Eccediciones

La furia de Firestorm

Firestorm fue producto de la llamada "explosión de DC" y, poco después, víctima de la "implosión". A finales de los años setenta, con el filme Superman de Richard Donner a la vuelta de la esquina, la cúpula de DC Comics considerí que la promoción cinematográfica iba a ser una gallina de los huevos de oro, de ahí que se aumentaran considerablemente el número de colecciones con un lanzamiento masivo de nuevos títulos de lo más variopinto que abarcaban desde la vuelta de clásicos (como la Sociedad de la Justicia) hasta la presentación de personajes creados para la ocasión. Firestorm, apodado "El Hombre Nuclear", fue fruto de su tiempo, del miedo y el interés que generaba la energía atómica.

Creado por Gerry Conway y Al Milgrom, la originalidad del nuevo justiciero radicaba en ser la fusión de dos personas. Se trataba de Ronnie Raymond, estudiante de instituto que se enrolaba en un grupo ecologista de dudosas intenciones que se había propuesto volar por los aires una central nuclear para poner de manifiesto los riesgos que suponía su construcción. La principal víctima iba a ser el Prof. Martin Stein, físico y ganador de un premio Nobel que estaba presente en el momento del atentado. Cuando Ronnie intentó salvarlo, sus compañeros los dejaron inconscientes a ambos. El joven despertó justo a tiempo de sacar a Stein del reactor, pero no pudo evitar la catástrofe, fruto de la cual ambos se fusionaron en Firestorm. Ronnie, por estar consciente en aquel momento fatídico, era quien controlaba el cuerpo. Stein, por su parte, ejercía como “Pepito Grillo” desde la mente que ambos compartían, y también era el guía que indicaba al estudiante las proezas que podía llevar a cabo con los flamantes superpoderes que le permitían transmutar la materia, volar, proyectar rayos de energía...

Por desgracia, a pesar de los esfuerzos de los autores por mantener el interés con villanos interesantes y una correcta caracterización de los protagonistas, la colección no pasó del quinto número debido a la ya mencionada “implosión”. Sí, la película Superman fue un gran éxito, pero la crisis económica, el encarecimiento del papel e incluso una racha de mal tiempo extremo que azotó la costa Este de Estados Unidos hicieron que la editorial se viera obligada a suprimir casi todas las series nuevas y, a la larga, a inventar las “series limitadas” para evitar batacazos similares. No obstante, Conway no estaba dispuesto a renunciar a Firestorm y, en 1980, lo incorporó al reparto de Justice League of America junto a héroes tan emblemáticos como Superman, Batman o Flash. Precisamente, fue en la serie de este último donde vio la luz un serial de complemento dibujado por autores de la talla de George Pérez en la que fuera una de sus primeras colaboraciones con DC Comics. Entre unas cosas y otras, Raymond y Stein terminaron disfrutando de cierta notoriedad que se incrementaría cuando la productora Hanna-Barbera contó con Firestorm para la adaptación televisiva de las aventuras de la Liga.

No es de extrañar que la segunda colección del Hombre Nuclear no tardara en aparecer. The Fury of Firestorm debutó en 1982, de nuevo con guiones de Conway, que no dudó en presentar a Firehawk, una versión femenina del protagonista. Se trataba de Lorraine Reilly, hija de un senador que obtuvo sus poderes atómicos tras ser secuestrada por el villano Multiplex. A partir de entonces, se convirtió en secundaria habitual de las aventuras de Ronnie y Stein, y llegó a uno de sus puntos álgidos cuando el muchacho terminó el instituto y emprendió su fase universitaria.

No obstante, aquellas historias ilustradas por el siempre correcto Pat Broderick dieron un vuelco en 1987, año en que llegó a la serie el guionista John Ostrander tras la abrupta marcha de Conway.

