muerte cruel a manos del Joker y Lex Luthor.

Johns no deja claro si el Alexander Luthor de Maldad eterna es el padre o el hijo aunque todo apunte a que se trata del primero, pero lo recupera del olvido enlazándolo con la mitología de Shazam que él mismo ha revisado en fechas recientes, lo cual lo hace más poderoso que nunca, como bien descubren nuestros protagonistas. Entre ellos, se encuentran otros personajes fetiche del guionista, esos a quienes ha tocado a lo largo de sus extensas etapas en series como Flash, Green Lantern o JSA. No es casualidad que el grupo de villanos que planta cara al Sindicato esté compuesto por el Capitán Frío, Sinestro o Black Adam, malhechores por los que siente especial predilección y a quienes ha desarrollado en profundidad durante los últimos tiempos. Tampoco es cosa del azar que en este equipo también se incluya a Manta Negra, cuyos orígenes y motivaciones ha revisado de forma magistral en su reciente estancia en Aquaman, o a Deathstroke, a quien no tuvo tiempo de abordar como era debido en sus Jóvenes Titanes a pesar de ciertas pinceladas memorables como la agresión a Kid Flash, a quien rompió el menisco porque, según él, los adolescentes no deberían ser nunca luchadores contra el crimen.

Y después tenemos a Lex Luthor. A estas alturas, no se podría decir que el magnate de Metropolis sea uno de los fetiches de Johns. No en vano, su estancia en Action Comics de hace unos años no fue tan larga como en las series antes mencionadas, pero sí tuvo tiempo de convertirlo de nuevo (previa aportación de Jeph Loeb) en el científico implacable de sus encarnaciones más tradicionales al mismo tiempo que mantenía la fachada de millonario megalómano establecida por John Byrne a mediados de los años ochenta. Con la colaboración de Kurt Busiek y Richard Donner, devolvió la grandeza a un villano que había dado demasiados bandazos en Superman: Hacia el infinito y Superman: Último hijo, por no hablar de El origen de Superman, donde insertó en la continuidad algunos elementos extraídos de la serie televisiva Smallville, como la infancia pasada en la misma ciudad donde se había criado Clark Kent, el hombre que sería más adelante su archienemigo.

En el Nuevo Universo DC, la caracterización de Luthor ha recaído en otros autores, empezando por el propio Morrison y terminando por Scott Lobdell, uno de los responsables de la actual serie regular de Superman. El personaje mantiene esa doble faceta de millonario y científico que odia a los alienígenas en general y a uno en particular, si bien la balanza se ha decantado hasta ahora por la segunda más que por la primera. Sin embargo, al principio de Maldad eterna, cuando Johns tomó las riendas del villano, lo volvió a convertir en el empresario implacable que era incluso más poderoso con un ejército de abogados que con su popular armadura verde y violeta, como bien averiguó el desdichado propietario de Industrias Kord.

No obstante, algo ha cambiado en Luthor a lo largo de esta serie. Para empezar, los textos de apoyo donde Johns nos cuenta el monólogo interno del personaje han definido sus sentimientos, sensaciones e incluso recuerdos de una vida que no siempre ha sido un camino de rosas. Y por otra parte, ha tenido que ejercer como salvador de la Tierra no solo por tocar las narices al Hombre de Acero, cosa que habría sucedido con toda probabilidad en el pasado, sino también por convicción. Así pues, el villano convertido en héroe ha experimentado una evolución notable que Johns seguirá desarrollando a lo largo de los próximos meses en Liga de la Justicia, grupo en cuyas aventuras participará. Ahora bien, nos queda por ver si sigue del lado de los buenos o si, por el contrario, lo que pretende es aprovecharse de ese “secretillo” que ha terminado deduciendo a la luz de los acontecimientos.

Fran San Rafael

Artículo publicado originalmente en las páginas de Maldad Eterna núm. 7.