El Dial H es uno de los artefactos más fascinantes del Universo DC. Básicamente, convierte a quien lo utiliza en un superhéroe al azar cuyos poderes pueden ir de lo espectacular a lo ridículo. Aunque muchos se hayan acercado por primera vez a este peculiar marcador con este volumen, lo cierto es que existe desde 1966, año en que Dave Wood y Jim Mooney lo crearon en Dial H for Hero, un serial de la revista House of Mystery.
Por aquel entonces, su portador poco tenía que ver con nuestro Nelson Jent. El afortunado era Robby Reed, un chaval de Littleville que lo encontró por casualidad en una cueva. No tardó en descubrir las asombrosas propiedades del hallazgo, que lo convertía en superhéroe cuando marcaba H-E-R-O y lo devolvía a su estado normal marcando las teclas en el orden inverso. Su novia, Suzie, también lo utilizó en alguna ocasión, si bien ella tenía que deletrear H-E-R-O-I-N-E. También se hizo con él en una ocasión Daffy Dagan, el enemigo de Robby, que se transformó en supervillano marcando, cómo no, V-I-L-L-A-I-N. Aquella andadura original de Dial H for Hero duró apenas dos años, tras lo cual la presencia de Robby en el Universo DC se limitó a apariciones esporádicas en otros títulos. Para entonces, se había transformado en gigante, en cometa humano, en un héroe con poderes magnéticos... e incluso en Plastic Man. Décadas más tarde, Mark Waid y Barry Kitson rindieron homenaje a Reed y al primer Dial H en el evento editorial The Silver Age (2000), un experimento de corte muy clásico que recuperó brevemente el espíritu de la época.
Sin embargo, como suele ser habitual, había unos autores que no se habían olvidado del artefacto en cuestión. Se trataba de Marv Wolfman y Carmine Infantino, que renovaron el concepto en 1980 en revistas como Adventure Comics o New Adventures of Superboy tras una merecida presentación en la exitosa Legion of Super-Heroes. En aquella ocasión, los protagonistas eran Vicki Grant y Chris King, dos adolescentes de Fairfax, y cada uno de ellos poseía su propio marcador. Ella era la que contenía los impulsos de él, que era mucho más agresivo, lo cual condujo a situaciones complicadas con el paso del tiempo. No obstante, más allá del carisma de los personajes, lo que garantizó el triunfo del serial fue la participación de los lectores. Estos podían enviar a la editorial sugerencias para las transformaciones de Chris y Vicki. A cambio, su nombre aparecía en los créditos y recibían una camiseta con el logo de Dial H for Hero.
Las aventuras del extraño dúo fueron más complejas que las de Robby Reed, entre otras cosas porque la caracterización era el fuerte de Wolfman y, por qué no decirlo, porque eran otros tiempos. De hecho, en cierto momento se supo que las transformaciones de Chris y Vicki no eran fortuitas o, dicho en otras palabras, alguien estaba inflfluyendo en el Dial H. Se trataba de un compañero de estudios llamado Nick Stevens que era aficionado a inventar y dibujar los mismos superhéroes en que se convertían los protagonistas. Comenzaron así las revelaciones sobre el origen del curioso marcador, en el que estaba involucrado el Maestro, el malhechor que creaba los villanos que acechaban la otrora tranquila Fairfax.
Terminado el serial, los personajes corrieron el mismo destino que Robby Reed y desaparecieron durante varios años. Fue el propio Wolfman quien los recuperó temporalmente en Los Nuevos Titanes. En 1988, los muchachos ya se habían graduado y eran capaces de transformarse sin utilizar el Dial H. Pero aquel efecto secundario no era el único, ya que Vicki había desarrollado una enfermedad mental que, unida a la secta a la que se afilió, le llevó a intentar asesinar a Chris, que necesitó la ayuda de Starfifire y compañía para escapar de su compañera. Después de aquello, poco más se supo de ninguno de los diales hasta 1997, cuando el joven Hero Cruz encontró el de Vicki en Superboy and the Ravers.
