EN EL PELLEJO DE OTRA PERSONA
¿Sabes qué? Ser padre nunca es sencillo. Crías a tus hijos lo mejor que sabes, procuras enseñarles la diferencia entre el bien y el mal y te empeñas en indicarles el buen camino. Entonces, llegado el día que siempre debe llegar, los empujas del nido con la esperanza de que hayan aprendido a volar y de que lo hagan bien.
Sinceramente, cuando creas personajes de cómic, no es muy distinto. Yo lo sé. He creado un buen puñado a lo largo de muchos años. Lo cierto es que, por lo menos para mí, buena parte de la diversión de crear personajes es ver qué descubrirán sus padres de acogida sobre tus “hijos” mientras se encuentran bajo su tutela. Por ejemplo, yo no tenía ni idea de que cierto canadiense bajito que soy famoso por haber cocreado era mucho mayor de lo que yo imaginaba, ni tampoco de que sus garras de adamantium formaban parte de su cuerpo. Y ha pasado lo mismo con casi todos los personajes que he creado.
Pero con ninguno tanto como con la Cosa del Pantano.
Cuando Bernie Wrightson y su extraordinario talento y yo creamos a Swampy, primero en las páginas de House of Secrets núm. 92 y, un año después, en su serie homónima, no teníamos ni idea de en qué nos estábamos metiendo. Nos dijeron que la colección era revolucionaria. Que redefinía cómo debían ser los cómics. Nos dijeron muchas cosas, tantas que la cabeza nos daba vueltas. Pero no aflojamos.
Bernie dejó la serie después de 10 números que cortaban la respiración. Yo hice lo propio tres entregas después, y la dejé en las competentes manos de guionistas como David Michelinie, Gerry Conway y Martin Pasko. Y en manos de dibujantes igualmente capacitados, como Nestor Redondo, Gerry Talaoc, Tom Yeates, Steve Bissette y John Totleben. La colección tuvo sus altibajos, e incluso estuvo cancelada durante varios años. Parecía que se negara a hallar su camino.
Y entonces, por supuesto, apareció Alan Moore, de quien se ha dicho tanto que no voy a repetirlo aquí.
Alan volvió a concebir a la Cosa del Pantano de una forma que a mí me habría resultado inimaginable, y lo sucedió cierto número de autores con talento. La serie tuvo diversas encarnaciones; pero una vez más, nadie halló la voz del monstruo mohoso que todo el mundo ama, y mi niño trastabilló.
Así llegamos a la extraordinaria obra de Scott Snyder, que posee un don envidiable, y de Yanick Paquette, su compañero de fatigas, que es igual de asombroso. A ambos se les encomendó la tarea de volver a definir a nuestro héroe fangoso para toda una generación nueva. No era tarea fácil bajo ninguna circunstancia.
En fin, vayamos al grano. En estas páginas te van a presentar al Dr. Alec Holland, que vuelve a ser humano. Ya no forma parte del Verde ni muestra rastro de ramas, ramitas ni caldo primigenio, pero le sigue atormentando. También vas a conocer de nuevo a Abigail Arcane, la extraña mujer cuya inusual vida parece estar unida intrínsecamente a la de Holland.
En las próximas páginas, te enfrentarás por primera vez a la Putrefacción, que aborrece al Rojo y al Verde, todo ello elaborado complejamente por los Sres. Snyder y Paquette, que tejen un mosaico aterrador que, por fin, es digno de esa farsa humana cubierta de fango que todos adoramos. Recorrerás lugares que no debería visitar ninguna persona que esté en su sano juicio, y también te toparás con criaturas que solo pueden haber salido de tus peores pesadillas.
Así pues, pasa. Date un paseo por las sombras con nosotros, pero ten cuidado con lo que pisas. Ahí fuera, en las Tierras Muertas, cualquier paso podría ser el último.
Len Wein
2 de julio de 2015
Artículo escrito por el cocreador de la Cosa del Pantano y publicado en las primeras páginas de La Cosa del Pantano de Scott Snyder ¡Ya a la venta! Recordad que este mes hemos editado también el volumen La Cosa del Pantano: La muerte no descansa, con guión del propio Wein y dibujo de Kelley Jones.