Ostrander ya estaba despuntando como un soplo de aire fresco en una DC que hervía de creatividad después de Crisis en Tierras Infinitas. Así, además de deslumbrar a los lectores con las imprevisibles andanzas del Escuadrón Suicida, convirtió a Firestorm en un héroe más oscuro y acorde con los tiempos, y también en una suerte de
ecologista con superpoderes nucleares, lo cual en otras manos podría haber desembocado en una catastrófica contradicción. Uno de los primeros cambios impulsados por el guionista consistió en añadir un tercer elemento a la “matriz” de Firestorm. Y ¿quién era? Pues un soviético, lo cual suponía todo un guiño a los tiempos que corrían. Se trataba de Mikhail Arkadin, alias Pozhar, un héroe ruso con quien Firestorm se enfrentó poco después de exigir a Estados Unidos y a la Unión Soviética que renunciaran a la carrera atómica. La batalla que ambos libraron en el desierto de Nevada terminó con un bombardeo del que surgió aquella versión actualizada del héroe.

La llegada de Pozhar, o Mikhail, supuso el detonante de una etapacompleja para el personaje que se acentuó todavía más con la cancelación de aquella segunda serie en 1990. Stein descubrió que estaba destinado a convertirse en “elemental del fuego”, Ronnie padeció leucemia... Y es que, en los años noventa, todo valía para llamar la atención, incluida la creación de una rama de la Liga de la Justicia que, en la colección Extreme Justice, mostraba más iniciativa de lo habitual en la lucha contra el mal. Firestorm formó parte de aquel grupo, y también de Power Company, unos héroes a sueldo creados por Kurt Busiek para una efímera colección regular que no
superó el año y medio de vida.

Llegado el nuevo milenio, DC Comics dio una nueva oportunidad al Hombre Nuclear, que, en parte, supuso un regreso a la temática del “adolescente con superpoderes”. Y para ello, lo primero que se hizo fue matar a Ronnie en Crisis de identidad, magna obra de Brad Meltzer y Rags Morales donde el Ladrón-Sombra asesinó al Firestorm original con la espada del Caballero Brillante. Así pues, en 2004, había vía libre para la aparición de un nuevo “portador” de la matriz, un muchacho afroamericano llamado Jason Rusch. Tenía 17 años y vivía en Detroit con su padre, un maltratador que había perdido una mano durante un accidente laboral y que le pegaba con frecuencia. Desesperado por conseguir dinero para pagarse la universidad, Jason se juntó con malas compañías y, mientras cumplía una entrega, se topó con la matriz de Firestorm, que buscaba un nuevo anfitrión tras la muerte de Ronnie. Aquellas aventuras escritas por Dan Jolley y dibujadas por Chris Cross disfrutaron de un éxito moderado y también contaron con la participación de Firehawk. No obstante, después de un año y con motivo de Crisis Infinita, la editorial decidió cambiar el rumbo del título con un nuevo equipo creativo formado por Stuart Moore y Jamal Igle, artista que demostró sus muchas cualidades en aquella serie. Una de las principales aportaciones del dúo a la mitología de Firestorm fue Gehenna, una joven con poderes de teletransporte a quien Jason conoció en circunstancias adversas y que terminaría formando parte de la matriz.

Los hechos de los años 2009 y 2010 auguraron un futuro prometedor para Firestorm aunque, en principio, no lo pareciera. Y todo comenzó durante el evento editorial La noche más oscura, culminación de los primeros cinco años de Geoff Johns al frente de Green Lantern. Como tantos otros superhéroes difuntos, Ronnie Raymond regresó de entre los muertos convertido en un Black Lantern, un zombi muy poderoso que mataba sin compasión para alimentar la cuenta atrás que culminaría con la llegada de Nekron, señor de los no muertos y villano principal de la trama. En una terrorífica escena ilustrada por Ivan Reis, el Firestorm Black Lantern convertía a Gehenna en sal poco después de haber absorbido en aquella “matriz negra” al propio Jason. Semejante tropelía parecía augurar el fin del Hombre Nuclear, pero nada más lejos de la realidad; no en vano, fue uno de los elegidos para resucitar al final de la historia con ideas renovadas y con una especie de “pizarra en blanco” que eliminaba lo que a los guionistas no les interesara del pasado del personaje. Todo apuntaba a que aquellos héroes no tardarían en contar con una nueva serie propia, pero la editorial no se lanzó a la piscina y optó por “probarlos” en una antología quincenal titulada El día más brillante.

