Eccediciones
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Hablamos con Fernando De Felipe

Entrevista al maestro aragonés del cómic.

Tras casi 25 años sin dibujar ni publicar, uno de los mejores autores españoles de todos los tiempos regresaba a la primera línea en 2021. 

La Biblioteca Fernando de Felipe ha dado a conocer al polifacético historietista a toda una nueva generación de lectores. Además, ha permitido a los aficionados más veteranos reencontrarse con títulos que llevaban varios años descatalogados. En la recta final del proyecto, abordamos al aragonés para que nos cuente cómo ha vivido desde dentro este apasionante camino.
 

 

En 2021 te entrevistamos para la web de la editorial, con motivo de la presentación de la Biblioteca Fernando de Felipe. Desde entonces, ¿cómo has vivido el proceso de publicación de la colección? ¿Ha cambiado De Felipe en estos meses?

2022 ha sido sin duda uno de los mejores años de mi vida. Tanto en lo profesional como en lo personal. No he parado de recibir muestras de cariño y respeto, he forjado nuevas complicidades, he conocido a gente increíble, he recuperado a viejos amigos y he podido compartir con mi familia, prácticamente mes a mes, todas esas alegrías y estímulos conforme la colección iba creciendo. Ni mi mujer ni mi hijo habían vivido esta faceta de mi vida, que llevaba prácticamente oculta para ellos más de 25 años. El proceso de publicación ha sido apasionante, me ha revitalizado creativamente y creo que me ha cambiado para mejor.
 

En ese espacio de tiempo, a raíz de la Biblioteca, hemos asistido a una merecida reivindicación de tu figura y de tu trabajo. Has asistido como invita­do a diferentes festivales y protagonizado varias exposiciones. ¿Qué sientes al ver todo este cariño por parte de profesionales y lectores?
Vértigo, emoción y agradecimiento, sin duda. Cuando me otorgaron, ya casi acabado el año, el Gran Premio del Cómic Aragonés del 2022, en mi Zaragoza natal y a lo profeta en mi tierra, no pude evitar pensar que a lo mejor me pasaba como a Bruce Willis al final de El sexto sentido, cuando descubría que en realidad estaba muerto y todo había sido un sueño. Pero no, seguía vivito y coleando. Y con ganas renovadas de seguir dando guerra.

 

En el momento de preparar esta entrevista restan tres títulos de la Biblioteca Fernando de Felipe por salir a la luz. Los más inmediatos son las dos partes de Black Deker y un recopilatorio a modo de miscelánea. ¿Qué van a encontrar los lectores en estas entregas?
En el caso de la trilogía “incompleta”, un montón de extras, bocetos, storyboards, ilustraciones, documentos de guion e incluso las fotos de la maqueta del barco de vapor que construí en su día para abordar el proyecto de Black Deker. El recopilatorio “miscelánico”, que aún no tiene título definitivo, recogerá toda suerte de obra inédita: portadas, encargos, retratos, apuntes de proyectos, historietas inéditas, ilustraciones, dibujos de cuando era niño, homenajes, experimentos gráficos, borradores, bocetos y hasta dibujos en servilletas que luego terminaron convertidos en tatuajes. Está siendo una auténtica locura reencontrarme con todo ese material y pensar en cómo otorgarle un orden y un sentido.
 

  

 

La novela Penetren las moscas pondrá el broche de oro a este proyecto. ¿Nos puedes adelantar algo más sobre su argumento y gestación?
En principio iba a ser una especie de regalo para los más completistas. Es una novela negra de lo más extraña y caprichosa, un puro capricho, a medio camino entre Jim Thompson, Kafka y Cronenberg, que nadie me encargó y nadie esperaba pero que me pasé en grande realizando. La idea era publicarla como tal, aunque ahora estoy pensando en convertirla en una especie de novela gráfica más o menos experimental. Todavía estoy dándole vueltas al asunto. Inconsciente que es uno.

 

Volviendo a los tomos ya publicados, todos ellos cuentan con firmas invitadas de lujo y gran cantidad de extras. Sin desmerecer a ninguno, ¿hay algo que te haya hecho especial ilusión haber recuperado para la ocasión o alguna colaboración particularmente emotiva?
Lo de los prólogos está siendo alucinante: mis admiradísimos Altarriba, Montecarlo, Migoya, Rubín, Vigalondo, Portela, o mis no menos queridos Miguel Ángel “Casa de papel” Vivas y Alberto “Palop” Valle… Es un auténtico sueño. Y luego están todos los compañeros de profesión que, como Miguel Almagro, Kiko da Silva, Jesús C. Gan, Sagar, Niko, Molina o Jorge Costas, me han regalado increíbles versiones de mis propios monstruitos. Del que no puedo olvidarme es del gran Xevi Torroella, el megacrac del 3D con el que he ido remodelando digitalmente portadas y contras para darles un aspecto más actual y potente.

 

Uno de los volúmenes que más críticas positivas ha recibido es El hombre que ríe. ¿Por qué crees que ha sido así? ¿Qué tiene de especial esta adaptación libre de la novela original de Victor Hugo? 
Imagino que se sigue notando que estaba hecha desde las tripas, que era pura pasión. Fue un parto apasionante, y me dejé la piel en ella. La reedición creo que ha quedado absolutamente deluxe. Es puro Criterion. Al menos es la que yo querría comprarme como coleccionista.
 

 

Desde ECC se está impulsando cada vez más, a través del sello ECC Cómics, a los autores nacionales y los títulos de creación propia, con iniciativas que en algunos casos van más allá de las viñetas. Como docente y al mismo tiempo historietista, ¿cuán importante es esta puesta en valor de los autores españoles y de su obra? 
Me parece fundamental, además de absolutamente necesario. E incluso justo. Este es un país que no acostumbra a tratar demasiado bien a sus autores, estén vivos, en coma, muertos de hambre, desaparecidos en combate o jubilados a la fuerza. El suyo es un patrimonio al que no deberíamos renunciar.