Previa de La Cosa del Pantano de Scott Snyder
¿Sabes qué? Ser padre nunca es sencillo. Crías a tus hijos lo mejor que sabes, procuras enseñarles la diferencia entre el bien y el mal y te empeñas en indicarles el buen camino. Entonces, llegado el día que siempre debe llegar, los empujas del nido con la esperanza de que hayan aprendido a volar y de que lo hagan bien.
Sinceramente, cuando creas personajes de cómic, no es muy distinto. Yo lo sé. He creado un buen puñado a lo largo de muchos años. Lo cierto es que, por lo menos para mí, buena parte de la diversión de crear personajes es ver qué descubrirán sus padres de acogida sobre tus “hijos” mientras se encuentran bajo su tutela. Por ejemplo, yo no tenía ni idea de que cierto canadiense bajito que soy famoso por haber cocreado era mucho mayor de lo que yo imaginaba, ni tampoco de que sus garras de adamantium formaban parte de su cuerpo. Y ha pasado lo mismo con casi todos los personajes que he creado.
Pero con ninguno tanto como con la Cosa del Pantano.
Cuando Bernie Wrightson y su extraordinario talento y yo creamos a Swampy, primero en las páginas de House of Secrets núm. 92 y, un año después, en su serie homónima, no teníamos ni idea de en qué nos estábamos metiendo. Nos dijeron que la colección era revolucionaria. Que redefinía cómo debían ser los cómics. Nos dijeron muchas cosas, tantas que la cabeza nos daba vueltas. Pero no aflojamos.
Bernie dejó la serie después de 10 números que cortaban la respiración. Yo hice lo propio tres entregas después, y la dejé en las competentes manos de guionistas como David Michelinie, Gerry Conway y Martin Pasko. Y en manos de dibujantes igualmente capacitados, como Nestor Redondo, Gerry Talaoc, Tom Yeates, Steve Bissette y John Totleben. La colección tuvo sus altibajos, e incluso estuvo cancelada durante varios años. Parecía que se negara a hallar su camino.
Y entonces, por supuesto, apareció Alan Moore, de quien se ha dicho tanto que no voy a repetirlo aquí.
Alan volvió a concebir a la Cosa del Pantano de una forma que a mí me habría resultado inimaginable, y lo sucedió cierto número de autores con talento. La serie tuvo diversas encarnaciones; pero una vez más, nadie halló la voz del monstruo mohoso que todo el mundo ama, y mi niño trastabilló.
Así llegamos a la extraordinaria obra de Scott Snyder, que posee un don envidiable, y de Yanick Paquette, su compañero de fatigas, que es igual de asombroso. A ambos se les encomendó la tarea de volver a definir a nuestro héroe fangoso para toda una generación nueva. No era tarea fácil bajo ninguna circunstancia.
En fin, vayamos al grano. En estas páginas te van a presentar al Dr. Alec Holland, que vuelve a ser humano. Ya no forma parte del Verde ni muestra rastro de ramas, ramitas ni caldo primigenio, pero le sigue atormentando. También vas a conocer de nuevo a Abigail Arcane, la extraña mujer cuya inusual vida parece estar unida intrínsecamente a la de Holland.
En las próximas páginas, te enfrentarás por primera vez a la Putrefacción, que aborrece al Rojo y al Verde, todo ello elaborado complejamente por los Sres. Snyder y Paquette, que tejen un mosaico aterrador que, por fin, es digno de esa farsa humana cubierta de fango que todos adoramos. Recorrerás lugares que no debería visitar ninguna persona que esté en su sano juicio, y también te toparás con criaturas que solo pueden haber salido de tus peores pesadillas.
Así pues, pasa. Date un paseo por las sombras con nosotros, pero ten cuidado con lo que pisas. Ahí fuera, en las Tierras Muertas, cualquier paso podría ser el último.
Len Wein
2 de julio de 2015
Artículo escrito por el cocreador de la Cosa del Pantano y publicado en las primeras páginas de La Cosa del Pantano de Scott Snyder ¡Ya a la venta! Recordad que este mes hemos editado también el volumen La Cosa del Pantano: La muerte no descansa, con guión del propio Wein y dibujo de Kelley Jones.
Previa de La Cosa del Pantano de Scott Snyder