Que las andaduras originales de Dial H for Hero contaran con protagonistas fijos daba a los seriales una sensación de continuidad que no les venía mal, pero se perdía así la oportunidad de profundizar en un tema muy interesante. ¿Cómo reacciona una persona normal cuando obtiene poderes sobrehumanos? Al fin y al cabo, el Dial H no estaba ligado a nadie en particular, con lo cual era perfectamente posible que lo utilizaran personas de toda condición y cualquier catadura moral. Ese fue el planteamiento con que nació H-E-R-O en 2003, una revisión del concepto original que estaba más próxima al sello Vertigo que al de los cómics más comerciales de DC.
Su principal responsable fue Will Pfeifer, guionista que tuvo cierta relevancia en la editorial a principios de siglo gracias a su paso por series como Catwoman o Aquaman. Así, de 2003 a 2005, la colección narró las andanzas de todo tipo de personajes que se hacían con un marcador que, en aquel caso, tenía botones para darle un aspecto más moderno. La parte gráfifica recayó en autores tan solventes como Kano o Dale Eaglesham, con lo cual la calidad del título estaba garantizada. No obstante, nunca fue un éxito de ventas, lo cual provocó una cancelación que no se pudo evitar ni siquiera con la presencia del mismísimo Robby Reed, que debía resolver el caso de un asesino en serie que se había hecho con el Dial H. Su participación sirvió para conectar a todos los usuarios del artefacto, ya que sus aventuras no eran tan inconexas como había parecido al principio de la serie.
Nada más se supo del artefacto hasta 2012, año en que vio la luz Dial H, la colección de la que este es su primer volumen. Englobada en la segunda oleada del Nuevo Universo DC, la colección nació como un experimento muy personal del novelista China Miéville, cuya confesada rareza parecía idónea para crear a todo tipo de superhéroes bizarros. Y aunque no tenga demasiada experiencia todavía en el noveno arte, es obvio que le tiene tomado el pulso al medio en lo que es una de las colecciones más peculiares de cuantas haya publicado DC Entertainment fuera del sello Vertigo durante los últimos tiempos.
Fran San Rafael
Por aquel entonces, su portador poco tenía que ver con nuestro Nelson Jent. El afortunado era Robby Reed, un chaval de Littleville que lo encontró por casualidad en una cueva. No tardó en descubrir las asombrosas propiedades del hallazgo, que lo convertía en superhéroe cuando marcaba H-E-R-O y lo devolvía a su estado normal marcando las teclas en el orden inverso. Su novia, Suzie, también lo utilizó en alguna ocasión, si bien ella tenía que deletrear H-E-R-O-I-N-E. También se hizo con él en una ocasión Daffy Dagan, el enemigo de Robby, que se transformó en supervillano marcando, cómo no, V-I-L-L-A-I-N. Aquella andadura original de Dial H for Hero duró apenas dos años, tras lo cual la presencia de Robby en el Universo DC se limitó a apariciones esporádicas en otros títulos. Para entonces, se había transformado en gigante, en cometa humano, en un héroe con poderes magnéticos... e incluso en Plastic Man. Décadas más tarde, Mark Waid y Barry Kitson rindieron homenaje a Reed y al primer Dial H en el evento editorial The Silver Age (2000), un experimento de corte muy clásico que recuperó brevemente el espíritu de la época.
Sin embargo, como suele ser habitual, había unos autores que no se habían olvidado del artefacto en cuestión. Se trataba de Marv Wolfman y Carmine Infantino, que renovaron el concepto en 1980 en revistas como Adventure Comics o New Adventures of Superboy tras una merecida presentación en la exitosa Legion of Super-Heroes. En aquella ocasión, los protagonistas eran Vicki Grant y Chris King, dos adolescentes de Fairfax, y cada uno de ellos poseía su propio marcador. Ella era la que contenía los impulsos de él, que era mucho más agresivo, lo cual condujo a situaciones complicadas con el paso del tiempo. No obstante, más allá del carisma de los personajes, lo que garantizó el triunfo del serial fue la participación de los lectores. Estos podían enviar a la editorial sugerencias para las transformaciones de Chris y Vicki. A cambio, su nombre aparecía en los créditos y recibían una camiseta con el logo de Dial H for Hero.
