El 5 de junio de 2013, el blog estadounidense MTV Geek! anunció en exclusiva una noticia largamente esperada por los incondicionales del Caballero Oscuro: el regreso de Batman: Black and White. Apenas cuatro días más tarde, Mark Chiarello —ideólogo y editor del proyecto—, aprovechó los canales oficiales de DC Comics para mostrar su satisfacción por la materialización de meses de trabajo: “Ha sido realmente divertido relanzar esta serie, de la que me siento muy orgulloso. Como en el proyecto original, sabía que la clave residía en trabajar de nuevo con los mejores guionistas y dibujantes”.
El proyecto original al que se refería Chiarello comenzó a gestarse cuando apenas llevaba un par de años trabajando para la editorial. “Por aquel entonces pensé: ‘Batman es el personaje de cómic más popular, y a la gente le encantan las historias cortas’. Yo también las adoro: siendo un chaval, ya leía Creepy y Eerie. Y tenía la convicción de que si mezclaba ambos elementos, y además reclutaba a los mejores autores, era imposible perder”. Sin duda, las fuentes de inspiración mencionadas invitaban al optimismo: desde su creación a mediados de la década de los sesenta, las dos cabeceras editadas por Warren Publishing congregaron a los historietistas más talentosos para plasmar sobre el papel relatos de terror convertidos en testimonio de la riqueza artística de la época. Plantear una antología de historias cortas protagonizadas por el Hombre Murciélago, en la que diferentes profesionales del medio ofrecieran su interpretación del mito, parecía el modo perfecto de rendir homenaje a ambas publicaciones... pero también a uno de los guionistas más prolíficos de cuantos participaron en ellas: Archie Goodwin (1937-1998), mentor de un Chiarello que le consideraba “probablemente el mejor editor que ha existido en la industria, probablemente el mejor guionista de cómics de la historia”.
Pese a lo atractivo de la idea, lo cierto es que desde la editorial no terminaban de ver clara la apuesta por un formato evocador de tiempos pasados; punto nostálgico potenciado por el hecho de que, conceptualmente, se estableciera como norma recurrir tan solo a colores acromáticos. Pero a base de insistir, Chiarello logró salirse con la suya, contando con el visto bueno del editor ejecutivo Mike Carlin y con la colaboración de Scott Peterson, por aquel entonces editor de las series relacionadas con el Cruzado de la Capa.
Con junio de 1996 como fecha de portada, Batman: Black and White núm. 1 se convirtió en la primera entrega de una serie limitada de cuatro números en la que participaron el propio Goodwin, Moebius, José Muñoz, Neil Gaiman, Katsuhiro Otomo, y tantos otros autores que, con total libertad y sin las limitaciones implícitas en el respeto a la continuidad, parecían dar la razón a William Shakespeare cuando en el segundo acto de Hamlet escribió aquello de que “la brevedad es el alma del ingenio”.

Ni que decir tiene que la iniciativa se convirtió en un éxito económico y creativo, respaldada por las cifras de ventas y los premios Eisner a la Mejor Historia Corta y a la Mejor Antología ganados en 1997. De ahí que tuviera continuidad con un segundo volumen que implicó un cambio de formato: esta vez, las pequeñas piezas ideadas por una nueva tanda de autores se publicaron como historias de complemento en los 16 primeros números de la colección Batman: Gotham Knights (2000-2001), para posteriormente incluirse junto a cinco historias inéditas en el segundo recopilatorio de la antología (2002). El tercer tomo de Batman: Black and White se hizo esperar un lustro, incluyendo material previamente publicado en Batman: Gotham Knights núms. 17 a 49 (2001-2004); y una vez más, el resultado fue espectacular, llegando a inspirar una exitosa línea de estatuas basadas en el trabajo de los diferentes dibujantes partícipes de la antología.
Transcurridos 17 años desde la publicación de la serie limitada original, el regreso de Batman: Black and White propició la recuperación de dicho formato, ampliando el número de entregas hasta alcanzar la media docena: seis cómics publicados entre septiembre de 2013 y febrero de 2014, ahora recopilados en un tomo por el que desfilan grandes clásicos como Neal Adams, Marv Wolfman y Jim Steranko, autor de una de las portadas; también se dan cita estrellas actuales de la talla de Adam Hughes, Cliff Chiang o Lee Bermejo; e incluso participan grandes maestros de la bande desinnée, como Rubén Pellejero. Así, la alineación de astros orquestada por Mark Chiarello permite que cantidad y calidad vuelvan a darse la mano, convirtiendo a Batman en objeto de interpretaciones que parten de estilos y tradiciones tan variados como enriquecedores... y a los lectores, en grandes beneficiarios del talento de artistas que sacan el mayor partido no solo de la crudeza y la elegancia del blanco y negro, sino también del inagotable potencial de un personaje que, cumplidos los 75 años, sigue en plena forma. Con semejante combinación, imposible perder.

