John Constantine es uno de los personajes más queridos por los seguidores del Universo DC... aunque los héroes que lo protagonizan no lo tengan en tan gran estima. No en vano, a lo largo de su trayectoria, que se remonta al año 1985, se ha caracterizado por ser un hechicero egocéntrico que siempre tiene algún plan del que extraer un beneficio personal. De hecho, hay muchos, por ejemplo Deadman, que lo llaman "Timador". Y no les falta razón.
El personaje, nacido en Reino Unido y muy inglés en muchos sentidos, comenzó siendo un personaje secundario de las aventuras de la Cosa del Pantano. Allí, con su gabardina, su suministro interminable de cigarrillos, unos diálogos lapidarios y un aspecto que recordaba vagamente al del cantante Sting, ejercía como una suerte de asesor espiritual del protagonista, el sufrido avatar del Verde que buscaba su lugar en un mundo que no terminaba de comprender. Su debut, visto en Saga of the Swamp Thing núm. 37, contó con guiones de Alan Moore, el mismo escritor con que había empezado la incursión de autores británicos en DC Comics, y con dibujos de Rick Veitch y John Totleben, y formó parte de la epopeya que vivió el antiguo Alec Holland durante aquella etapa gloriosa recopilada en su totalidad por ECC Ediciones con el título de La Cosa del Pantano de Alan Moore.
Constantine tuvo gran relevancia en aquella época, pero en manos de Moore no dejó de ser un secundario cuyo origen quedaba relegado al misterio del que se envolvía habitualmente. Para conocer mejor sus inicios, hubo que esperar a que la editorial se animara con una colección propia que escribiría al principio el también británico Jamie Delano. Fue entonces cuando supimos de su dura infancia con un padre alcohólico, de su incursión en el ocultismo y de los macabros hechos que sucedieron cuando la magia y la ambición se le fueron de las manos. Todo se abordó durante los primeros compases de la serie Hellblazer, que arrancó en 1988, y por la que pasaron autores tan relevantes como Brian Azzarello, Peter Milligan o Garth Ennis, que firmaría una de las etapas más recordadas de la colección.
Y es que Hellblazer (que, por cierto, es un alias recurrente de John) fue un éxito rotundo adscrito a la oleada de cómics de tono adulto que DC publicó a finales de los años ochenta y que, ya en la década siguiente, florecerían en el conocido sello Vertigo. Obviamente, las aventuras de Constantine se encontraron entre las primeras que saltaron a dicha línea, donde siguieron hasta bien entrado el nuevo siglo. Para entonces, la gloria del personaje ya había quedado inmortalizada en la gran pantalla gracias al film Constantine (Francis Lawrence, 2005), protagonizado por Keanu Reeves y basado precisamente en la primera saga escrita por el mencionado Garth Ennis, aquella en que la afición al tabaco pasaba factura a John en forma de cáncer de pulmón. Cómo superó la enfermedad lo podemos leer en el tomo Hellblazer: Garth Ennis vol. 1.
No obstante, en 2011, varios personajes del sello Vertigo regresaron definitivamente al Universo DC convencional, donde podían volver a compartir aventuras con los héroes habituales de la casa. Hellblazer siguió publicándose durante un par de años más, pero se terminó cancelando para dejar tan solo a un Constantine, el mismo que ya formaba parte de la Liga de la Justicia Oscura. En manos, de nuevo, de Peter Milligan, el hechicero entabló un vínculo muy frágil con personajes como Orquídea Negra, Shade o el ya mencionado Deadman, ya que nadie se fiaba de él. Lo mismo podía decirse de su antigua novia, Zatanna, con la que mantuvo un tira y afloja sentimental a lo largo de la colección del grupo incluso después de la etapa de Milligan. Y por si fuera poco, John también contó con un título propio, Constantine, a caballo entre el tono de la época de Vertigo y el cómic más comercial. Con autores como Ray Fawkes, Jeff Lemire, ACO o Jeremy Haun, las historias giraron en torno a la enemistad del personaje con la Secta de la Llama Fría, un conflicto que se había fraguado en Liga de la Justicia Oscura.
El año 2015 volvió a ser un punto de inflexión para la trayectoria del mago inglés. En primer lugar, la cadena NBC estrenó una serie de televisión, de nuevo titulada Constantine, desarrollada por David S. Goyer y protagonizada por Matt Ryan. Después de los 13 episodios emitidos, se anunció que el personaje pasaba a la serie Arrow, el eje central del Universo DC televisivo. En segundo lugar, DC anunció el relanzamiento de sus aventuras en papel con Constantine: Hellblazer, una nueva serie regular que bebería bastante del tono de la antigua Hellblazer y donde veríamos a John vivir aventuras al margen de los eventos editoriales con que sí se había cruzado en la etapa inmediatamente anterior. Escrita por Ming Doyle (The Kitchen) y dibujada por Riley Rossmo (Drumhellar), esa nueva andadura editorial empieza en este mismo volumen, donde John empieza a quedarse sin un séquito muy peculiar que lo acompaña a todas partes: los fantasmas de aquellos cuya muerte ha provocado.