Escrita por el propio Johns y por Peter J. Tomasi, la serie contó las aventuras de algunos de aquellos personajes después de la resurrección. Firestorm fue a partir de entonces una fusión de Ronnie y Jason, que no se llevaban precisamente bien. No es de extrañar, teniendo en cuenta que el segundo echaba en cara a su predecesor la muerte de Gehenna, con cuyo funeral comenzó la aventura que vivieron en la colección. Y esta se basaba en la intención inicial de Martin Stein, una que había ocultado durante años. La matriz había surgido de sus intentos por recrear la chispa que había desencadenado el Big Bang, cosa que podía volver a ocurrir si los jóvenes no controlaban su temperamento para intentar que Firestorm fuera mucho más estable.

El día más brillante fue un éxito notable por dos razones: la participación de dibujantes de renombre como Ivan Reis o Patrick Gleason y, por supuesto, por el protagonismo de héroes venidos a menos y convertidos en secundarios de postín como el propio Firestorm o sus colegas Aquaman, Hawkman y J’onn J’onzz. Así pues, parecía que todos fueran a contar con una serie propia, y así ocurrió en casi todos los casos, pero no de la manera prevista. Y es que, como ya sabemos, en septiembre de 2011 todo volvió a cambiar. Llegó el Nuevo Universo DC y, con él, nuevas encarnaciones de viejos personajes. Firestorm no se libró de una renovación generalizada.

La apuesta realizada por DC no era nada desdeñable. Colocó al frente de la nueva serie The Fury of Firestorm a Gail Simone y a Ethan Van Sciver, que se estrenaba como guionista al mismo tiempo que se hacía cargo de unas portadas espectaculares e incluso del dibujo interior de algunos episodios, tarea que, en general, recayó en Yildiray Cinar, ya conocido por su participación en Legion of Super-Heroes. En el nUDC, Ronnie y Jason tenían más o menos la misma edad y estudiaban en el mismo centro. El primero era el típico deportista popular y el segundo, un muchacho estudioso interesado por la física. Cuando unos terroristas atacaron el colegio, Jason recurrió a un artefacto que le había enviado un tal Prof. Stein y que, al estallar, convirtió a ambos en dos Firestorms diferentes. La confusión inicial detonó una batalla que culminó a su vez en una fusión de los dos Hombres Nucleares, que pasaron a llamarse Fury. Con el paso de los números, y sobre todo tras la marcha de Simone, Jason y Ronnie se vieron obligados a limar asperezas una vez más mientras se topaban con otras versiones del superhéroe en que se convertían. Entre ellos, se encontraba una muchacha francesa que respondía al nombre de Firehawk, lo cual cerró la puerta al previsible retorno de Lorraine Reilly. También estaba Hurricane, su sosias británico, y varias versiones malvadas a quienes hicieron frente en París durante uno de aquellos impresionantes episodios firmados por Van Sciver y que precedieron al que se incluye en este volumen.

Una vez más, la energía vertida por los autores y por su sustituto, Dan Jurgens, no terminó de despertar el interés mayoritario de los lectores. Así pues, The Fury of Firestorm se ha cancelado recientemente en Estados Unidos, ya que DC Entertainment tiene la firme intención de que sus 52 colecciones regulares estén en constante movimiento y que nuevos títulos sustituyan a los que no funcionan tan bien como se espera de ellos. Esto no significa necesariamente que vayamos a dejar de ver al personaje aquí y allá, ya que, como ha demostrado su historia, es demasiado interesante para guardarlo demasiado tiempo en un cajón. ¿Ingresará en las filas de la Liga de la Justicia o, lo que es más probable, en la flamante Liga de la Justicia de América? Seguro que no tardamos en enterarnos y en ver de nuevo en acción a Ronnie, Jason y compañía.

Fran San Rafael