Eccediciones

Incombustible

Scott Snyder sabe muy bien cuáles son sus fuertes. Entre ellos, se encuentran las tramas extensas que desarrolla sin prisa, pero sin pausa, y también su habilidad para crear amenazas en la sombra que resultan ser mucho más peligrosas de lo que parecía a simple vista. La fórmula le funcionó a la perfección en La Cosa del Pantano con la Putrefacción, y lo mismo puede decirse de Batman y el Tribunal de los Búhos.

En el caso de Superman: El Hombre de Acero, esa amenaza en ciernes es la Ascensión, de la que seguro que nos dará muchos más detalles mientras presenta a un nuevo adversario y juguetea con uno de los clásicos de la franquicia. Y es que, teniendo a Jim Lee como dibujante, no se puede desaprovechar la oportunidad de introducir escenas de acción a mansalva.

El villano clásico al que nos referimos es, cómo no, Lex Luthor, archienemigo por excelencia de Superman a pesar de sus diversos enfoques y encarnaciones. No en vano, empezó siendo un científico loco al uso, en los años ochenta se convirtió en un magnate megalómano, luego en presidente de Estados Unidos... Seguro que, cuando Jerry Siegel y Joe Shuster lo crearon en Action Comics núm. 23 (1940), no imaginaban que resultara tan polifacético ni que fuera a tener tanto recorrido. Al fin y al cabo, por aquel entonces la némesis de Superman era el Ultra-Humanita, con quien Luthor se terminó “fusionando” editorialmente hablando cuando Leo Novak, uno de los ayudantes de Shuster, lo confundió aparentemente con el otro villano.

Una vez superado el lío inicial, Luthor fue apareciendo cada vez más en las aventuras de Superman y también en las de Superboy, que, de hecho, era el responsable de su prematura alopecia en los tiempos anteriores a Crisis en tierras infinitas. Llegados los años setenta, no cabía duda de que el científico quedaba muy por encima de colegas como Brainiac o Metalo en la lista de enemigos recurrentes del Último Hijo de Krypton, con lo cual no es de extrañar que la Warner lo eligiera como villano de Superman: La película (Richard Donner, 1978). La popularidad de Luthor fuera de las viñetas se disparó a partir de entonces, en buena medida gracias a la interpretación de Gene Hackman, que repitió experiencia en las secuelas que se estrenaron durante los años siguientes. Fue precisamente en aquella época cuando Lex adoptó un papel más activo en los cómics gracias a la famosa armadura verde y violeta con que era capaz de enfrentarse a su odiado alienígena cara a cara.

1986 fue un año crucial para la trayectoria de este personaje. No en vano, aprovechando la renovación de Superman después de la mencionada Crisis en tierras infinitas, John Byrne aprovechó para desechar la concepción de científico loco, que ya estaba pasada de moda, y descartó por completo la armadura verde. Para él, Luthor debía ser un manipulador, un hombre que usaba su poder para que los demás hicieran lo que él quisiera a golpe de talonario, y vaya si lo conseguía. El guionista y dibujante nos ofreció momentos realmente memorables entre los que destacó Metropolis: 1.400 kilómetros, un relato breve que, como el resto de aquella etapa, podemos encontrar en la colección Grandes autores de Superman: John Byrne.

Tras la marcha de Byrne, Luthor pasó por una época un tanto extraña con muertes, clonaciones, presuntos hijos... Sería Jeph Loeb quien diera un paso más en su evolución convirtiéndolo, como ya avanzábamos antes, en presidente de Estados Unidos, un hecho insólito que puso los pelos de punta a la comunidad superheroica. Con un gabinete de postín que incluía a Amanda Waller y Relámpago Negro, el antiguo magnate dirigió el país más poderoso del mundo durante una invasión alienígena en toda regla, pero tuvo que dejar el cargo al principio de la colección Superman/Batman, cuando el propio Loeb recuperó la armadura verde y violeta y volvió a convertirlo en un villano de acción, con lo cual se anuló buena parte del buen hacer de Byrne y sus sucesores directos.

Llegado el Nuevo Universo DC, Luthor ha sido desde el principio uno de los peores enemigos del Hombre de Acero, como no podía ser de otra forma. Al principio de la colección Superman, situada unos cinco años y medio antes de la continuidad oficial, Grant Morrison lo presentó como asesor del ejército estadounidense. Y su cometido no podía ser otro que contribuir a la captura y posterior estudio del nuevo héroe de Metropolis. No le fue nada mal, pero su alianza con el Coleccionista de Mundos, un invasor alienígena que se aproximaba inexorablemente a la Tierra, puso fin a aquella prometedora carrera junto al Gral. Sam Lane. Tras la saga inicial, dibujada por Rags Morales, Morrison prescindió de Luthor en favor de otros villanos clásicos como Mr. Mxyzptlk, pero no tardamos en verlo en el presente del nUDC encerrado en una prisión creada exclusivamente para él. Deducíamos entonces que sus encontronazos con el Hombre de Acero habían continuado durante el lapso de tiempo no narrado en los cómics, pero ¿en qué circunstancias había terminado allí?

La respuesta se encuentra este mismo mes en Superman núm. 20, donde concluye la saga Híbrido realizada por Andy Diggle y Tony S. Daniel. Allí podemos conocer de primera mano cómo fue la primera batalla cara a cara entre los dos archienemigos y también en qué consistía el plan que hizo que el mundo considerase a Luthor un peligro que merecía una cárcel propia. No obstante, como vemos en las páginas de este cómic, eso ya ha cambiado y Lex ha pasado a una prisión de máxima seguridad conocida como “el Buche” donde hace de las suyas y da buena muestra de su talento para el mal... y las fugas. Por supuesto, Snyder y Lee retomarán su historia en los próximos números, pero si queréis aún más Luthor, no debéis perderos la tercera entrega de Supergirl, a la venta este mismo mes. Es obvio que el científico, magnate y conspirador por excelencia debe de haberse percatado de que hay una jovencita kryptoniana pululando por el mundo. Y por supuesto, no quiere perderla de vista.

Fran San Rafael

Artículo publicado originalmente en las páginas de Superman: El Hombrede Acero núm. 2.