Fran San Rafael
Artículo publicado en las páginas de Constantine: Hellblazer núm. 01 ¡Ya a la venta!
Previa de Constantine: Hellblazer núm. 01
El personaje, nacido en Reino Unido y muy inglés en muchos sentidos, comenzó siendo un personaje secundario de las aventuras de la Cosa del Pantano. Allí, con su gabardina, su suministro interminable de cigarrillos, unos diálogos lapidarios y un aspecto que recordaba vagamente al del cantante Sting, ejercía como una suerte de asesor espiritual del protagonista, el sufrido avatar del Verde que buscaba su lugar en un mundo que no terminaba de comprender. Su debut, visto en Saga of the Swamp Thing núm. 37, contó con guiones de Alan Moore, el mismo escritor con que había empezado la incursión de autores británicos en DC Comics, y con dibujos de Rick Veitch y John Totleben, y formó parte de la epopeya que vivió el antiguo Alec Holland durante aquella etapa gloriosa recopilada en su totalidad por ECC Ediciones con el título de La Cosa del Pantano de Alan Moore.
Constantine tuvo gran relevancia en aquella época, pero en manos de Moore no dejó de ser un secundario cuyo origen quedaba relegado al misterio del que se envolvía habitualmente. Para conocer mejor sus inicios, hubo que esperar a que la editorial se animara con una colección propia que escribiría al principio el también británico Jamie Delano. Fue entonces cuando supimos de su dura infancia con un padre alcohólico, de su incursión en el ocultismo y de los macabros hechos que sucedieron cuando la magia y la ambición se le fueron de las manos. Todo se abordó durante los primeros compases de la serie Hellblazer, que arrancó en 1988, y por la que pasaron autores tan relevantes como Brian Azzarello, Peter Milligan o Garth Ennis, que firmaría una de las etapas más recordadas de la colección.
Y es que Hellblazer (que, por cierto, es un alias recurrente de John) fue un éxito rotundo adscrito a la oleada de cómics de tono adulto que DC publicó a finales de los años ochenta y que, ya en la década siguiente, florecerían en el conocido sello Vertigo. Obviamente, las aventuras de Constantine se encontraron entre las primeras que saltaron a dicha línea, donde siguieron hasta bien entrado el nuevo siglo. Para entonces, la gloria del personaje ya había quedado inmortalizada en la gran pantalla gracias al film Constantine (Francis Lawrence, 2005), protagonizado por Keanu Reeves y basado precisamente en la primera saga escrita por el mencionado Garth Ennis, aquella en que la afición al tabaco pasaba factura a John en forma de cáncer de pulmón. Cómo superó la enfermedad lo podemos leer en el tomo Hellblazer: Garth Ennis vol. 1.
No obstante, en 2011, varios personajes del sello Vertigo regresaron definitivamente al Universo DC convencional, donde podían volver a compartir aventuras con los héroes habituales de la casa. Hellblazer siguió publicándose durante un par de años más, pero se terminó cancelando para dejar tan solo a un Constantine, el mismo que ya formaba parte de la Liga de la Justicia Oscura. En manos, de nuevo, de Peter Milligan, el hechicero entabló un vínculo muy frágil con personajes como Orquídea Negra, Shade o el ya mencionado Deadman, ya que nadie se fiaba de él. Lo mismo podía decirse de su antigua novia, Zatanna, con la que mantuvo un tira y afloja sentimental a lo largo de la colección del grupo incluso después de la etapa de Milligan. Y por si fuera poco, John también contó con un título propio, Constantine, a caballo entre el tono de la época de Vertigo y el cómic más comercial. Con autores como Ray Fawkes, Jeff Lemire, ACO o Jeremy Haun, las historias giraron en torno a la enemistad del personaje con la Secta de la Llama Fría, un conflicto que se había fraguado en Liga de la Justicia Oscura.
El año 2015 volvió a ser un punto de inflexión para la trayectoria del mago inglés. En primer lugar, la cadena NBC estrenó una serie de televisión, de nuevo titulada Constantine, desarrollada por David S. Goyer y protagonizada por Matt Ryan. Después de los 13 episodios emitidos, se anunció que el personaje pasaba a la serie Arrow, el eje central del Universo DC televisivo. En segundo lugar, DC anunció el relanzamiento de sus aventuras en papel con Constantine: Hellblazer, una nueva serie regular que bebería bastante del tono de la antigua Hellblazer y donde veríamos a John vivir aventuras al margen de los eventos editoriales con que sí se había cruzado en la etapa inmediatamente anterior. Escrita por Ming Doyle (The Kitchen) y dibujada por Riley Rossmo (Drumhellar), esa nueva andadura editorial empieza en este mismo volumen, donde John empieza a quedarse sin un séquito muy peculiar que lo acompaña a todas partes: los fantasmas de aquellos cuya muerte ha provocado.
Fran San Rafael
Artículo publicado en las páginas de Constantine: Hellblazer núm. 01 ¡Ya a la venta!
Previa de Constantine: Hellblazer núm. 01