Eccediciones
searchclose

La diversidad en DC (II): Midnighter y Apolo

Orgullo 2023.

Una década después del debut de Maggie Sawyer y Gregorio de la Vega, el guionista Warren Ellis y el dibujante Bryan Hitch presentaron a Midnighter y Apolo en Stormwatch núm. 4 (1998). Se trataba de una serie de WildStorm, el sello propiedad de Jim Lee que publicaba DC Comics aunque los personajes aún no formaran parte de su universo. Siempre provocador, Ellis los presentó como dos homosexuales que distaban mucho de los arquetipos anteriores. Eran hombres que encajaban en la concepción de masculinidad de la sociedad, que se enfrentaban a sus enemigos con la solvencia y violencia que cabía esperar de los superhéroes de los años noventa y que, además, tenían una vida afectiva y sexual sana que se no se veía castigada por ninguna enfermedad. No se ocultaban, ni eran objeto de palizas homófobas ni eran alivios cómicos. Sencillamente, eran dos más de Stormwatch y, más adelante, de Authority.

 

En 2011, todos los personajes de WildStorm se integraron en el Universo DC. Midnighter y Apolo no fueron la excepción. Y durante una etapa que pasaron separados, el primero se integró en la serie Grayson (2014, por Tom King, Tim Seeley, Mikel Janín y otros autores) como secundario que, entre paliza y paliza, bromeaba sobre el trasero del protagonista. Un año después, la miniserie Midnighter escrita por Steve Orlando, un guionista abiertamente bisexual, mostró al héroe más sexualizado que nunca y usando una conocida aplicación de citas. Para entonces, las cosas ya habían cambiado mucho. Un protagonista homosexual no asustaba a casi nadie, y no extrañaba que pudiera vivir aventuras tan solventes como los demás superhéroes. Poco después, otra miniserie titulada Midnighter y Apolo volvió a reunir a una pareja cuya condición sexual era lo de menos. Lo importante eran aventuras como la que los ha llevado recientemente a Mundo Guerra en las páginas de Superman. Y allí, Midnighter ha dejado muy claro hasta qué punto es capaz de luchar por su marido.

 

   

Texto: Fran San Rafael