David Fernández
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: Black and White vol. 4.

El proyecto original al que se refería Chiarello comenzó a gestarse cuando apenas llevaba un par de años trabajando para la editorial. “Por aquel entonces pensé: ‘Batman es el personaje de cómic más popular, y a la gente le encantan las historias cortas’. Yo también las adoro: siendo un chaval, ya leía Creepy y Eerie. Y tenía la convicción de que si mezclaba ambos elementos, y además reclutaba a los mejores autores, era imposible perder”. Sin duda, las fuentes de inspiración mencionadas invitaban al optimismo: desde su creación a mediados de la década de los sesenta, las dos cabeceras editadas por Warren Publishing congregaron a los historietistas más talentosos para plasmar sobre el papel relatos de terror convertidos en testimonio de la riqueza artística de la época. Plantear una antología de historias cortas protagonizadas por el Hombre Murciélago, en la que diferentes profesionales del medio ofrecieran su interpretación del mito, parecía el modo perfecto de rendir homenaje a ambas publicaciones... pero también a uno de los guionistas más prolíficos de cuantos participaron en ellas: Archie Goodwin (1937-1998), mentor de un Chiarello que le consideraba “probablemente el mejor editor que ha existido en la industria, probablemente el mejor guionista de cómics de la historia”.
Pese a lo atractivo de la idea, lo cierto es que desde la editorial no terminaban de ver clara la apuesta por un formato evocador de tiempos pasados; punto nostálgico potenciado por el hecho de que, conceptualmente, se estableciera como norma recurrir tan solo a colores acromáticos. Pero a base de insistir, Chiarello logró salirse con la suya, contando con el visto bueno del editor ejecutivo Mike Carlin y con la colaboración de Scott Peterson, por aquel entonces editor de las series relacionadas con el Cruzado de la Capa.
Con junio de 1996 como fecha de portada, Batman: Black and White núm. 1 se convirtió en la primera entrega de una serie limitada de cuatro números en la que participaron el propio Goodwin, Moebius, José Muñoz, Neil Gaiman, Katsuhiro Otomo, y tantos otros autores que, con total libertad y sin las limitaciones implícitas en el respeto a la continuidad, parecían dar la razón a William Shakespeare cuando en el segundo acto de Hamlet escribió aquello de que “la brevedad es el alma del ingenio”.

Ni que decir tiene que la iniciativa se convirtió en un éxito económico y creativo, respaldada por las cifras de ventas y los premios Eisner a la Mejor Historia Corta y a la Mejor Antología ganados en 1997. De ahí que tuviera continuidad con un segundo volumen que implicó un cambio de formato: esta vez, las pequeñas piezas ideadas por una nueva tanda de autores se publicaron como historias de complemento en los 16 primeros números de la colección Batman: Gotham Knights (2000-2001), para posteriormente incluirse junto a cinco historias inéditas en el segundo recopilatorio de la antología (2002). El tercer tomo de Batman: Black and White se hizo esperar un lustro, incluyendo material previamente publicado en Batman: Gotham Knights núms. 17 a 49 (2001-2004); y una vez más, el resultado fue espectacular, llegando a inspirar una exitosa línea de estatuas basadas en el trabajo de los diferentes dibujantes partícipes de la antología.
Transcurridos 17 años desde la publicación de la serie limitada original, el regreso de Batman: Black and White propició la recuperación de dicho formato, ampliando el número de entregas hasta alcanzar la media docena: seis cómics publicados entre septiembre de 2013 y febrero de 2014, ahora recopilados en un tomo por el que desfilan grandes clásicos como Neal Adams, Marv Wolfman y Jim Steranko, autor de una de las portadas; también se dan cita estrellas actuales de la talla de Adam Hughes, Cliff Chiang o Lee Bermejo; e incluso participan grandes maestros de la bande desinnée, como Rubén Pellejero. Así, la alineación de astros orquestada por Mark Chiarello permite que cantidad y calidad vuelvan a darse la mano, convirtiendo a Batman en objeto de interpretaciones que parten de estilos y tradiciones tan variados como enriquecedores... y a los lectores, en grandes beneficiarios del talento de artistas que sacan el mayor partido no solo de la crudeza y la elegancia del blanco y negro, sino también del inagotable potencial de un personaje que, cumplidos los 75 años, sigue en plena forma. Con semejante combinación, imposible perder.

David Fernández
Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: Black and White vol. 4.