Eccediciones

Historias cruzadas

El primero de los relatos incluidos en Batman: El fuego de la victoria se publicó a finales de 2005 e inicios de 2006 en tres cuadernos de Batman: Legends of The Dark Knight, concretamente en los números del 197 al 199. Dicho de esta manera, esta información puede parecer fría y poco útil, pero lo cierto es que es todo lo contrario, ya que nos sirve para contextualizar y entender mejor lo que nos vamos a encontrar en el interior de este volumen.

Empecemos con lo que descubrimos con las fechas. Paralelamente a estos tebeos, DC Comics estaba publicando una saga titulada Crisis Infinita que iba a suponer un antes y un después en la mitología del Universo DC. Para llegar a ella se publicaron varias miniseries, especiales y cruces entre colecciones. Y tras su conclusión sucederían 52 y más sagas épicas como Crisis Final. Además, en aquellos meses también vieron la luz los especiales de un evento ideado por Grant Morrison que tomó por nombre Los Siete Soldados de la Victoria. En definitiva, las grandes sagas y los cruces interminables estaban a la orden del día, pues lo que realmente llamaba la atención eran las aventuras que removían los cimientos del status quo conocido.

¿Será eso lo que nos encontraremos en Batman: El fuego de la victoria? Más bien, todo lo contrario. En un mundo convulsionado por hechos impactantes, Batman: Legends of The Dark Knight se convirtió en un pequeño oasis de paz en el que tenían cabida historias autoconclusivas e incluso con un toque tradicional. Will Pfeifer aprovechó su participación en esta cabecera para huir de todos los modernismos y narrar un relato en el que Batman realmente ejercía de detective. Y para ello tuvo que buscarse la vida para neutralizar a Oráculo, pues por aquel entonces se había convertido en un deus ex machina al que cualquiera podía acceder para conseguir absolutamente cualquier tipo de dato. Con ese acceso ilimitado a la información, las aventuras de Batman habían perdido su toque detectivesco y solían ser simplemente superheroicas.

Pfeifer no se limitó a narrar una simple historia. También hizo sendas reflflexiones sobre el daño que puede causar el Caballero Oscuro en su guerra contra el crimen, y sobre cuán lejos puede llegar un hombre con ansias de venganza. Como este guionista prácticamente abandonó el mundo del cómic en 2006, ahora no es muy recordado; pero por aquel entonces gozaba de muy buena fama gracias a unas estupendas andaduras en H.E.R.O. y Catwoman. La primera fue, sin lugar a dudas, una serie de culto en la que Pfeiffer ofreció lo mejor de sí mismo a la vez que reinventaba de una manera muy original la mitología del Dial H. La segunda fue una serie de corte más tradicional, pero el buen hacer de Pfeifer le permitió ocuparse de ella desde el número 44 hasta su cierre en el 82.

El segundo relato incluido en Batman: El fuego de la victoria corresponde al núm. 212 de Batman: Legends of The Dark Knight. Su contexto viene a ser el mismo de
antes, pues a finales de 2006 el Universo DC seguía, aunque en menor medida, con los golpes de impacto. La historia que en esta ocasión nos presentó Adam Beechen tenía ciertas similitudes con la de Pfeifer, pues aunque el tono y la longitud era muy diferente, la base seguía siendo la misma: ambas aventuras nos explicaban cuán diferente podía ser la vida de un hombre tras un encuentro con el Hombre Murciélago. Si Pfeifer optó por la parte negativa –el drama de un don nadie que pierde años de su vida y mucho más tras ser detenido por Batman–, Beechen hizo justo lo contrario y nos mostró el bien que podía hacer el Caballero Oscuro simplemente por estar siempre donde se le necesitaba. El hecho de que el protagonista de esta narración fuese un quinceañero tampoco fue casual. Adam Beechen escribió este ejemplar a la vez que Robin. Además, posteriormente nos relataría las historias de Batgirl.

Enrique Ríos

Artículo publicado originalmente como introducción de Batman: El Caballero Oscuro - El fuego de la victoria.