Eccediciones

La Cosa del Pantano de Alan Moore

 “Hoy, en Washington, está lloviendo. Es una lluvia veraniega, cálida, pegajosa y gruesa que cubre las aceras de manchas de leopardo. En el centro, las ancianas sacan las plantas de interior a las escaleras de incendios como si fueran parientes enfermos o niños reyes.”

Lo anterior no lo escribí yo, pero me habría encantado hacerlo. Son las primeras líneas de Swamp Thing núm. 21, de Alan Moore, y creo que demuestran que al guionista no le hace falta que hablen bien de él. Me explico. A finales de los años sesenta, muchos cómics experimentaron un cambio. Incluso las series familiares se hicieron más duras e innovadoras, pues querían plasmar la realidad de formas que habrían resultado impensables cuando el Comics Code era más opresivo. Yo fui uno de los que más lo aplaudieron y aún hoy, cuando releo algunos cómics que me gustaban, me parece que, aunque trataran seriamente temas como la adicción a la heroína o la intolerancia racial, no estaban necesariamente bien escritos. Me parecían un poco pomposos y melodramáticos y tenían diálogos grises al estilo de Hollywood. Los personajes entonaban líneas que parecían gruñidas en la pantalla de una película. Es posible que algunos (sobre todo quienes, como yo, éramos nuevos en ese medio) sobrevaloráramos lo que nos parecía inesperado, igual que hacíamos con la música rock de la época que recurría a temas clásicos o a bandas sonoras. Pero sin los avances de aquellos años, no habría habido cómics escritos por Alan Moore, en cuyo caso habríamos sido mucho más pobres.

En muchos aspectos, sus virtudes son idóneas para el mundo del cómic: oído para el diálogo, talento para la concisión, narración clara y un sentido inequívoco del ritmo. Por otra parte, sus colaboradores, Stephen Bissette y John Totleben, y él eran los mejores, sobre todo para dar sensación de terror. Encontraréis una muestra de ello en La lección de anatomía, que deja bien claro que a este equipo creativo hay que tenerlo en cuenta. Al tomar las riendas de un personaje que ya existe, pocos guionistas empezarían dejando claro durante una autopsia que el protagonista nunca ha tenido demasiado sentido tal como era y que es mucho menos humano de lo que él creía. Moore, Bissette y Totleben hacen pedazos a la Cosa del Pantano para después reconstruirlo.

Es un proceso conmovedor y perturbador iluminado por la resurrección del Hombre Florónico, un villano menor de DC que representa el lado oscuro de identificarse con el reino vegetal. Es el yo siniestro de la Cosa del Pantano. Jason Woodrue es aún más desconcertante cuando manifiesta inquietudes ecologistas genuinas, y es más profundo de lo que suelen ser los monstruos, por lo menos desde Frankenstein (aunque los cómics son más proclives que otras obras de ficción a dejar hablar a sus monstruos). Suyos son los diálogos más inquietantes, y también una despedida preocupante. “Lo que más odio es el sonido de los lloriqueos de la carne”, una frase que bien podría resumir una película de terror sangriento. Es la venganza del mundo vegetal que se manifiesta cuando Woodrue agarra una sierra mecánica.

Mientras tanto, hacemos un viaje alucinógeno por la mente alterada de la Cosa del Pantano que nos presenta la extraordinaria imagen del protagonista bañado por la lluvia. (Me abstendré de elogiar la inventiva visual de este cómic, porque prefiero que descubráis ese placer a su debido tiempo, pero permitidme aprovechar para alabar el color de Tatjana Wood, que resulta especialmente eficaz en los paisajes mentales.) Como siempre, el lenguaje y las imágenes de Moore son cómicas y horripilantes al mismo tiempo, igual que ocurre con una novela de terror. En dicho género, las mejores historias son las que se pasan de la raya y se arriesgan con lo absurdo para llegar a lo sublime, como cuando Jason Woodrue se come un tubérculo de la Cosa del Pantano. En ese punto, no hay lector que dude de que la historia va a llegar hasta las últimas consecuencias sin que importe lo que se encuentre por el camino.

Abby Arcane es un personaje desconcertante que, comprensiblemente, aún sufre por todo lo que ha pasado, y no solo en los episodios anteriores. El recuerdo de una infancia de pesadilla, plasmado de forma potente, parece no tener ninguna importancia narrativa. Puede que se deba al terror que subyace al mundo de estas historias, uno que puede salir a la luz sin previo aviso en cualquier momento; un mundo donde se puede comprar un póster del estudio sobre la crucifixión de Francis Bacon o ser el alma de la fiesta convirtiendo en zombis a los amigos o donde los alumnos de una escuela para niños autistas dibujan de sopetón al mismo monstruo. Pero puede que también signifique que Abby ha sufrido lo suficiente como para comprender a esos niños. Solo nos queda tener esperanza.

Tras alcanzar su conciencia vegetal y con un cráneo que es el Yorick de su Hamlet, la Cosa del Pantano resucita en una asombrosa viñeta a página completa. A partir de ahí, el cómic se transforma en una reinvención de los superhéroes, incluidos la Liga de la Justicia (uno de los cuales queda brillantemente definido como “un hombre que se mueve tan deprisa que su vida es una interminable galería de estatuas”) y, más adelante, el Demon de Jack Kirby. Yo diría que, a la hora de mantener un relato de terror, esto es un problema; al fin y al cabo, si el terror solo necesita de un superhéroe oportuno que lo someta, no perderemos el sueño. Sin embargo, el terror de Alan Moore es demasiado profundo como para que nos libremos de él fácilmente, ya que está arraigado en los personajes a una profundidad a la que no llegan los superhéroes.

La Cosa del Pantano de Len Wein y Bernie Wrightson era una fusión asombrosa de cómic de superhéroes y de relato de terror, pero esta “nueva” Cosa del Pantano me parece mucho más. “Lo único que conocía era la periferia del miedo... y aquí estoy, en la gran ciudad.” Pues sí. La noción de un monstruo que adopta la forma del peor miedo de la víctima no es nueva, pero jamás he visto imagen más terrorífica que la que visita a Jessica en Hora de correr. El verdadero arte es el que nos hace sentir de verdad. ¿Alguien duda de que este lo es? Esta Cosa del Pantano se encuentra entre las mejores obras de terror contemporáneas. El género es capaz de abarcar muchas experiencias humanas (comedia, tragedia, miedo, sobrecogimiento), y ahora empieza a hacerlo y es más rico gracias a los señores Moore, Bissette y Totleben. Que sigan alumbrando nuestros sueños más oscuros durante mucho tiempo.

Ramsey Campbell

Ramsey Campbell ha ganado numerosos premios por sus obras de terror y ha recibido el premio British Fantasy por sus novelas El parásito, Reencarnación mortal, Luna sangrienta, Ultratumba y El sol del medianoche. Además, le otorgaron el premio World Fantasy por su relato La chimenea. Campbell también es un editor de éxito entre cuyas antologías se encuentran Uncanny Banquet (que incluye obras que no se reimprimían desde 1914) y Gathering the Bones.

Artículo publicado originalmente como prólogo de La Cosa del Pantano de Alan Moore núm. 1.