Las aventuras del extraño dúo fueron más complejas que las de Robby Reed, entre otras cosas porque la caracterización era el fuerte de Wolfman y, por qué no decirlo, porque eran otros tiempos. De hecho, en cierto momento se supo que las transformaciones de Chris y Vicki no eran fortuitas o, dicho en otras palabras, alguien estaba inflfluyendo en el Dial H. Se trataba de un compañero de estudios llamado Nick Stevens que era aficionado a inventar y dibujar los mismos superhéroes en que se convertían los protagonistas. Comenzaron así las revelaciones sobre el origen del curioso marcador, en el que estaba involucrado el Maestro, el malhechor que creaba los villanos que acechaban la otrora tranquila Fairfax.
Terminado el serial, los personajes corrieron el mismo destino que Robby Reed y desaparecieron durante varios años. Fue el propio Wolfman quien los recuperó temporalmente en Los Nuevos Titanes. En 1988, los muchachos ya se habían graduado y eran capaces de transformarse sin utilizar el Dial H. Pero aquel efecto secundario no era el único, ya que Vicki había desarrollado una enfermedad mental que, unida a la secta a la que se afilió, le llevó a intentar asesinar a Chris, que necesitó la ayuda de Starfifire y compañía para escapar de su compañera. Después de aquello, poco más se supo de ninguno de los diales hasta 1997, cuando el joven Hero Cruz encontró el de Vicki en Superboy and the Ravers.
Que las andaduras originales de Dial H for Hero contaran con protagonistas fijos daba a los seriales una sensación de continuidad que no les venía mal, pero se perdía así la oportunidad de profundizar en un tema muy interesante. ¿Cómo reacciona una persona normal cuando obtiene poderes sobrehumanos? Al fin y al cabo, el Dial H no estaba ligado a nadie en particular, con lo cual era perfectamente posible que lo utilizaran personas de toda condición y cualquier catadura moral. Ese fue el planteamiento con que nació H-E-R-O en 2003, una revisión del concepto original que estaba más próxima al sello Vertigo que al de los cómics más comerciales de DC.
Su principal responsable fue Will Pfeifer, guionista que tuvo cierta relevancia en la editorial a principios de siglo gracias a su paso por series como Catwoman o Aquaman. Así, de 2003 a 2005, la colección narró las andanzas de todo tipo de personajes que se hacían con un marcador que, en aquel caso, tenía botones para darle un aspecto más moderno. La parte gráfifica recayó en autores tan solventes como Kano o Dale Eaglesham, con lo cual la calidad del título estaba garantizada. No obstante, nunca fue un éxito de ventas, lo cual provocó una cancelación que no se pudo evitar ni siquiera con la presencia del mismísimo Robby Reed, que debía resolver el caso de un asesino en serie que se había hecho con el Dial H. Su participación sirvió para conectar a todos los usuarios del artefacto, ya que sus aventuras no eran tan inconexas como había parecido al principio de la serie.
Nada más se supo del artefacto hasta 2012, año en que vio la luz Dial H, la colección de la que este es su primer volumen. Englobada en la segunda oleada del Nuevo Universo DC, la colección nació como un experimento muy personal del novelista China Miéville, cuya confesada rareza parecía idónea para crear a todo tipo de superhéroes bizarros. Y aunque no tenga demasiada experiencia todavía en el noveno arte, es obvio que le tiene tomado el pulso al medio en lo que es una de las colecciones más peculiares de cuantas haya publicado DC Entertainment fuera del sello Vertigo durante los últimos tiempos.
Fran San Rafael